Lo que para muchos se resume en violencia irracional y vandalismo, para otros, como las barras bravas que apoyan a los equipos de futbol, son un espejo de la sociedad actual. En ese sentido, la investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), Mercedes Palencia, argumenta que “mientras menos espacios existan para congregar gente o de darle espacio político, más violencia habrá en los estadios”.
Y agrega: “Yo pienso que las barras de futbol son una manifestación más allá de lo que está sucediendo en la sociedad. Se me hace muy poco profundo decir que son unos violentos, que no saben respetar, como los medios de comunicación lo han dicho”.
En la etapa de cuartos de final de la liguilla del futbol mexicano, en el partido entre el Guadalajara y el Atlas, jóvenes integrantes de la Barra 51 del Atlas saltaron al terreno de juego del Estadio Jalisco para exigirle a los jugadores del conjunto rojinegro que “pusieran awante”, lo que a la postre propició un enfrentamiento entre los aficionados que querían seguir saltando a la cancha contra elementos antimotines que resguardaban el juego. El saldo fue de nueve detenidos, que en días pasados fueron remitidos a Puente Grande, consignados por delitos contra representantes de la autoridad, lesiones, daño a las cosas, pandillerismo y delito de violencia en eventos deportivos.
Joel Alejandro “Cyrus” estuvo en las gradas de la Zona Norte donde se congrega la “51”. Ni decir que porta una camiseta del Atlas. Es joven, ronda los 23 años y dice irle a su equipo desde siempre. Su conocimiento de barrista se funda en años de experiencia, habla de grupos como los del centro u otros que se esparcen por la ciudad. Platica que ese domingo había grupos infiltrados. Jóvenes que normalmente no están en la barra y que ese día, desde que empezó el partido, estaban muy agresivos, incluso con los mismos integrantes. “Nos gritaban a todos que no dejáramos de cantar, que pusiéramos huevos. Lo que pasa es que muchos son amigos de los líderes de la barra, para ellos esto es un negocio. Los infiltrados nos gritaban que pusiéramos awante”.
“El awante es una práctica cultural de los jóvenes de las barras que significa varias cosas —comenta Mercedes Palencia. Una de ellas es soportar, o sea, es dar hasta lo que sea posible. Ellos piensan que si animan al equipo, de ellos depende que el equipo gane. El futbol y la violencia son un termómetro de lo que está sucediendo en nuestra sociedad y que hay que analizar más allá de la violencia, así como todos los discursos que circulan sobre la violencia y de la cual, todo se lo queremos achacar a los jóvenes, que son unos desordenados y unos vándalos”.
En el mismo sentido, Rafael Hernández, ex integrante de la Barra 51, opina que muchas cuestiones que producen violencia en las barras no nacen precisamente de los aficionados, sino del estigma y la represión que existe sobre estos grupos: “Es cierto que los operativos están hechos más para reprimir que para prevenir cualquier cuestión que pudiera pasar”.
Añade: “El ingresar banderas, trapos, cantar, saltar, siento que son fugas para sacar la adrenalina que se pueda acumular durante el partido. Cuando la policía evita que esa gente libere esa adrenalina, que de una u otra forma tiene la necesidad de sacarla, la única forma o alternativa que encuentran para ello es la violencia”.
Mercedes Palencia confirma que otra cuestión importante es que allí se nota el reflejo de que el policía “es un personaje poco respetado en la sociedad”, y agrega que el futbol es un espejo de la falta de espacios para hacerse partícipe en decisiones o cuestiones políticas.
“El irle a un equipo de futbol es lo más parecido a irle a un partido, le vamos a unos colores, es más, si platicamos con gente de Chivas, dicen lo que es Chivas, igual con Atlas, y construyen una identificación similar a la política, y esto sucederá mientras no existan espacios políticos donde los jóvenes se puedan congregar en ciertos ideales, seguirán dándole al awante todo el efecto que tiene y toda la trascendencia que tiene”.
“Se vive diferente ser de una barra —me dice Manuel Santillán, mejor conocido como ‘El Mele’, integrante de barra de Chivas—, el hecho de ser de una barra es porque sientes algo más fuerte por tu equipo, es como un compromiso. El problema es que hubo un tiempo donde las barras llegaron a invadir barrios y los integrantes de esas zonas son los que buscan la confrontación, porque ellos buscan más cuestiones de pandillerismo”.
La especialista de la UdeG concluye que el punto no es defender a la barra, sino comprender los hechos: “Esto es para que seamos responsables todos, no unicamente los jóvenes, que no se tome sólo como de unos alborotadores”.