Fotografía: Iván Lara González

Anécdotas de la infancia del pintor y escritor chihuahuense Rafael Saenz Félix son el objeto de las crónicas incluídas en su libro Mujeres que visten de negro, que tiene a una de sus protagonistas a su abuela materna, con quien el pintor y escultor creció en su primera infancia en su natal pueblo arechuyvo Uruachic, en la sierra de Chihuahua.

El artista, radicado en Jalisco, presentó el libro en el campus Belenes, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), en una charla organizada en conjunto con el Gobierno de Jalisco, en la que sostuvo un diálogo con estudiantes y colegas.

Narró que siendo un joven heredó el baúl de su abuela en el que encontró una fotografía en la que ella posaba junto a su hermana y a un hombre que después identificó como Alberto Chacón, uno de los que conformaron el grupo conocido como “Los dorados” que acompañaron al revolucionario Pancho Villa por todo el país durante la Revolución Mexicana.

Fotografía: Iván Lara González

El texto tiene un aire de pueblo, en el que las narraciones junto al fogón de la cocina dan una sensación de estar en casa comiendo pinole con leche, uno de los desayunos típicos de Chihuahua y que ya no es común, contó el artista nacido en 1942.

Señaló que muchas de las recetas que están en el libro se constituyen en un documento histórico pues la población actual no las conoce y mucho menos las prepara.

Keila Jochebed Juárez González, directora de Juventudes del Gobierno del Estado de Jalisco, destacó la trayectoria de Saenz a quien consideró uno de los pintores más reconocidos de Jalisco, que formó parte de un colectivo que se caracterizaba por un “gran talento” y por una “empatía y solidaridad” entre ellos.

Fotografía: Iván Lara González

Dijo que el libro muestra a un Rafael Sáenz niño que creció en un pueblo y que se caracterizaba por ser “alegre, curioso, ocurrente, ingenioso” y que desde sus primeros años de infancia se decantó por la pintura, en gran medida apoyado por su abuela.

El libro también describe las costumbres de su pueblo en la sierra baja tarahumara en el que muchas de las mujeres pasaban años vestidas de negro en luto por sus familiares o se reunían a conversar en las casas.

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