“Nadie sabe lo que yo sufro: violencia en mi casa y maltrato de mis compañeros”, “Tengo deseos de morir”, “Me quiero escapar de mi casa”, comentan jóvenes adolescentes de dos secundarias de la zona Oblatos, uno de los lugares que registra altos niveles de violencia en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
La violencia en el interior de las familias, en el salón de clases o por parte de las instituciones, así como maltrato físico, psicológico o la violencia sexual, son las principales formas de agresión que sufren los adolescentes, revela la investigación “La violencia sexual y formas de afrontamiento en población adolescente”, realizada por la investigadora del Departamento de Psicología Aplicada, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Alejandra de Gante Casas, en conjunto con otros investigadores universitarios.
“Hemos observado dos conductas extremas: pasividad por una baja autoestima y un joven vulnerable a más violencia o la traducción de violencia y agresiones hacia los demás. Aunque también conductas depresivas y autodestructivas son frecuentes y en ambos géneros”, comentó la académica.
El estudio, el cual continúa desarrollándose, advierte que la violencia entre iguales o el llamado bullying es invisible para los estudiantes. “Lo interesante es que los muchachos no visibilizan el bullying. Aceptan que sus compañeros de vez en cuando les llaman por apodos, pero ellos no lo identifican como una forma de violación a los derechos humanos y de respeto al otro, pero al tener más información al respecto, cambian su actitud”.
De ahí que el adolescente víctima de violencia es más propenso a involucrarse en pandillas, indicó.
“Hemos detectado que algunos jóvenes se incorporan a las pandillas, como un elemento de sobrevivencia y son más vulnerables a los antivalores”, explicó. Además, presentan bajo rendimiento escolar, dificultad para desarrollar actitudes asertivas y menos probabilidad de que realicen un proyecto de vida a largo plazo, en el que incluya el objetivo de trabajar, estudiar y salir adelante.
De un total de 692 experiencias compartidas por los estudiantes de secundaria, de los cuales el 48 por ciento son hombres y el resto mujeres, revelaron que en 374 casos, es decir, el 57 por ciento del total de experiencias recabadas, hubo maltrato: 219 fueron por agresión sexual; 77 psicológica; 69 de acoso y hostigamiento; 28 violación y en 37 violencia combinada.
La investigadora comentó que en las etapas del estudio se enfocan en detectar a través de cuestionarios y entrevistas las principales formas de violencia que viven los jóvenes, elaborar un diagnóstico sobre cuáles son los estilos y formas en que los adolescentes afrontan la violencia, detectar estudiantes líderes y formarlos como mediadores mediante talleres y finalmente conformar un programa de intervención y mediación al interior de la escuela.
Desde el inicio de la investigación, en 2007, han trabajado con 3 mil 360 jóvenes de secundaria y el programa se ha dio conformando “desde la visión de los propios estudiantes, desde sus propias experiencias, con el apoyo de los académicos de la misma escuela, especialistas y padres de familia. El objetivo es formar mediadores que sepan que existen diferentes estrategias para resolver conflictos”.
El equipo de especialistas trabaja bajo el principio de Universidades socialmente responsables, por lo que también buscan formar a estudiantes de pregrado en los campos de la investigación y del trabajo en comunidad y a su vez colaborar en la prevención de violencia en adolescentes, problema que padecen siete de cada 10 jóvenes mexicanos, según datos del Instituto Mexicano de la Juventud (Injuve).
“Esto es lo más grave, que no estamos atendiendo la formación de personalidades fuertes, con decisión, autocrítica y valores para asumir las siguientes etapas de la vida. Espero que con los jóvenes que estamos trabajando y acompañándolos a lo largo de su instrucción secundaria, cuando lleguen al bachillerato tengan las herramientas y sean menos vulnerables a esta corrupción, la que pueden ejercer hacia ellos, los iguales o los adultos”.
El proyecto es evaluado por el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Gobierno de Jalisco (Coecytjal) y consideran que el programa de intervención y mediación será compartido con la Universidad Complutense de Madrid.