En el extremo sur de la Playa de los Muertos, en Puerto Vallarta, varias personas videograbaron el momento en que un cerro colapsó, justo donde se construía una obra y de donde se había extraído material para levantar lo que parecía un edificio.
El alud de lodo y piedras cayó por la ladera hasta la playa desde 12 metros de altura, en medio de la maquinaria, sin provocar afectaciones a personas.
Este evento, que ocurrió la tarde del martes 10 de agosto, es resultado de una urbanización que no respeta el entorno natural y que omitió los atlas de riesgo que demarcan al sur del municipio como una zona de riesgo de deslaves.
Así lo explicaron José Alfonso Baños Francia, investigador y urbanista del Centro Universitario de la Costa (CUCosta) y Carlos Suárez Plascencia, investigador y geógrafo del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de la UdeG.
Entre el mar y la sierra hay riesgo
Desde hace años, Suárez Plascencia es uno de los especialistas que participó en la creación de los atlas de riesgo de Puerto Vallarta, donde se identifica a la línea de costa del sur del municipio como una zona potencialmente peligrosa.
“Es un área de peligro por deslizamiento de tierras; desde hace 20 años ocurren de forma continua los deslaves en toda la ribera, desde la Playa de los Muertos hasta Mismaloya”, manifestó.
Detalló que estos eventos se deben a dos situaciones: una, porque en el entorno entre la Playa de los Muertos, Amapas y Conchas Chinas ocurren deslizamientos, provenientes de la sierra hacia el mar, desde hace miles de años, mucho antes de que seres humanos se asentaran en la bahía.
“Esta zona comenzó a urbanizarse debido a su privilegiada vista frente al mar, pero el terreno no es bueno para urbanizar, pues es un antiguo deslizamiento donde el material está totalmente fracturado y quebrado”, describió.
Añadió que si bien el suelo está compactado por la gravedad, en realidad no tiene una estructura firme. “Por lo tanto, cuando modifican el terreno para urbanizar, y con el paso del tiempo y las lluvias, hace que ocurran esas problemáticas”, agregó el geógrafo del CUCSH.
“Por lo menos, desde el año 2000 han sucedido continuos derrumbes, pero no tan fuertes como el de hace unos días”.
Resaltó que en los videos del derrumbe se ve cómo se intentó generar anclajes para estabilizar los cimientos de la obra, lo que físicamente no ocurre por la inestabilidad del terreno, que se acentuó debido a las lluvias.
Caída de rocas y casas fracturadas
La otra situación que ocurre en el sur de Puerto Vallarta, más cercano a Mismaloya, es que ahí es común que haya caída de rocas, ya que abundan cerros de granito poco estabilizados.
“Por lo que cualquier temblor hace que pierdan equilibrio y vayan hacia las laderas bajas, causando daño a edificaciones junto a la carretera”, indicó Suárez Plascencia.
“Es una zona preciosa, por eso se vende; pero conlleva un peligro importante. Si caminas por Conchas Chinas ves casas fracturadas, pues existe un constante movimiento en la zona”, recalcó.
Recordó que en el sitio del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), toda persona puede consultar los atlas de riesgo para conocer si la zona en la que se pretende adquirir un terreno está en riesgo.
Un efecto de la urbanización extractivista
Las nuevas dinámicas turísticas en Puerto Vallarta también son un motor de cambio en la composición urbana de la ciudad, mismas que han llevado a que se reconstruyan espacios que generan impacto, afirma Baños Francia, urbanista del CUCosta.
“Lo ocurrido es una llamada de atención. No sólo es el deslave, sino lo que hay detrás, que es el aceleramiento de una mentalidad que busca extraer los beneficios territoriales para una minoría de desarrolladores, pero con implicaciones para la comunidad”, dijo.
“Esta es una crónica de una tragedia anunciada».
«No sólo en el predio en particular, sino en la forma en que hemos gestionado el ordenamiento y crecimiento urbano en la zona turística de Puerto Vallarta”, manifestó.
Explicó que en los últimos diez años en Puerto Vallarta se ha acelerado el proceso de extracción inmobiliaria y muchas de estas casas de gran extensión se han vendido para construir torres de departamentos diseñados para el turismo de plataformas.
“Antes ahí (donde ocurrió el deslave), había una casa, que era Casa Serena, que de alguna manera respetaba las condiciones del territorio y era más empática con la naturaleza”, recordó.
Baños Francia mencionó que con dicho evento se comprueba cómo esos cambios abruptos no sólo afectan el paisaje y el entorno natural, sino también las infraestructuras como calles, drenaje y otros servicios; ya que el deslave implicó daños estructurales en la colonia Amapas de Puerto Vallarta.
“Esto es una llamada de atención importante para cambiar este modelo insostenible de crecimiento en la franja turística”.
Dijo que el agua de lluvia y la sal marina también influyeron en la tragedia dentro de dicho predio, que estuvo prácticamente expuesto durante un año y que incluso había sido clausurado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.