Era la época de 1949, Miguel Alemán, presidente de México, anunciaba: “Diego Rivera es un genio del arte”; el Palacio de Bellas Artes se engalanaba para conmemorar los 50 años de vida artística del muralista y él disfrutaba de aquel espectáculo.
Nuestro país comenzaba a abrirse a la inversión extranjera y privada, el nacionalismo artístico que Rivera había promovido en sus murales comenzaba a pasar de moda. Sin embargo, centenares de personas estaban listas para observar las 500 obras del pintor montadas en Bellas Artes, ya que el nacionalismo que en un momento pudo haber sido ridículo o excesivamente político se convirtió por Diego Rivera en una fuerza cultural.
“Era el tiempo diegocéntrico que inició desde los murales que pintó en San Idelfonso 1922, hasta la muerte del pintor, porque Diego es provocador, un creador de leyendas instantáneas, es un estímulo para muchos artistas y que les da seguridad de que el nacionalismo vale la pena si es tratado con calidad estética”, asegura el escritor Carlos Monsiváis.
Era tanta la influencia de Diego Rivera, que la hija del pintor, Guadalupe Rivera (hija de susegunda esposa, Lupe Marín) no podía con la carga del apellido y le dijo a su padre que se quitaría el apellido: “Estaba yo en la facultad de derecho y algo me habían dicho, que estaba yo aburrida: Papá sabes que me quiero cambiar el apellido, se puso enojadisísimo, ¿cómo te atreves a decirme eso? Sí papá, es una lata eso de ser su hija. Luego se rió”.
Los amigos del pintor, el cineasta mexicano Gabriel Figueroa y el fotógrafo Manuel ílvarez Bravo, planearon hacer un cortometraje en el que el protagonista sería Diego Rivera.
Realizaron las tomas cinematográficas: Diego pintando, Diego observando a las mujeres con flores, Diego en Xochimilco, Diego en el mercado, Diego en su estudio pintando a Dolores del Río, Diego en compañía de unas tehuanas, Diego con su gran panza y lentes, Diego en la gran fiesta en Bellas Artes…
Por motivos descocidos, el cortometraje no fue concluido. Luego de más de 50 años enlatado, el material fílmico fue encontrado por Gabriel Figueroa Flores hijo. El cortometraje de 45 minutos mostraba a Diego rodeado de campesinos, indios del México que había idealizado y, al mismo tiempo, que había pintado hasta el tuétano.
Figueroa Flores y el nieto de Rivera, Diego López, decidieron retomar las imágenes por el valor estético e histórico y hacer con ello un documental llamado Un retrato de Diego.
El trabajo, que les llevó dos años y medio, y cinco millones de pesos, es una reflexión sobre la importancia de la obra de estos tres grandes artistas (Figueroa, ílvarez Bravo y Rivera) a partir del nacionalismo y su aportación a la iconografía nacional.
“Quisimos hablar de la interacción de los tres artistas y lo que aportaron en la primera mitad del siglo XX a la plástica en México. Diego y Gabriel son representantes del movimiento nacionalista en el arte y don Manuel como un artista moderno y visionario por estar en medio de una circunstancia hacia el nacionalismo”, comentó Diego López, director de Goitia.
Los intelectuales Alfonso Morales, Carlos Monsiváis y José Luis Cuevas matizan con sus reflexiones las imágenes que aparecen en el documental, acompañados por música de los clásicos autores mexicanos como Julián Cabello, Silvestre Revueltas, Arturo Márquez y Ana Lara, que van desde los años 20 hasta la época actual.
Por el documental se conoce que Diego Rivera era un amante de la fotografía y el cine. “Su obra esta influenciada por la fotografía fija de Edward Weston y Tina Modotti, y en sus pinturas continuas tiene un tratamiento cinematográfico, como la ubicada en la escalera de la Secretaría de Educación Pública en la ciudad de México”, dijo Diego López.
“Diego Rivera no sólo es un artista reconocido en su momento, sino que buscaba la polémica. Le gustaba participar de los movimientos sociales de nuestro país y dar una opinión. Su obra artística aunque a unos les gustaba y a otros no, siempre fue reconocida como de calidad. Uno de los artistas que más ha influenciado en el desarrollo de las artes de nuestro país”.
La vida privada de Diego ha quedado desplazada desde que Frida se convirtió en una figura pública de enorme trascendencia artística, social y política. “Diego ha quedado sesgado en que sí era mujeriego, es un punto de vista superficial porque finalmente las relaciones son de dos personas y que ante todo fueron compañeros porque estuvieron en las buenas y en las malas”, dijo López.
Un retrato de Diego se estrenó en el Festival de Morelia, además se exhibió en el Museo Nacional de Arte en la ciudad de México para conmemorar los 50 años de muerte de Rivera e hizo un recorrido por diferentes estados. Asimismo fue proyectada en San Antonio, en la Universidad de Texas y en Los íngeles, también participará en el Festival de Hamburgo y de Río de Janeiro.
Un retrato de Diego se presentó el pasado 18 de septiembre en el Cinematógrafo Arte Audiovisual de la UdeG, que se ubica en Casa Zuno.
Alejandro Sánchez, director del cinematógrafo dijo que el documental, así como demás trabajos de España, Alemania y México visitarán zonas de Tlaquepaque, Zapopan y Tlajomulco para colaborar en la difusión del arte.