Flúor: el enemigo en el agua

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“A la edad de once años fui con el dentista y tuvo que taparme una muela, me comentó que el agua que estaba en la llave tenía mucho Flúor y eso era lo que perjudicaba mis dientes”, relata María Josefina Castillo Campos, estudiante de Ingeniería en bioquímica en el Centro Universitario de los Lagos. Respira profundamente y mira hacia arriba como si eso la ayudara a recordar. “En ese tiempo yo no sabía qué era la fluorosis, pero me dijo el médico que lo que hacía el excedente de Flúor en la ingesta de una persona es que nos quitaba el esmalte y que parecía que me sucedía en algunas piezas, y era lo que me provocaba las caries”.

El dentista le recomendó dejar de consumir agua de la llave para lavarse los dientes. Ella argumenta que ese es un mal que se ve en gran parte de la población de Lagos de Moreno: “Aquí yo he notado que a las personas se les hacen oscuros los dientes, y como que se ve que se les empiezan a pudrir”.

El consumo excedente de Flúor puede provocar un padecimiento denominado fluorosis dental, que consiste en una pigmentación cafesosa de los dientes, que los llevan a un deterioro acelerado. En otros países se han reportado otros síntomas como descalcificación en los huesos (fluorosis esquelética) o artritis.

Hace aproximadamente diez años, algunos especialistas del CULagos comenzaron a realizar una serie de investigaciones sobre el agua de los 25 pozos que abastecen a la ciudad de Lagos de Moreno. Éstas van desde las cuestiones genéticas de las personas que padecen algún grado de fluorosis, hasta los análisis químicos que se han realizado en el agua de consumo, así como en los alimentos que se producen en la región.

Una de las investigadoras es María Isabel Pérez Vega, adscrita al Cuerpo académico de Neurociencias y Morfofisiología del centro, quien comenta que esta problemática es muy compleja, porque el Flúor es un elemento altamente electronegativo que “en realidad nunca se encuentra en su estado libre en la naturaleza, sino que siempre está unido a algún otro elemento debido a su capacidad que tiene de asociarse fácilmente.

“En estas zonas es muy llamativo ver que la mayor parte de la población presenta fluorosis dental, que es algo que se aprecia a simple vista, y así como sucede con las piezas dentales, el elemento cuando ingresa al organismo tiene cierta afinidad con tejidos óseos, lo que los hace más susceptibles a fracturas.

También se puede fijar o depositar en otros órganos afectando su funcionalidad. Entre los que se ha reportado en algunas partes del mundo, está el daño hepático, daño renal y alteraciones en la función de la tiroides”.

Agua pesada
César Daniel Cortés Cruz llegó a Lagos de Moreno en la época en que empezaron estas investigaciones. Oriundo de Guadalajara, después de cinco años de vivir en los Altos norte, en un enjuague de rutina se percató que sus dientes presentaban en los bordes una pequeña pigmentación amarillenta; principalmente entre uno y otro. “Con el tiempo en la base de los dientes me di cuenta que se me formaba una capa, así como áspera. Cuando empecé a investigar me di cuenta de los conceptos de agua dura y supuse que el flúor estaba comenzando a perjudicarme”.

Daniel dice que ha notado diferencias entre el agua de la región y la de Guadalajara: “Cuando te bañas, se siente diferente en el cuerpo. Aquí el agua reseca mucho la piel, se siente como si se te pegara, y yo diría que se siente como pesada”.

Existen regiones que por su ubicación son consideradas de origen hidrotermático, lo cual está ligado a las zonas volcánicas. En éstas, entre las capas del subsuelo se localizan respiraderos hidrotermales que producen afluentes de agua caliente, que por su origen cuentan con diversos elementos difíciles de extraer. En México, algunos municipios de estados como Zacatecas, Durango, San Luis Potosí y Jalisco, que pertenecen a la zona transvolcánica mexicana, presentan en el agua que se utiliza para consumo, diferentes elementos adicionales. En Jalisco, la localidad más impactada es Lagos de Moreno, donde en los pozos de abastecimiento de agua se encuentran grandes cantidades de flúor.

De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo al menos 50 millones de personas toman agua con altos índices de flúor y en algunas naciones su cantidad supera los niveles establecidos. La norma oficial mexicana indica que el agua de consumo o de uso diario debe contener máximo 1.5 partes por millón, en Lagos de Moreno algunos pozos presentan 8 partes por millón.

En el año 2007, el diario español El Mundo publicó la historia de Zhang Huaixiang, un granjero chino con padecimiento de fluorosis esquelética que ya era incapaz de mantenerse de pie sin ayuda de muletas, debido a la deformación en las piernas que la enfermedad le había producido. Los datos difundidos por el rotativo resaltaban que en 22 países del mundo la fluorosis es endémica y los principales afectados son India y China. Para ese año, el gobierno chino calculaba que unas 26 millones de personas sufrían de fluorosis dental y unos dos millones de fluorosis esquelética.

La acumulación de Flúor provoca en el cuerpo que los huesos se vuelvan frágiles y quebradizos. Se acrecienta la masa ósea y los cambios producen rigidez y dolor en articulaciones y la espalda. En sus manifestaciones más graves, la fluorosis esquelética es muy invalidante: los ligamentos se calcifican, se pierde masa ósea y surgen problemas neurológicos por la compresión de la médula.


Cuestión genética
“Aquí nos hacen falta muchas investigaciones, necesitamos más números —dice Evelia Martínez Cano, del Cuerpo académico de Bioquímica aplicada del Culagos—, el agua a simple vista o a simple sabor no se nota pero es un poco turbia, no es tan cristalina si se compara con otras, y es por las altas concentraciones que tiene no solamente de Flúor, sino de otros elementos: puede tener carbonatos, silicatos o hasta arsénico, que ése sí es veneno puro”.

Argumenta que también se llevaron a cabo estudios en alimentos, en leche de vaca y en algunos jugos y yogures que se procesan y consumen en Lagos de Moreno: “También tienen altos grados de Flúor a diferencia de los que no se procesan aquí, entonces ese puede ser un punto adicional para desarrollar la fluorosis”.

Martínez Cano declara que las investigaciones continúan y que ahora están en la parte genética, pues se han dado cuenta de que la fluorosis no impacta al cien por ciento de la población, a pesar de que consume la misma agua fluorada: “Esto nos hace pensar que a lo mejor hay algún factor genético que predispone a las personas para que puedan padecer la fluorosis”.

Agrega: “Lo que a nosotros nos causa una interrogante es que aquí en la región existe una alta incidencia de personas con enfermedades neurogenerativas, esto lo sabemos porque los especialistas, por ejemplo los del IMSS (Instituto Mexicano de Seguro Social) nos comentaban que hay personas que tienen estas enfermedades porque toda su vida han vivido aquí, en comparación con otras comunidades”.

Por lo que, dice, “queremos ver si hay alguna relación con enfermedades mentales como el Alzheimer, aunque sería muy atrevido decir que sí existe, porque aún no tenemos información que nos haga esa correlación. Yo en primera instancia lo que investigo es eso, sobre la enfermedad del Alzheimer, de la que aquí en Lagos hay una alta incidencia y también altos índices de Flúor. Como en el mundo existe la teoría de que se afecta el sistema nervioso central, el grupo de investigación decidimos verificar si hay una relación entre estas dos cuestiones”.

Sin embargo, con base en un estudio que se llevó a cabo en los municipios de Lagos de Moreno, Teocaltiche y Unión de San Antonio, María Isabel Pérez Vega concluye que sí hay un impacto distinto en las respuestas de destreza cerebral y en solución de pruebas rápidas entre personas que consumen agua con altos índices de flúor y quienes no: “Lo que encontramos es que se correlaciona con las zonas donde el flúor está más altamente concentrado en el agua y eso se vincula con esta capacidad de resolver problemas”.

La especialista resalta que el problema se agrava debido a que el flúor se deposita fácilmente en sistemas tanto vegetales como animales: “Si se riegan las plantas con agua que tiene alta concentración de Flúor, éste se deposita en los tejidos de las plantas; si llega el ganado, consume estas plantas y además toma agua con flúor, el elemento se depositará en sus tejidos; y nosotros, al consumir la planta, la carne, el agua, obviamente la cantidad de lo que se ingiere aumenta, y si a eso se le adiciona el consumo de elementos que contienen Flúor, como pasta dental, enjuague bucal, jugos, sal de cocina, entonces ya se aumentó mucho el consumo, por eso es una problemática compleja”.

Ambas investigadoras coinciden en que no han tenido mucho acercamiento por parte de los ayuntamientos, aunque ellas enmarcan a la problemática en un ámbito estatal e incluso federal, donde las soluciones están en implementar sistemas que permitan extraer el elemento del agua, como la ósmosis inversa u otros procedimientos que radiquen en la absorción o evaporación del Flúor.

Por parte de los ayuntamientos o de los gobiernos “no hemos tenido mucha respuesta, quizá a nosotros nos ha faltado tener mucha más gestión”, lo cierto, declara, es que “los políticos solamente duran tres años en el puesto, porque ellos se van, pero la gente que está aquí y que no se queda solamente tres años son los que tendrán ese problema, pues es la misma gente que consume el recurso con dicho elemento”.

Como recomendación, Isabel Pérez Vega menciona la importancia de realizar actividad física, ya que eso ayuda a la oxigenación del cuerpo y también del sistema nervioso, y recalca la importancia de mantener la mente activa con diferentes retos: “Leer, aprender cosas nuevas todos los días, sobre todo en estas zonas es de alta relevancia porque eso permitirá que el cerebro tenga una mejor actividad y establezca mecanismos de defensa, pues quizá no se pueda eliminar la sustancia por completo, pero sí se podrá disminuir el efecto que pueda producir, al igual que consumir alimentos con antioxidantes”.

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