La frontera en la pantalla

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Cuando en el cine se habla de fronteras, no sólo se refiere al borde geográfico o al espacio territorial donde colindan dos países, también hay fronteras morales, sociales, políticas y culturales. El cine contemporáneo plantea un nuevo concepto para referirse a la frontera como fondo de escenarios fílmicos, que trascienden la zona del borde con todas sus implicaciones. El primer Congreso Nacional de la Red de Investigadores de Cine (REDIC) titulado “Cine y Frontera. Territorios ilimitados de la mirada”, tiene como uno de sus objetivos reflexionar acerca de esta propuesta conceptual, centrándose principalmente en la frontera entre México y Estados Unidos.

Representación fílmica
El cine desde la ficción o el documental, ha sido partícipe y testigo del fenómeno de la migración global y del proceso que vive el migrante en su búsqueda identitaria. A su vez, el séptimo arte ha jugado en los últimos años un papel muy importante en la construcción y representación de la frontera. El cine fronterizo ha propiciado nuevos conceptos sobre la migración, pero al mismo tiempo ha sido generador de estereotipos sobre la frontera.
La doctora Norma Iglesias Prieto, profesora e investigadora del departamento de estudios chicanos de la Universidad Estatal de San Diego —y participante de este congreso—, destaca la importancia del cine en la construcción imaginada de nación, así como la responsabilidad que tienen los realizadores en el momento de contar una historia. “El cine es un espejo, refleja lo que pasa en la sociedad, cuando hay problemas o eventos que afectan al país, siempre hay una representación en el cine como una respuesta a lo que pasa. Pero también, al mismo tiempo, el cine proyecta, se adelanta a mostrar cosas que la gente quiere ver. Sin embargo, a pesar de que el tema de la migración es un fenómeno complejo con muchos ángulos y aristas, el cine no siempre ha reflejado esta complejidad y ha tendido a representaciones sumamente simples y estereotipadas de la migración. Estas historias tienen algo de verdad y de mentira, porque hay una construcción imaginada y desde luego en el imaginario social de nuestro país, la imagen del migrante tiene que ver con lo que generan los medios de comunicación y en este caso con lo que genera el cine. El cineasta tiene una gran responsabilidad, tiene el poder de representar, de contribuir a la construcción imaginada de una nación, de una región, de un sector de la población, pues no se narra cualquier cosa, es algo que pesa a nivel individual, familiar y social en la nación”.
Sobre este primer congreso —en el que participan más de 20 ponentes procedentes de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia. Suiza, España y Brasil—, destacó la importancia de discutir y analizar el tema de la migración en el cine, ya que es algo vigente en nuestros días. “Es importante reconocer que el fenómeno de la migración es tan antiguo como la historia de la humanidad; siempre ha existido la migración por diferentes razones. La diferencia es que hoy en día se ha acrecentado el número de personas que se ven forzadas a emigrar. Lo anterior está vinculado con los procesos de la globalización de la sociedad, que al mismo tiempo provocan concentración de riqueza y por otra parte empujan a la gente a salir de sus lugares de origen. En países como México, con una tradición de migración indocumentada hacia Estados Unidos, el fenómeno de la migración atrae muchos públicos. Se dice que todos somos en México migrantes en potencia, o que tenemos algún pariente o conocido migrante; es decir, este tipo de historias y de narrativas forman parte de nuestra historia personal. El cine ha jugado un papel importante en la historia de nuestro país. No podríamos pensar México sin el cine y toda la idea de la mexicanidad construida en los años 30, 40, o 50 a partir de éste. Es vital que se reflexione sobre el cine y otros temas estratégicos de la discusión global de hoy en día. Qué significa la migración y las fronteras en la sociedad contemporánea, así como los problemas de la identidad: quiénes somos, quiénes queremos ser y hacia dónde vamos o queremos ir”.

Cine fronterizo
Para este primer congreso de Cine y Frontera se eligieron tres películas que abordan el tema, y las diferentes situaciones por las que atraviesan los migrantes. Las cintas seleccionadas representan una parte de la realidad de quienes se van y de quienes se quedan.
Espaldas mojadas (1953), de Alejandro Galindo, es la historia de un hombre que luego de cruzar la línea fronteriza no logra adaptarse a su nueva vida en Estados Unidos. Vive con temor y al mismo tiempo añora a su país. El filme muestra las dificultades a las que se enfrenta el indocumentado: conseguir trabajo, la igualdad de derechos, la barrera del idioma, la soledad y la transición cultural.
Sin nombre (2009) es la ópera prima del director norteamericano Cary Jugi Fukunaga. La película se rodó en México con actores latinoamericanos. La cinta se centra en una adolescente hondureña decidida a llegar a Estados Unidos. La historia se vuelve un cruce de fronteras geográficas y morales que muestran el encuentro de dos viajes paralelos.
Al otro lado (2005), de Natalia Almada. Este es un documental que presenta parte de las situaciones que empujan a cruzar la frontera. La película está contada desde el punto de vista de un pescador de Sinaloa, que ante la crisis económica por la que atraviesa debe tomar una decisión: convertirse en traficante de drogas o cruzar al otro lado de manera ilegal. El corrido mexicano está presente durante toda la cinta, como una forma de acentuar el contexto geográfico, cultural, social y político en el que se encuentra el protagonista. “En las películas que vi en Estados Unidos, la inmigración y el narcotráfico siempre son abordados desde fuera, hablan de los temas como si fuesen dilemas morales y no realidades económicas. Con Al otro lado sentí la necesidad de mostrar cómo la crisis económica obligaba a tantos mexicanos a arriesgar sus vidas, bajo la esperanza de una vida mejor”, comentó Natalia el día del estreno.
Las películas serán proyectadas en el Cineforo durante los días del congreso —del 25 al 27 de noviembre. Cine y Frontera es organizado por la Red de Investigadores de Cine (REDIC) y el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), dentro del marco de la edición 23 de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. La sede del congreso es la sala Mariano Otero y la entrada es gratuita.

ENTREVISTA CON ALEJANDRO PELAYO RANGEL

La creación de un género
Conversación vía telefónica con el doctor Alejandro Pelayo Rangel, agregado cultural de la Embajada de México en la ciudad de Los íngeles y director de películas como Miroslava (1993).

Como cineasta, ¿cuál es su opinión sobre el estado actual de la migración y los migrantes?
Desde la llegada de Obama a la presidencia de Estados Unidos hay una gran expectativa porque se dé una ley de migración importante. Sin embargo, sabemos que es muy difícil mover las diferentes fuerzas políticas de este país. Las hay a favor y en contra. Lo importante para nosotros es cómo se empieza a reflejar la migración en el cine. Me atrevería a decir que ya se volvió un género, el género del cine de migrantes.

¿En este momento el cine juega un papel importante en la representación de la migración y la frontera?
El cine nunca juega un papel importante. El cine no genera políticas, genera conciencia. Nunca vamos a ver que se hace una ley por una película. Pero el hecho de que se realicen, que se pasen y que las vea la gente, quiere decir que hay una preocupación, que es un tema vigente y latente.

¿Qué tanto ha influido el cine en la generación de nuevos conceptos sobre migración?
Influyen más las organizaciones. El cine es un testigo nada más. Es hecho por artistas. La posición del artista y en este caso la del cineasta, es adelantarse a lo que pasa, hacer conciencia y compartirla. El artista está más despierto a los temas sociales. Se hace una película, la gente la ve y se forma una opinión. El cine junto con la televisión, sirven para formar una opinión, pero no para hacer cambios radicales.
¿Considera que el cine es un generador de estereotipos sobre la frontera y la migración?
Claro, por supuesto. Puede generar estereotipos y se han generado. Faltan películas más directas, menos maquilladas. Muchos filmes se van por el impacto emocional o dramático y ahí se empieza a estereotipar. En ese sentido, el cine documental cumple muy bien esa función, de ser testigo de una realidad sin maquillaje.

¿Por qué es importante realizar este tipo de congresos?
No sólo es una buena oportunidad para presentar ponencias y actualizarse sobre las nuevas tendencias, sino también para establecer relaciones con otros académicos. En los últimos años el cine de frontera se ha constituido en un género propio y como tal habrá que analizar los estereotipos del género, saber si se está siendo honesto o se está creando una realidad que no es. Es un buen momento para discutirlo.

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