Hasta 2007, 896 mil 709 mexicanos habían emigrado a Estados Unidos para buscar empleo o reunirse con algún familiar. El 55 por ciento de ellos fueron jóvenes de entre 15 y 29 años, revela la “Encuesta sobre migración en la frontera norte”. El documento también arroja que más de 52 mil migrantes provenían de Jalisco y en su mayoría eran indocumentados.
La cantidad de jóvenes mexicanos en busca de realizar el “sueño americano” ha ido en aumento en los últimos años y la tendencia es que siga creciendo ante la falta de oportunidades de empleo y educación. Por lo tanto, lejos de verse únicamente desde las estadísticas, es necesario analizar a qué responde este fenómeno, señaló la maestra Nicté Castañeda Camey, estudiante del doctorado en Ciencias Sociales y académica de la Universidad de Guadalajara.
En su tesis de doctorado, la investigadora analizó las raíces cualitativas de la problemática juvenil urbana y su relación con la emigración a Estados Unidos, ya que según indica, “los datos estadísticos son de mucha importancia, pero resulta ineficiente solamente enunciar la problemática desde una manera cuantitativa”.
Castañeda Camey realizó la investigación con jóvenes de 15 a 29 años que viven en la colonia Constitución, en la zona metropolitana de Guadalajara, una de las más ligadas a la emigración. Explicó la doctorante del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, que tomó en cuenta la opinión de jóvenes que han emigrado o que piensan hacerlo, pero también de otros que estudian o que sufren la falta de oportunidades.
La investigación arrojó que todos los jóvenes entrevistados tienen por lo menos a un familiar en Estados Unidos, factor determinante en la idea de emprender el viaje entre los 15 y 17 años. Según la Encuesta Nacional de la Juventud, publicada en 2006, 23 por ciento de los jóvenes de la ZMG han pensado en emigrar al país del norte.
La investigación revela que la familia sigue teniendo un valor importante en la colonia, “donde se generan expectativas y se toman decisiones para la vida. A pesar de que los jóvenes saben que continuar sus estudios significa tener un mejor empleo, muchas veces prefieren aportar dinero a la familia para mejorar la calidad de vida y es cuando abandonan sus estudios, que generalmente es antes o terminando la secundaria. Los jóvenes que han podido continuar estudiando están seguros que obtendrán un mejor trabajo y ‘que la van a hacer’, pero en ocasiones se encuentran con que no hay empleo de lo que estudiaron”, explicó Castañeda Camey.
Los mexicanos que emigran a Estados Unidos envían entre 20 y 25 mil millones de dólares al año en remesas, ingresos que según la investigación benefician a las familias. “Ellos dicen que a pesar de las ausencias de los padres o parientes, se benefician de las remesas, les ayudan a cambiar la situación económica e incluso a mantener sus estudios. Los jóvenes que tienen padres en Estados Unidos sí han tenido oportunidades diferentes”, abundó la especialista, y agregó que este problema no puede verse únicamente desde el punto de vista negativo, ya que la emigración también implica una acumulación de experiencias y una estrategia de movilidad social.
Maleta llena de ilusiones
Prosperidad y trabajo son deseos que están presentes en el imaginario de los jóvenes con relación a “la vida en el norte”. Nicté Castañeda informó que los entrevistados están llenos de expectativas. Una fundamental: ganar dinero.
De acuerdo al estudio, en promedio los jóvenes regresan a los dos o tres años y si les fue bien, se vuelven a ir. En el caso de los que han regresado, Castañeda Camey explicó que relatan que la vida en el país del norte es dura y los hace vulnerables.
“Esta vulnerabilidad de los jóvenes que están en Estados Unidos la represento en tres elementos: la educación, porque son pocos los que emigran con educación media o superior; el empleo, porque consiguen trabajos de mala calidad; y migración, porque generalmente emigran indocumentados y en situaciones de clandestinidad”.