Considerado como el fruto que permite preparar la mejor salsa que condimenta a la pasta: el jitomate, además del maíz, son algunos de los eslabones que unen a México e Italia, a pesar de que a su llegada a Europa, fueron poco valorados, recibieron nombres despectivos y hasta, en el primer caso, fue usada como planta ornamental.
En la actualidad, la comida italiana y la dieta mediterránea no se conciben sin el jitomate, además de una gran cantidad de chiles, planteó el economista Paolo Bifani durante el Foro de cultura y naturaleza, realizado en la FIL.
“El jitomate puede ser un símbolo de vinculación entre Italia y México. Es un elemento que si uno analiza la historia, el aspecto cultural, de diversidad biológica, incluso, como parte de la dieta, eso resume la unión” y brinda identidad, coincidió con el investigador de la UdeG, Arturo Curiel Ballesteros.
Analizó las diferencias y coincidencias entre ambas naciones. México es uno de los países con más riqueza biológica del mundo, mientras que Italia (casi siete veces más pequeño que el territorio nacional) tiene la mayor cantidad de recursos naturales en Europa.
Paolo Bifani se preguntó: ¿Qué productos mexicanos son importantes en la producción de alimentos italianos? La primera respuesta fue el maíz, que fue llamado “trigo de moro” en el viejo continente. Ahora Italia es el segundo productor europeo de este grano y lo emplea sobre todo para consumo humano.
“Ya tenía que abordar el avión hacía Guadalajara y me acordé que era de Nápoles, primer lugar donde se empezó a cultivar el tomate en Europa, en las faldas del Vesubio. Ahí encontré la relación entre diversidad, alimentos y volcanes”, comentó ante la risas de los asistentes.
Al llegar a Europa, cerca de 1800, la población tuvo recelo del jitomate. Algunas recetas lo señalaban como venenoso. Tambien se consideró como una planta ornamental. En Francia era común que los novios lo regalaran, se le llamaba “manzana del amor”.
Bifani dijo que Italia tuvo la capacidad de asimilar estos productos, elaborar variedades y adaptarlas. La producción del jitomate italiano asciende a cerca de siete millones de toneladas y en México asciende a casi tres millones.
Conservación y aprovechamiento, el futuro
“Nuestro cuerpo está hecho de lo que comemos”, dijo el biólogo José Sarukhán Kermez. y que entre todas las expresiones culturales del hombre, la comida es la única en que incorporamos al organismo.
“Es conocido que existe una gran relación entre las áreas de gran diversidad biológica y cultural, así como el desarrollo de plantas, para el impulso de las civilizaciones, pero esto no lo entendemos y parece que todo está dirigido a no cuidar ambos aspectos. Cada día desaparece una lengua en algún lugar del mundo, por lo que falta sensibilidad para su protección, en el buen sentido de la palabra, y no como elementos de museo”.
Paolo Bifani indicó que para proteger la diversidad biológica hay un instrumento que es la Denominación de Origen. De hecho, “casi todas las variedades de jitomate italiano están protegidas con denominación de origen”.
Ante esto, Sarukhán Kermez dijo que tenemos muchos productos del campo que permitirían generar empleos en las comunidades.
Curiel Ballesteros concluyó que el tema de biodiversidad no es sólo para biólogos, sino que tiene que ver con sobrevivencia y la base cultural de los seres humanos. “Con base en ese reconocimiento nos permita comprender y valorar los servicios de los ecosistemas”.