La prostitución femenina es una práctica que privilegia el ejercicio del poder de los hombres: a través del dinero tienen acceso al cuerpo de las mujeres para su diversión, placer o ejercicio de violencia; práctica que no penaliza a los varones pese a someter cuerpos y dignidades de quienes se encuentran en desigualdad económica.
El profesor-investigador del Departamento de Humanidades, Artes y Culturas Extranjeras del Centro Universitario de lo Lagos (CULagos), Ángel Christian Luna Alfaro, propone cuestionar el papel de los hombres en la prostitución vista como trata de personas.
“Discutimos que el beneficiario principal de la trata, del trabajo sexual, de la prostitución o como se le quiera llamar sigue siendo el hombre, la figura intocable en las normas, en las leyes”, declaró
Este problema se aborda en el libro Masculinidades, prostitución y trata de personas, publicado por la Editorial Universitaria, que busca poner en la agenda el escenario de la prostitución desde el abolicionismo.
«Es decir, que se erradique y que exista una penalización para los hombres prostituyentes; los hombres que pagan por sexo y que someten a diversos tipos de personas que no solamente serían mujeres, niñas, adolescentes y otras”.
La publicación, un trabajo pionero, incómodo y que invita a la reflexión, incentiva el diálogo entre la academia, asociaciones civiles y mujeres que dejaron la situación de prostitución; un análisis que respeta el trabajo sexual y que sigue cuestionando la causa profunda.
“Aunque exista el discurso feminista de ‘Mi cuerpo, mi decisión’ –que respetamos y en el que nos involucramos–. Qué tanto puedes decidir cuando ya te eligieron, si te estás ofreciendo físicamente y habrá que reflexionar cosas más profundas como la prostitución del cuerpo”.
Donde no hay concesiones es en la estigmatización social de las mujeres prostitutas a costa de los prostituyentes “porque casi siempre decimosl, ‘Ahí en la esquina están las chavas, prostituyéndose’; pero jamás decimos ‘Ahí en la esquina están un montón de hombres pagando a las mujeres por tener sexo’”, destacó.
Además, la propuesta pone en el centro el deseo de los hombres, no el de las mujeres: ellas no quieren, no desean tener sexo con los hombres, pues sólo encuentran en la prostitución un medio de subsistencia.
“Ellas no quieren tener sexo con ellos, pero existe la circunstancia económica precaria con desigualdad de condiciones económicas; por tal motivo, consideramos que el prostituyente paga por violar a mujeres”, afirmó el investigador.
Esta posición radical discute enfáticamente la práctica masculina y busca espacios de diálogo en la agenda nacional y latinoamericana.
“El problema jamás tendrá que ver con las mujeres, sino con la demanda que existe por el montón de hombres poderosos en el mundo que someten cuerpos con fines sexuales de diversión y de placer”, subrayó.
Los autores también discuten las libertades, pues con ellas los hombres transitan hacia escenarios violentos, e impunes a costa de las mujeres.
“Todo hombre que asiste a un escenario prostitucional, donde tenemos que pagar para tener un encuentro sexual sin preservativo; para golpear, humillar, denigrar con palabras y con actitudes constantes a las mujeres en situación de prostitución; por eso van a buscar mujeres, no van a enamorarse”, acotó.
El texto lo coordinó Luna Alfaro con textos de su autoría y de Roxana Rodríguez Bravo, María Gabriela Córdoba, Óscar Montiel Torres y Sergio Antonio Aguilar Zamudio.