Hipertextualidad: poesía, arte y periodismo

La vida y toda escritura son iguales: tienen varios caminos pero una meta que se debe definir. Esta construcción la podemos encontrar en la hipertextualidad

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"La tierra baldía" y "Cuatro cuartetos" de T. S. Eliot son el mejor ejemplo de poemas-hipertextos. Foto: Internet

el arte perdura por su intensidad,
más allá de las cualidades de un dominio formal.
JORGE ARTURO OJEDA

Toda escritura, todo pensamiento y la vida misma es hipertextual, es decir, se construye con bases de distintas cosas para, luego, concentrarlas y hacer una reunión. Pese a que las técnicas para realizar todo escrito son variadas y diversas, no obstante debe existir, finalmente, una coherencia que vaya detallando lo escrito.

Qué, Quién, Cómo, Cuándo, Dónde y Por qué —las preguntas básicas del periodismo son las mismas a las que todo texto responde— hacen a manera de hipertexto una recolección informativa para finalmente encontrar un discurso entendible, legible, manejable para cualquier lector; esas interrogantes logran que las estructuras sean un camino que conduzca.

En realidad el hipertexto es como conducir un auto: uno hace distintas cosas a la vez, pero el fin es único: manejar el auto adecuadamente y llegar a un lugar. De ese modo, entonces, la vida misma y toda escritura es igual: tiene varios caminos pero una meta que se debe definir.

Se habla de arquitectura de la escritura. No es algo nuevo. La escritura es arquitectura, de eso no hay duda y es un antiguo concepto que también se puede explicar de manera inversa: toda arquitectura es escritura. Y el hipertexto se parece mucho al Barroco, y a su arquitectura: muchas líneas y un camino. Muchos sentidos y un destino de la mirada.

La poesía de largo aliento, esa que está expresada en poemas como Piedra de Sol de Octavio Paz, Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz o Muerte sin fin de José Gorostiza son poemas arquitectónicos y son hipertextos…

Pero quizás el mejor ejemplo de poemas-hipertextos sean La tierra baldía y Cuatro cuartetos de T. S. Eliot, cuya arquitectura y acercamiento al concepto de hipertexto del que hablamos es como el de la multimedia y el periodismo digital, ya que esos poemas (sobre todo Cuatro cuartetos) están edificados con una variedad muy amplia de información histórica, sensible y con infinitas imágenes y conceptos que, al final, responden a las preguntas básicas de todo texto, que son las preguntas del periodismo tradicional.

El tiempo presente y el tiempo pasado

Acaso estén presentes en el tiempo futuro

Y tal vez al futuro lo contenga el pasado.

Si todo tiempo es un presente eterno

Todo tiempo es irredimible.

Lo que pudo haber sido es una abstracción

Que sigue siendo perpetua posibilidad

Sólo en un mundo de especulaciones.

Lo que pudo haber sido y lo que ha sido

Tienden a un solo fin, presente siempre.

Eco de pisadas en la memoria,

Van por el corredor que no seguimos

Hacia la puerta que no llegamos nunca a abrir

Y da al jardín de rosas. Así en tu mente

Resuenan mis palabras.

Pero no sé

Con cuál objeto perturbamos el polvo

Que vela el cuenco en donde están los pétalos

De rosa.

Y otros ecos

(Cuatro cuartetos, fragmento)

De hecho, el concepto de hipertexto aparece desde hace mucho, pero fueron los estructuralistas franceses quienes los utilizan como tal y a propósito en el siglo XX.

El concepto y la utilización ya son, a estas alturas, un modo que en la actualidad emplea la multimedia, pero que no es propio de ésta, sino que hasta nuestro pensamiento es así: un constante hipertexto.

El arte, la vida y las nuevas tecnologías como nunca están tan ligadas y se han contaminado (en el gran sentido del término) para hacer que las cosas sean de otro modo, pero finalmente del mismo como han sido: múltiples, emocionantes, intensas. El periodismo digital, ni duda cabe, emplea e implementa todo a su alcance para ser de ese modo: múltiple, emocionante, intenso pero concentrado…

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