Héctor Rangel Villalobos

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La Universidad de Guadalajara es punto de referencia en el ámbito nacional en investigaciones sobre antropología molecular. Próximamente el INAH y Conaculta publicarán un libro sobre el tema
Conocer el registro de ADN de nuestros antepasados, los cambios que hay de una raza a otra y hasta el patrón de migración de los habitantes que poblaron el continente americano, son algunas de las conclusiones que presentará pronto el doctor Héctor Rangel Villalobos, en una publicación de Conaculta y del Instituto Nacional de Antropología e Historia, como parte de su reconocimiento por ganar uno de los premios INAH 2007, por su trabajo “Antropología molecular, aportes al cromosoma y a la historia biológica del hombre”.

¿De qué trata este trabajo galardonado?
Fue una revisión de las aportaciones del cromosoma del hombre a lo largo de la historia, su evolución, las semejanzas que nos hacen recordar y entender nuestro pasado. Presentamos esta investigación, los datos, los resultados, pero de una manera accesible, sin dejar fuera las pruebas científicas, los aportes antropológicos, pero también datos sencillos. Explicamos conceptos, los fundamentos de la genética básica, cómo hacer un estudio de genética molecular y su utilidad, entre otros conceptos.

¿Cuándo publican su trabajo por parte del INAH y Conaculta?
Aún no hay fecha, pero seguramente me hablarán antes para afinar detalles.

¿Qué es la antropología molecular?
Es una rama que estudia el material genético, sus cambios, mutaciones, todo lo relacionado con nuestros ancestros y su estudio. Nos ayuda a confirmar o descartar hipótesis sobre grupos étnicos, cultura. En este trabajo se involucra mucha gente: estudiantes, investigadores. Fue una ardua labor.

¿Siente que este reconocimiento le abre las puertas?
Sí, por supuesto. Ya tenemos un lugar a escala nacional como instituto de investigación. Somos punto de referencia y eso nos podrá ayudar a tener más apoyo, lo cual es necesario para fortalecer nuestra labor.
El doctor Rangel Villalobos tiene ocho años trabajando en la Universidad de Guadalajara. Es licenciado en biología y posee maestrías y postgrados en genética humana. Por su tenacidad y esfuerzo diario, consiguió que dos de sus proyectos obtuvieran financiamiento en los años 2001 y 2006.

¿Cuáles son sus próximos trabajos?
Seguiremos trabajando en la misma línea. Actualmente estamos en los estudios del cromosoma materno y sus aportaciones. Es un tema grande, complejo, que requiere de toda nuestra atención, pero también de involucrar a más personas, de fomentarles el gusto por este tipo de lecturas, de análisis, de reflexión.

¿Es difícil dedicarse a este tipo de investigación?
Sí, pero también te deja satisfacciones. Poca gente se dedica a esto. Lo ideal sería que mucha gente lo viera, más que como un trabajo de investigación, como parte de su profesión y formación. Hay mucho que estudiar, que sacarle provecho, porque es un área relacionada con varias disciplinas.

¿Cuál es su utilidad?
Conocer el origen del hombre, su pasado, su evolución, y rechazar teorías sobre la existencia de los antepasados, las razas; entender esa evolución, cuestionarnos, buscar su origen.

¿Cómo se decidió al estudio de la genética?
Al salir de la carrera poco a poco el destino me fue llevando.

¿Qué le gusta más de su actividad?
Todo. No se puede trabajar a medias, tienes que dedicarte de tiempo completo a ello: a su estudio, investigación, análisis de resultados, y sobre todo, que hay mucho que leer, revisar y observar.

¿Su mayor sorpresa cuál ha sido?
Hay muchos casos, como lo que pasó en Asia. El ocho por ciento de cromosomas de ese continente tiene un origen común, que viene de hace mil años y casualmente ahí se amplió el imperio mongol, pues había un rey que fue dejando su rastro de cromosomas por diferentes partes del mundo, al tener relaciones sexuales con muchas mujeres. También me pareció importante el origen del hombre de ífrica y cómo se fue poblando primero Australia, Asia y después llegaron a Europa y América. Ese estudio es una sorpresa: el homo sapiens, la evolución del hombre… en fin.

¿En qué se documenta? ¿Cuántas horas dedica a esta actividad?
Mínimo cuatro horas diarias. Lo que pasa es que estoy muy relacionado siempre, porque soy asesor y dirijo algunas tesis, tanto de maestrías como de postgrado. Creo que hasta 70 por ciento de mi tiempo lo dedico a esta actividad y a veces siento que me hace falta más tiempo.

¿Qué lee, cómo se actualiza?
No hay muchos libros del tema. Lo que sí tengo son muchos artículos científicos que están colocados en uno de mis libreros más grandes. Es un estante con una recopilación de revistas que me encuentro por todos lados, incluso en internet, pero prefiero las revistas científicas, que para mí siempre son material de colección.

Primera persona

El doctor Héctor Rangel Villalobos, profesor del CUCiénega, tiene 36 años y por su labor de investigación obtuvo el premio INAH 2007; además, anteriormente había recibido dos becas del Conacyt para el financiamiento de proyectos relacionados con la genética y su estudio.

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