Griselda Piña

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Dos noches por semana, Griselda saluda a los amigos en el bar mientras pasa por las mesas rumbo al escenario. Saluda brevemente, sonríe y empiezan los acordes. Su voz —una voz de negra desconcertante— desborda el sitio, se fuga por el pasillo que conduce a la puerta y alcanza incluso sin micrófono a los fieles que se fuman un cigarro en la estrecha banqueta. Gris canta todos los viernes y sábados con la Chester Blues Band en Boogie House, Morelos 969.

La voz
Muchos asiduos al Boogie preguntan por qué entré a ese concurso. No a mí directamente, pero se lo preguntan a la banda. La verdad es que yo no me inscribí, me inscribieron. Y ya inscrita, pues por qué no audicionar. Me dije a mí misma que no podía decidir nada a base de prejuicios. El proceso de selección fue muy rápido y muy fácil. Y luego pensé que era una gran oportunidad de promoción. ¿Pero a costa de qué? La promoción puede ser una navaja de dos filos, si no te dejan ser puede resultar contraproducente. Por fortuna, mi tutor dejó bien claro que me dejaran en paz, que soy cantante y no tengo que hacer otras cosas para distraer. Fue un gusto tras otro, porque le encantó mi voz y no me hizo nunca ninguna corrección grave, sólo detalles de afinación. Lo que yo buscaba era justamente poner mi trabajo a consideración de alguien con tantísima experiencia. Y claro, llamar la atención sobre la banda y mi propuesta. Claro, todo estaba planeado hasta el último detalle y no pude ni mandar saludos, pero a fin de cuentas resultó: en Facebook y Twiter mis contactos se han multiplicado por cien.

Chester
Yo escuché soul y blues toda mi vida, pero cuando empecé a cantar a los 17 años lo que tocaba era rock: era corista en La Revolución de Emiliano Zapata, hasta que Kenny Avilés y su hermano me dijeron que en Chester buscaban vocalista. Yo sabía de su trayectoria de 30 años entonces, de sus improvisaciones, y todo mundo me decía maravillas de ellos. Así que me daba muchísimo temor y no hice mucho caso. Pero un día en el bar Barba Negra me aventaron a un “palomazo”, y tocamos tres rolas. Les encantó y desde ese momento me dijeron que me quedara. A mí todavía me daba miedo y les dije que no. Tuvieron que pasar dos largas conversaciones en un café para convencerme. Es que estar en un grupo es como una relación de matrimonio, es así de frágil y así de comprometido. Hay que tener respeto por tus compañeros hasta en el último detalle, procurar la buena comunicación, no faltar y trabajar. Porque no importa el pasado, la trayectoria está ahí, claro y la experiencia cuenta, pero lo más importante es mantenerse vigente. Y hace ya diez años de eso.

Nada más
No soy entretenida en el escenario. No platico entre rola y rola, no hago chistes, no hago espectáculo. Yo llego y canto. Eso es todo. Canto y espero que la gente entienda lo que quiero expresar sin necesidad de nada más.

Escenario
Sí tomé clases de canto durante más o menos un año, cuando comencé. Pero el escenario es el mejor maestro. El escenario te proporciona todo: ahí aprendí a respirar, a modular, a afinar, a todo. La práctica es lo esencial. Aunque nunca he dejado de estudiar con métodos, de investigar cómo cuidar y mantener mi voz. En eso ocupo mis tardes, y en leer sobre psicología, para mantenerme al día en mi profesión de día.

Influencias
Siempre me piden canciones de Janis Joplin. No los culpo: tienen muy buen gusto. Pero siempre que la piden me entra un no sé qué… reniego un poco… es muy difícil, Janis. Pero no me quejo, la verdad me gusta batallar. Siempre he escogido cantantes difíciles de interpretar, porque es la música que escucho, son las mejores: Aretha Franklin, Diane Schuur, Coco Taylor, Etta James… No es que me clave en imitarlas, pero sí en estudiarlas para aprender de ellas. En oírlas, sobre todo: un buen ejecutante debe tener buen oído, pues de ahí deriva lo demás. El resultado es una influencia, claro, pero en lo que me he concentrado ha sido en trabajar mi propia voz, en hallarle un color y un cuerpo propios. Quiero que aunque se puedan hacer comparaciones, aunque se puedan encontrar rastros e influencias, se distinga mi voz.

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