Por: Iván Serrano Jauregui
Antes de crear la composición de un proyecto es necesario vivir el terreno, conocer su patrimonio natural y el cultural también.
Eso lo sabe bien Jaime Muñoz Sánchez, quien está a punto de terminar la licenciatura en Arquitectura en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), y cuyo talento para plasmar en papel ideas que pueden convertirse en espacios únicos lo llevó a ganar el XXXIX Premio Nacional a la Composición Arquitectónica Alberto J. Pani.
Esta distinción la otorga la Asociación de Instituciones de la Enseñanza de la Arquitectura de la República Mexicana (Asinea), tras un concurso en el que participaron 42 representantes de universidades del país en esta edición de 2023.
El concurso consistió en dos fases, una en Ciudad de México y la otra en Oaxaca. En la primera se le pidió a los 42 jóvenes que realizaran la composición de un proyecto de pabellón comercial para el Centro Cultural Universitario de Ciudad Universitaria de la UNAM; de la cual sólo cinco pasaron a la final.
Los cinco finalistas tuvieron que idear un segundo proyecto que consistió en una propuesta urbana y arquitectónica que conectara el Centro Histórico de Oaxaca con la zona arqueológica de Monte Albán.
Jaime Muñoz Sánchez regresó a Guadalajara con un reconocimiento impreso como finalista, uno por ser el ganador del concurso, una medalla con el Hombre de Vitruvio grabado y un estímulo económico de 50 mil pesos.
¿Cómo fue tu incursión en este concurso nacional del que saliste victorioso?
Estoy terminando la tesis, entonces el maestro de proyecto me invitó a mandar mi portafolio; aquí hay un comité de selección en el CUAAD, entonces lo primero que hice fue actualizar mi portafolio, lo mandé y después me mandaron un correo diciéndome que fui seleccionado para representar al CUAAD en Ciudad Universitaria de la UNAM.
Tengo entendido que el concurso consistió en dos proyectos sorpresa ¿en qué consistió el primero en la Ciudad de México?
La primera etapa fue crear un proyecto cuya idea era conectar lo que es el Pabellón Nacional de la Biodiversidad, con los otros edificios que del centro cultural, como el MUAC y la Sala Nezahualcóyotl. Tuvimos una charla para darnos como un contexto, de qué es lo que vamos a hacer, después de eso tuvimos visita de campo y ya prácticamente toda la tarde tuvimos para empezar a trabajar el proyecto. Entonces la idea era cómo conectar estos dos espacios a través de un proyecto comercial cultural y que, además, se apoyara a la integración entre los espacios. Mi propuesta parte de que mi edificio sea un objeto escultórico que «nazca del cielo», entonces generé la propuesta de que tenga cubiertas verdes y que con este desnivel pudiéramos conectar dos estacionamientos.
Después de la primera etapa con la que fuiste uno de los cinco que pasaron a la final en Oaxaca, ¿qué te pidieron realizar?
Fue generar un proyecto de un centro de visitantes para la zona arqueológica de Monte Albán, donde la idea era conectar dos polígonos de protección que se tienen en Oaxaca: la zona arqueológica y el Centro Histórico. Nos tocó hacer mucha investigación de campo. Oaxaca tiene al Río Atoyac que era una problemática, entonces mi idea fue generar un corredor biocultural a través de la generación de proyectos estratégicos a lo largo del río, que pudiera conectar ambas zonas, que se vieran beneficiadas las comunidades de alrededor, los usuarios y que generar cierta pertinencia. Además también retomé motivos de la arquitectura zapoteca de Monte Albán, como el doble crucifijo, talud tablero, mismos que reinterpretó en el proyecto.
¿Cómo te sientes tras entre triunfo, en donde fuiste el mejor de 42 colegas que representaron a escuelas de arquitectura en el país?
Me siento feliz de regresar a la Universidad de Guadalajara un poco de lo mucho que me ha dado; me ha dado muchas oportunidades. Ahora sólo disfruto, ya estoy por terminar la carrera, la tesis y a ponerme al corriente con las demás materias, pero feliz con el resultado.