Hacemos nuestra pobreza

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Que nuestras universidades públicas deben transformar sus contenidos y métodos de enseñanza es algo que la realidad grita. Abrir las escuelas a la ciencia de punta no significa cerrar las carreras tradicionales: siempre urgirán nuevas generaciones de médicos y de abogados. Ya en la actualidad, si comparamos población general y médicos, descubrimos que faltan, pero en la sierra, a donde los muchachos no quieren ir y no tenemos (por suerte) un gobierno como el cubano que los obligue a ir. Prefieren ser representantes de Abbot. O ganar en el IMSS lo s 200 pesos diarios que las sirvientas listas.
Se acusa de la pobreza, con milenios, al llamado neoliberalismo, con años. Yo veo un México mucho menos pobre. En mi pueblo, cuando era niño, había mucha gente de huarache. Ahora todos traen botas vaqueras. Y los huaraches son de estudiantes, como el morral. Por el contrario, hay pueblos que se han vaciado y los habitan sólo ancianos. ¡El neoliberalismo! No: su ausencia, pues tener empleos exige atraer capitales, que de inicio vemos con desconfianza: “¿Qué nos querrán robar?” ¡Pero si no tienes nada, estúpido!
La retórica de moda va contra las empresas que desean invertir y “explotan” el trabajo. Resultado: los ricos se abstienen de ese crimen, y los pueblos se vacían porque sus jóvenes se van, a nado, a donde los “exploten” como piscadores. No hemos visto que nuestra pobreza la hacemos nosotros, no los malvados extranjeros que quieren poner aquí sus contaminantes fábricas de aviones, tractores y trenes. Les gritamos que se larguen a ponerlas a China. Y eso hacen.
La pobreza de México tiene como sustento un pensamiento universitario irracional. ¿Un club de golf donde hay un pedregal y víboras? No, porque será para los ricos y nuestros pobres serán jardineros. Eso gritó el PRD en Morelos, secundado por universitarios.
El pedregal sigue allí, para las lagartijas. Los morelenses pobres se van a Los íngeles… a ser jardineros. Es una oratoria criminal, producida por quienes tienen empleo seguro como maestros o diputados.
Hay un mercado internacional, sin fronteras (o con pocas). ¿No soñábamos con un mundo sin fronteras? Los europeos comenzaron por abatir los aranceles entre países. Primero las mercancías y en 30 años abatieron también las fronteras a los humanos. La apertura comercial exige reglas: no podemos hacer quebrar la industria zapatera de Guadalajara y León con zapatos chinos. Pero debemos aprender a competir. ¿Cómo? Con mejor calidad, mejor diseño. Los zapateros italianos no están a punto de quebrar por culpa de China… porque siguen haciendo los zapatos más prestigiados, y caros, del mundo.
Debemos formar futuros médicos y abogados. Pero más aún físicos, químicos e ingenieros porque, sin remedio, viene una nueva revolución industrial. Esos empleos harán mejor nivel de vida, el mejor nivel hará que rechacemos zapatos malos. Pero los laboratorios de química de universidades con la altura académica y el presupuesto de la Universidad de Guadalajara son los mismos que hace 50 años… con más gruesas capas de pintura.
No es cosa de sólo adaptarnos al mercado, sino de crear el mercado. Crear aquí, para el mercado neoliberal (¿hay otro?), las computadoras cuánticas y la fibra óptica de tercera generación que remodelarán el mundo en 10 años. Pero estamos ante una crisis que apoya pensamiento medieval con tecnología de punta. El Papa viaja en jet, y los globalifóbicos también. Están contra el neoliberalismo, pero comen manzanas de California a dólar .50 el kilo.
La magia, y los discursos contra el neoliberalismo se escriben en compus y se mandan por Internet que los distribuye por satélites que ponen en órbita cohetes… todo lo cual es producto del neoliberalismo. Los predicadores católicos, protestantes y musulmanes hablan del infierno por TV y los ven aterradas audiencias en teles de plasma, que ya están en barata gracias al mercado mundial. Los predicadores globalifóbicos hacen los mismo. Y circulan por Internet sus llamados a bloquear construcciones de hidroeléctricas o conferencias a las que llegan, todos, en aviones y comen hamburguesas Big Mac que no sólo están dondequiera, sino que están hechas con materias primas del mundo entero.
Un estudio de la Universidad de Calgary, Canadá, se titula: “Big Mac: The whole world on your plate”. El mundo entero en tu plato: las papas fueron domesticadas en el Perú precolombino, la mostaza en la India, trigo y cebollas en el Oriente Medio. Los investigadores encontraron unos 20 ingredientes diversos originados alrededor del mundo. Contiene vegetales, carbohidratos y proteínas. Todo. Pero es el símbolo del diablo neoliberal, porque da empleo (explota) a miles y compra productos (explota) a millones. Vayan y díganle a esos empleados y agricultores que los salvarán de las garras de Mac Donald’s: morirán linchados. [

Contacto: Grady Semmens, gsemmens@ucalgary.ca, University of Calgary.

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