En sincronía, la música de timba y son iba marcando el ritmo de alrededor de 350 personas que bailaban alineadas en siete círculos concéntricos. En la Plaza del Santuario en Guadalajara, aquellos movimientos eran emocionantes para el espectador y bien gozados por quienes los ejecutaban.
Era una gran Rueda de Casino, un baile de salsa en el que hombres y mujeres demuestran gran coordinación, tras las indicaciones de un animador desde la consola de sonido que cadenciaba este baile cubano tradicional de la década de 1950.
Dicho espectáculo, que convocó a decenas de academias de baile de México el pasado 30 de abril, es el resultado del proyecto de maestría en Gestión y Desarrollo Cultural, del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), de la egresada Julia Edith Díaz Escobell, quien también realizó la tesis El baile popular cubano como generador de procesos interculturales en Guadalajara.
“Cuando estaba estudiando la maestría, me daba cuenta que cuando iba al Callejón de los Rumberos (lugar donde se baila salsa en Guadalajara) muchos de los tapatíos usaban en sus muñecas la mano de orula, que significa que estaban en un proceso religioso de la santería (religión practicada en Cuba)”.
“Por sí misma, la comunidad salsera se organiza muy bien y no me necesitaba como gestora cultural, pero en el trabajo de mi tesis me di cuenta que Jalisco tiene afrodescendientes y que estos pasaban desapercibidos”, dijo la también egresada de la licenciatura en Artes Escénicas para la Expresión Dancística del CUAAD.
Por ello, con el objetivo de que más jaliscienses revaloren la importancia de las culturas afrodescendientes en el contexto identitario y social mexicano, el sábado 30 abril la gestora cultural, junto con el club Gran Rueda de Casino (integrado por varias academias de baile en México), realizó un baile público que convocó a bailarines y vecinos del barrio de El Santuario.
“Estos bailes generan convivencia. Decidí hacer un proyecto ejecutivo relacionado a lo afro, para poder llevar a jóvenes la idea de que si les gusta bailar estos ritmos, éstos tienen que ver con una raíz común a la nuestra. Y así, que de a poco se vaya construyendo otra opinión sobre lo afro, pues en Jalisco tenemos tendencia a ser racistas con respecto al tema”, compartió.
Hay herencia afro en Jalisco
Díaz Escobell compartió que, según el censo 2020 del INEGI, en México 2 millones 576 mil 213 personas de habitantes se reconocen a sí mismas como afrodescendientes. De dicha cifra Jalisco se posiciona en el quinto lugar en número de habitantes de este sector.
Y aunque en esta entidad históricamente se ha invisibilizado la tercera raíz cultural, hay indicios de ella en manifestaciones culturales que datan de siglos pasados; así como ciertas características fenotípicas de muchos de sus habitantes, como el cabello rizado, la piel oscura, labios gruesos y más.
“Cuando yo hablaba de la afrodescendencia en Jalisco, me decían que no, que eso sólo en Veracruz o Oaxaca, que acá nunca hubo. Pero mientras más investigaba en documentos de El Colegio de Jalisco descubrí que se habla de una influencia afro incluso en los sones de mariachi”.
“Ahí dice que el faldeo de las mujeres inicia como en los bailes yemayá o de Oshún (deidad de la religión yoruba), pues antes nuestras culturas no enseñaban más allá del tobillo”, detalló.
Quien ha acompañado a Díaz Escobell es Marleys Meléndez Moré, colombiana de ascendencia africana que estudia el doctorado en Educación en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH). Ella comenta que debido a la herencia de la tercera raíz, prácticamente la mayoría de los mexicanos son afrodescendientes.
“En unos resalta más que en otros por la cuestión fenotípica, pero hay personas que fenotípicamente no lo son pero se auto-describen como afrodescendientes por sus apellidos, costumbres o sus abuelos”.
“Es problemático que en Jalisco la gente se quiera considerar afros, pues si no se sigue trabajando en el proceso reinvidicacion de lo negro, quién querría pertenecer a una comunidad que históricamente se ha desvalorizado; hay que rescatar las raíces desde el valor de lo afro”, manifestó Meléndez Moré.
Un poco de historia de los bailes de origen afrocubano
La gestora cultural cuenta sobre cómo en México llegó esta música cubana gracias a la Época del Cine de Oro, cuando el imaginario sobre aquel país cambió al presentar espectáculos de rumba, chachachá y mambo. “Invade la generación de nuestros abuelos y padres tremendamente, pero acá en Jalisco se estaba dando el ambiente salsero”.
“Todos los bailes cubanos que conocemos, como mambo, chachachá, salsa o son se generan a partir de las religiones africanas que llegaron a Cuba. A los cabildos en Cuba les permitieron continuar con su música religiosa, pues Cuba despuntaba en economía por la caña”, detalló.
Dijo que tras la Revolución en Haití, los franceses exiliados de esa isla llegaron a Cuba y su música se combinó con la de la religión africana, dando así la generación de ritmos como la rumba yambú y la rumba guaguancó.
José Gerardo Montalvo Hernández, egresado de la licenciatura en Contaduría del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) y miembro del club de la Gran Rueda de Casino, explicó que ésta nació en los años 50 en la Habana, Cuba, cuando la gente de poder adquisitivo se reunía en el club llamado El Casino, a donde el resto de la ciudadanía anhelaba acudir por la forma en que se bailaba ahí.
“Empiezan a llamarle baile de ‘El Casino’, pues veían que ahí bailaban en forma de rueda y así es como queda el nombre: ‘Rueda de Casino’. La música que suena es timba y son y el formato del baile se le llama rueda, pero en pareja es salsa”.
En esta última Gran Rueda de Casino, que fue la quinta ocasión que se realiza en la ciudad, participaron 356 personas originarias de ciudades del Área Metropolitana de Guadalajara, Ciudad de México, Fresnillo, Puerto Vallarta, Toluca y Zacatecas.
“Esto quisimos copiarlo por la cantidad de comunidad atraída por el ambiente salsero y cubano en Guadalajara”, compartió Montalvo Hernández, quien invita a sumarse al Facebook de Gran Rueda de Casino y las escuelas que lo integran, donde se ensaya hasta por tres meses.