Las instituciones de educación superior son protagonistas en los procesos de transformación social por su labor para concientizar y sensibilizar sobre la importancia que tiene la cultura de la paz en México, la cual debe de contemplar la regeneración de la sociedad y de las instituciones.
Lo anterior lo expresó el coordinador general de Patrimonio de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Héctor García Curiel, en el panel Ciudades más seguras: rutas desde la seguridad ciudadana, que organiza la Cumbre Internacional del Hábitat de América Latina y el Caribe (CIHALC 2024).
Dijo que el papel de las universidades y de los centros de investigación como productores de ecosistemas de innovación social para recuperar la paz es fundamental y las instituciones de educación superior del país cuentan con capacidades profesionales para promover la cultura de paz desde sus raíces educativas a fin de estudiar a las comunidades, sus características, las causas de la violencia y el conflicto social.
“Las incidencias de la violencia que se vive en entornos en el territorio nacional desde hace más de una década obligan a los universitarios y a las universitarias a hacer una pausa para replantearse sus objetivos como institución educativa frente a una ineludible escalada de violencia y de conflicto social”, indicó.
Destacó la creación del Centro Universitario de Tlajomulco (CUTlajo) que desde hace muchos años estaba pendiente y que, gracias a acciones de gestión compartida entre las autoridades municipales, la UdeG y el Gobierno del Estado este centro es un transformador de la realidad de vida de todos los que viven en el sur de la ciudad y es un ejemplo que debe seguir replicándose en muchos de los territorios.
“Yo creo que el espacio educativo es uno de los grandes motores para poder realmente hacer que las condiciones cambien, hay que trabajar mucho en estas generaciones de niños para generar este cambio social que, insisto, va más allá de lo territorial”, apunto.
Juma Assiago, de ONU Hábitat, expresó que las directrices generales para todo el sistema de Naciones Unidas sobre Ciudades Seguras y Asentamientos Humanos, adoptadas en la Primera Asamblea de ONU-Hábitat en 2019, establecen compromisos para los Estados miembros y también para autoridades locales de promover ciudades más seguras a través de un conjunto de acciones, incluyendo el intercambio de experiencias y prácticas innovadoras.
“Si se desarrolla e implementa un proceso para equipar a los municipios con herramientas para crear programas urbanos de seguridad urbana en asociación con los gobiernos nacionales, la sociedad civil, las universidades y los ciudadanos, entonces los ciudadanos participan como actores clave en la coproducción de seguridad para todos”, indicó.
Dijo que la prevención de la violencia y los disturbios se abordan de manera proactiva, se mejora la percepción de seguridad, los ciudadanos ejercen su derecho a la ciudad y se expande su disfrute de las ventajas que ofrece la ciudad.
“No se trata de controlar, sino de mejorar la gestión de las deficiencias presentadas en los entornos urbanos: abordar la seguridad como un problema que afecta a la calidad de vida”, indicó.
Recordó que Guadalajara fue elegida como piloto para implementar el programa ciudades más seguras, por las prácticas de prevención y el liderazgo de esta ciudad.
El coordinador de la Licenciatura en Construcción de la Paz y Seguridad del CUTlajo, Antonio Gil, dijo que hacen falta profesionales, funcionarios comprometidos, especialistas que puedan asesorar a los gobernantes, a las nuevas administraciones, que permitan que nuestras políticas sobrevivan en el tiempo y hace falta una mejor formación en cultura de paz, en mediación.
“Hacen falta que trabajemos juntos a nivel universidad, en lo privado, en generar confianza en las instituciones, que los jóvenes se involucren. Hace falta en verdad que trabajemos en construir una relación de confianza con la sociedad civil”, apuntó.
Destacó que Tlajomulco es uno de los municipios que más ha crecido, con vivienda abandonada y donde la UdeG tenía una deuda, con una población de 800 mil personas, cuyos estudiantes tenían que hacer tres horas para ir a estudiar y en plena pandemia aparece un centro universitario con un plan ambicioso: ser el más grande de la universidad, dando servicio a 3 mil estudiantes actualmente y pretenden llegar a 15 mil.
El expresidente municipal de Guadalajara, Ismael Del Toro, compartió el modelo de intervención local en seguridad ciudadana para recuperar la paz que incluye una guía en seguridad y prevención de barrios que atiende el espíritu de la guía al priorizar las particularidades de los barrios y la posterior implementación de acciones de prevención desde la caracterización de los barrios.
“El modelo posibilita que los implementadores dirijan su atención hacia la causa de los problemas y no solo a las consecuencias ya que atiende: las dinámicas comunitarias, con la finalidad de trabajar desde lo local, la mejora del entorno urbano y del espacio público y las condiciones de vulnerabilidad y riesgo.
Dijo que el modelo de proximidad social local implica articulación y acompañamiento entre actores como academias, ciudadanía, sociedad civil organizada, instancias públicas y agencias internacionales
Miguel Zárate, Coordinador General de Gestión Integral de Ciudad del Ayuntamiento de Guadalajara, compartió que en materia de seguridad ciudadana trabajen en tres líneas de acción que se enfocan desde perspectivas diversas.
“El primer enfoque es trabajar directamente con los habitantes de las comunidades, desde la infancia. En un segundo término, se trabaja en el territorio para asegurar espacios públicos se encuentren en óptimas condiciones y se labora en la reducción de los delitos, trabajando con una policía cercana a la ciudadanía”, indicó.