Decenas de jóvenes estudiantes se acercaron y conocieron a la escritora chilena Diamela Eltit y su obra en una amena charla realizada como parte del programa “Mil jóvenes con…”, en la que habló de los horrores de la dictadura chilena, las fiestas y el proceso de escritura como una forma de volcar la vida.
El auditorio Juan Rulfo, de Expo Guadalajara, sede de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL 2021), fue el escenario de la conversación. Los asistentes, algunos con libro de Eltit en mano, escucharon atentos a la galardonada con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de este año y considerada una de las narradoras más disruptivas de la literatura latinoamericana.
La chilena recordó sus inicios en la literatura con un colectivo que organizaba actividades de protesta contra la dictadura mediante el arte como una forma de resistir la represión, la persecución y las desapariciones.
“Aprendimos a vivir en dictadura, no sabíamos, aprendimos a vivir, a recodificarnos enteramente. Las universidades pasaron a ser dirigidas por militares, eso puede parecer raro, pero así fue, tuvimos que vivir en ese contexto y empezamos los artistas a agruparnos en una cosa transversal en donde había teatro, poesía, artes visuales, etcétera, y formamos un grupo que hacía arte público, acciones de arte; teníamos que hacer algo porque la ciudad no nos pertenecía, había sido privatizada por ese régimen”, declaró.
Eltit narró a los jóvenes cómo fue comenzar a escribir durante los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet (en los setenta) en los que la cultura y el pensamiento eran mal vistos por un régimen que perseguía principalmente a los jóvenes.
Ante la pregunta de uno de los asistentes, la escritora contó que pese a los toques de queda impuestos por el régimen militar los jóvenes tenían maneras no sólo de producir literatura y cine contestatario, sino también de tener fiestas y conversar con otros.
“También nos divertíamos. El problema que teníamos era que las fiestas eran de toque a toque, es decir, no te podías ir en la noche a tu casa o terminar la fiesta porque no se podía salir a la calle; si ibas a una fiesta la palabra ‘sueño’ se tenía que borrar porque tenías que quedarte despierto hasta que se levantara el toque, es decir, al siguiente día”, contó con cierto tono divertido.
Una joven le pidió consejo acerca de cómo comenzar a escribir, a lo que Eltit respondió de forma espontánea: “¡Como puedas y cuando puedas!”.
“No hay una sola manera de narrar y, por lo tanto, se trata de que la escritura es trabajo, y una vez que se tiene una historia en la cabeza hay que buscar cómo narrarla, porque hay una escritura muy pedagógica. Buscar cómo esa historia puede adquirir singularidad, ese es un trabajo lento, pero hay que tener una historia para escribir, si no, no se puede escribir”, contestó.
“También nos divertíamos. El problema que teníamos era que las fiestas eran de toque a toque, es decir, no te podías ir en la noche a tu casa o terminar la fiesta porque no se podía salir a la calle; si ibas a una fiesta la palabra ‘sueño’ se tenía que borrar porque tenías que quedarte despierto hasta que se levantara el toque, es decir, al siguiente día”, contó con cierto tono divertido.
La escritora alentó a los jóvenes a trabajar por lograr la equidad de género en un mundo en el que las mujeres “no valen lo mismo” de acuerdo con el sistema económico y social que prevalece.
“El que a una mujer le paguen menos el mismo trabajo significa que para el sistema vale menos, es eso lo que tenemos que cambiar dentro de las familias, los tránsitos, las academias. Va a ser muy bonito el día en que valgamos lo mismo, todavía no valemos lo mismo; pero llegará un día. Es mi horizonte de esperanza que valgamos lo mismo hombres y mujeres, esa es la gran tarea social y cuyo mayor esfuerzo les pertenece a las chicas del siglo XXI”, concluyó Eltit.