LA HISTORIA DEL MUSEO DE CIENCIAS AMBIENTALES

NARRADA POR RAÚL PADILLA LÓPEZ

El Museo de Ciencias Ambientales es un proyecto único en su tipo y es uno de los edificios con los que se completará el Centro Cultural Universitario de la Universidad de Guadalajara.

Es la primera vez que se publica esta narración de un proyecto que ha sido apoyado y avalado por autoridades nacionales e internacionales en los campos de la museografía, las ciencias ambientales y el urbanismo

EDUARDO SANTANA CASTELLÓN

ENTREVISTA

Entre el 26 y 27 de diciembre de 2017, el Director General del Museo de Ciencias Ambientales, Eduardo Santana Castellón (ESC) entrevistó al Licenciado Raúl Padilla López (RPL), quien narró la historia de cómo nació la idea de este recinto.

Raúl Padilla López falleció el 2 de abril de 2023. En esta entrevista que recuperamos para nuestros lectores, narra el papel de muchas personalidades que estuvieron involucradas en la concepción de este gran proyecto. Algunas de ellas, al igual de Padilla López, ya no están con nosotros.

E.S.C.- Después de la inauguración del Conjunto de Artes Escénicas y la Cineteca del Centro Cultural Universitario de la Universidad de Guadalajara, el siguiente inmueble a inaugurar será el Museo de Ciencias Ambientales. Por eso te solicité esta entrevista, para que nos cuentes en tus propias palabras cómo surgió el proyecto.

R.P.L.-La historia es muy romántica y muy bonita, y se entrelaza con la historia del Centro Cultural Universitario. Muy poca gente la conoce. La historia del Museo inicia con el museo de paleontología que queríamos hacer con el Ingeniero Federico Solórzano en el edificio donde ahora se ubica el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. Y la del Centro Cultural Universitario, que inicia con el Arquitecto Jorge Camberos, que era un tipo fuera de serie.

E.S.C.- No me tocó conocer a ninguno de los dos.

R.P.L.- Jorge Camberos era arquitecto-urbanista y fue director del Instituto de Urbanismo y Asentamientos Humanos. Con él hicimos un primer plan maestro para peatonalizar la Calle Escorza con motivo del bicentenario de la Universidad de Guadalajara. Por falta de dinero no se concretó. Desde que yo era un funcionario menor en la universidad traía en la mente hacer un centro cultural. Cuando llegué al Departamento de Investigación Científica e Intercambio Académico (DICSA) tuve mundo, viajé, conocí lo de investigación, lo de comunicación, lo de la Sierra de Manantlán, lo de aquí y lo de allá. Era una época de expansión de los presupuestos de educación superior, sólo que poca gente lo ha registrado. La inflación para eso servía, como había aumento, era dinero que valía menos, pero era más dinero.

E.S.C.- Es que tú me habías dicho hace mucho que el Centro Cultural Universitario lo habías concebido originalmente en torno a la Rectoría.

R.P.L.- Sí, sí, de hecho cuando era director de DICSA se lo planteé al Rector Enrique Alfaro: mira, ¿por qué no? Pero mi idea en ese entonces era que el centro cultural estuviera alrededor del Paraninfo.

E.S.C.- ¿Por qué?

R.P.L.- Porque ya estaba el Cineforo, aunque en aquel entonces permanecía cerrado. Hicimos las gestiones para que se abriera. Y se abrió a partir del tercer festival de cine. Con el Cineforo habilitado, también considerábamos el terreno de un lado, ahí se iba a construir un teatro. Y donde está ahora el 7Eleven, ahí se iba a hacer una sala de conciertos. Y el Rector Alfaro se convenció de hacer ese proyecto. Mi primera gestión fue para que la Rectoría saliera del edificio donde está el Paraninfo y que ahí se instalara el museo de paleontología. Por eso te digo que el antecedente directo del Museo de Ciencias Ambientales es Federico Solórzano. Él fue una segunda figura paterna para mí. Era un ingeniero químico que tuvo un gran desempeño y reconocimiento como paleontólogo. Fundó la Sociedad de Ciencias Naturales de Jalisco y fue director del Museo Regional del INAH. Yo tenía amistad con Don Federico y él me convenció de hacer el Museo. Iba a ser un museo del pasado, porque se concentraba en fósiles y huesos. Me acuerdo de un concepto de Don Federico, él decía que si algo tenía Jalisco era antecedentes paleontológicos, por la Laguna de Chapala.

E.S.C.- Sí, y la de Zacoalco.

R.P.L.- Porque todo fue parte de un gran lago que llamaban el “Mar Chapálico”, y él encontró un mamut que está ahora en el Museo Regional. Me dijo: “¡Imagínate hacer un museo!”.  Y él hizo el guion para un museo universitario de paleontología. Entonces siendo yo Director de DICSA convoqué a varias personas a una cena con él. Fueron José Manuel Vázquez Aldana, Fernando Albarrán y Julio García Briseño para formar un patronato. El patronato iba a ser para remodelar el Paraninfo y albergar ahí el museo de paleontología. Para mí, ese museo iba a ser el pie de cría de todo el centro cultural. Bueno, obviamente no se hizo, pero porque no hubo dinero. Para esto, en el inter de los últimos dos años del Rector Alfaro se compró Casa Vallarta. Y yo traía a don Federico para arriba y para abajo. Y nada se resolvía, y entonces el Rector Alfaro me dijo:- “Mira ¿por qué mejor no hacer el museo en Casa Vallarta?”. Y yo le digo a Federico: “No es tan bueno como el Paraninfo, pero es lo que hay.” Y él estuvo de acuerdo. Por eso durante mucho tiempo las colecciones de Don Federico estuvieron guardadas ahí, en Casa Vallarta.

Cuando yo entro como Rector, pues sí… primero vino la crisis financiera y luego resolver muchos temas, el conflicto con la FEG y toda la homologación y demás. En 1992 yo le pido a Camberos que me haga un plan maestro para el centro cultural porque, yo como Rector, sí pensaba abandonar el Paraninfo. Pero no había dinero. Yo todavía tenía la idea de hacer el museo de paleontología. Pero a mí se me fue el tiempo con la descentralización y la nueva ley orgánica de la Universidad. Luego Camberos me visita un año antes de salir y me dice: “¿Oye Raúl, tienes una idea de cuánto va a costar un Centro Cultural aquí? Igual yo sigo trabajando en el plan maestro y no hay problema, pero analízalo.”

E.S.C. – Porque él lo estaba diseñando ahí, en torno al Paraninfo.

R.P.L.- Sí, y me dijo: “El Cineforo ya está, pero si quieres que haga algo realmente consistente, hay que meterle cimientos al Paraninfo. Te tienes que ir subterráneo para que quepa todo, y esto va a ser costosísimo.” Yo tenía la idea de que como ya había línea de tren, pues ¿qué tanto tardaría en llegar la línea del tren al Paraninfo y luego a La Minerva?

E.S.C. ¡Y es fecha que no ha llegado!

R.P.L.- Yo pensé que aprovecharíamos esas obras del tren para ahí terminar de hacer la infraestructura y que efectivamente se pudiera hacer también una sala de conciertos en los predios adyacentes. Pasa el tiempo y yo como Rector no pude. Y entonces el mismo Camberos, que ya había concluido el plan maestro, me dice: “¿Por qué no en el predio de Los Belenes? Allá hay mucha tierra.” Yo dije: “¡híjole!”

E.S.C.-¿Hasta allá?

R.P.L.- Sí, yo dije ¿Hasta allá?  Él decía: “Raúl, eso es una joya. ¿Qué tanto tarda en aquello ser accesible?  ¡Es una reserva formidable!”. Y es que esos terrenos habían sido parte de la Hacienda Los Belenes que perteneció a la familia de José Guadalupe Zuno. Después de la Revolución, la hacienda fue intervenida y la familia estableció un litigio con el gobierno federal que duró muchos años. Pero al llegar Luis Echeverría a la Presidencia de la República, Zuno se convirtió en el “primer suegro de la nación” porque él era el papá de María Esther Zuno, la esposa del Presidente. Zuno quería mucho a la Universidad, que él fundó cuando fue gobernador de Jalisco. La familia Zuno se desistió del juicio. La federación donó Los Belenes a la Universidad donde primero estuvo la Facultad de Agronomía y el programa de desarrollo de la comunidad, y ahora se encuentran los Centros Universitarios de Ciencias Económico Administrativas, de Ciencias Sociales y Humanidades, la Escuela Preparatoria 10 y el Centro Cultural Universitario. 

Pero siguiendo con la historia del Museo, yo me preguntaba: “¿Qué infraestructura cultural le hace falta a la ciudad de Guadalajara?” Y pensaba que lo que le hacía falta era una gran sala de conciertos y un gran teatro. Pensaba como ejemplos en el MET de Nueva York, la sala de conciertos, los museos de arte y de historia natural como en Chicago, Londres o París. Yo tenía la idea de que tuviera también una biblioteca. Que, por cierto, finalmente fue la biblioteca de donde nos colgamos para iniciar todo el proyecto. Se había tenido que desalojar la que estaba frente al Parque Agua Azul por los daños causados por el temblor y la humedad. Y se construyó en Los Belenes, junto con el auditorio.

Entonces yo quedé con Camberos que él haría un nuevo plan maestro en Los Belenes, pero él nunca lo pudo hacer. A los dos meses de esa entrevista fue cuando él me visita en la Rectoría. Lo recuerdo aún. Cuando me visitó al despedirse me dijo: “Sabes que traigo un dolorcito, me duele algo y voy al médico”. A las dos semanas él me habla por teléfono y me dice que es para despedirse. Yo le dije: “¿Te vas otra vez de viaje?”. Y él me dice: “No, me voy a morir. Pero no quiero que se haga ni velorio, ni sepelio, ni nada; me estoy despidiendo de mis amigos. ¿Te acuerdas cuando estuve en tu oficina y me dio un dolor? Me diagnosticaron cáncer de páncreas”. El cáncer fue tan agresivo que Camberos solo vivió unas tres semanas más. Yo me quedé con la idea que me dio Camberos. Pero no pude avanzar, luego se dieron las movilizaciones para la descentralización, para las prepas, y los mítines durante el gobierno de Rivera Aceves y toda la cosa…

E.S.C.- Espérate. Cuando Rivera Aceves fue la marcha con unas 50 mil personas en junio de 1994. Lo recuerdo porque fue un día antes de los congresos científicos que organizamos en el Holiday Inn de la  Society for Conservation Biology y la Association for Tropical Biology, donde  invitamos a José Sarukhán, Arturo Gómez-Pompa, Gonzalo Halffter, Julia Carabias, Exequiel Ezcurra y muchas personalidades de la ecología del país y del extranjero. Por el nivel de los invitados yo creo que le fue difícil a Rivera Aceves rechazar tu invitación de asistir a la inauguración del congreso, justo el día después de la marcha. Y ahí estuvo en el presídium. En la conferencia de prensa del congreso, los reporteros te preguntaron sobre el museo de arte y dijiste que estaría en el piso de abajo de la Rectoría.

R.P.L.- Exacto, fue en la planta baja, así. Yo en el último año de mi gestión como Rector General sí cumplí en hacer un museo, que ahora es el MUSA, pero no pudo ser el de paleontología que iba a estar en Casa Vallarta. Pero la idea de Don Federico evolucionó y él ya empezó a hablar de un museo de historia natural, más que de paleontología. [El Ing. Solórzano hizo un video sobre “el Museo del Hombre”.]  Mi idea era que, a tres meses antes de concluir mi gestión, termináramos de remodelar la planta alta y yo me saldría de Rectoría. Pero ya no hubo dinero. Por eso no me salí, pero quedó todo presupuestado en el proyecto ejecutivo. Hicimos la primera remodelación en del piso 11 del edificio administrativo para que se pudiera operar como oficina de Rectoría.

E.S.C.- Pero a pesar que dejaste todo listo, nunca se hizo el Museo.

R.P.L.- Cuando entra Víctor González Romero de Rector General hubo otras prioridades y el proyecto no avanzó. En ese inter, cuando fui diputado del Partido de la Revolución Democrática en el Congreso del Estado me vino a visitar el joven Mauricio de Font-Reaúlx para invitarme a un evento familiar. Me dijo que acababa de terminar la carrera de arquitectura y que su tesis era sobre un centro cultural. Yo lo conocía de niño porque su papá trabajaba conmigo. Era todo un personaje Don Mauricio. Simpático. Era un tipo formidable su papá. Yo le dije a Mauricio que estábamos desarrollando un centro cultural, con un proyecto que hizo Jorge Camberos para la zona de la Rectoría, pero que ahora la idea era que se hiciera en Los Belenes. Quedé en mandarle el plan maestro, pero nunca se lo pude enviar. Y pasó el tiempo. Cuando entra Trino Padilla como Rector General se acordó retomar el proyecto del Centro Cultural. Para entonces ya no dudé que se hiciera en Los Belenes porque ahí costaría menos. Formamos una primera figura administrativa para el Centro Cultural Universitario e invitamos a Roberto Castelán como su primer director.

E.S.C.- Bueno y Roberto ya sabía de cultura.

R.P.L.- Sí, porque acababa de ser Director de Cultura durante la rectoría de Víctor. Roberto invita a dos personas a trabajar como asesores, y uno de ellos era Mauricio. En ese inter entró Francisco Ramírez Acuña como presidente municipal de Guadalajara y lo convencen de hacer el Museo de Paleontología. No se pudo hacer el museo en mi periodo de Rector, ni en el siguiente. Entonces construyeron el Museo de Paleontología de Guadalajara en el Parque Agua Azul, lo cual me pareció una buena idea. Pero la verdad, quedó incompleta la idea original del museo de Don Federico, pero es un museo muy digno el del Agua Azul.

E.S.C.- Está bonito y es educativo.

R.P.L.- El segundo Director del Centro Cultural fue Mauricio, quien sugirió que incluyéramos en el plan maestro un Museo Guggenheim, y la verdad a mí al principio me pareció bien. Pero finalmente no lo hicimos, y qué bueno, porque ya conoces tú el desenlace de ese museo.

E.S.C.- Efectivamente, se planteó para el Parque El Mirador y no cuajó.

R.P.L.  Sí, y cuando no funcionó, produjimos con el Arquitecto Carlos Correa, con Mauricio y con el Arquitecto José Pliego, que es muy buen arquitecto conocedor de desarrollo urbano, las bases para hacer un concurso del plan maestro en Los Belenes. La idea era que toda el área de estacionamiento estuviera donde está actualmente el Auditorio Telmex, hacer un gran lote de estacionamiento. Y, sí, que la gente llegara ahí, y luego unos carritos los transportaban a los edificios culturales. Así lanzamos el primer concurso, con una idea de dos islas, una de estacionamientos y otra con los inmuebles culturales. Pero la verdad, esa idea era muy elemental.

E.S.C.- ¿Y hubo muchos proyectos sometidos al concurso del plan maestro?

R.P.L.- Fue por invitación y finalmente se presentaron seis proyectos. Por cierto, hubo una propuesta de Fernando González Gortázar para todo el Centro Cultural, que era realmente hermosa. Él trabajó siguiendo las bases del concurso, que los limitaban a una isla de inmuebles arquitectónicos y otra isla de estacionamientos. Él se atuvo a eso. Lo que él presentó fue el proyecto que más gustó, por mucho, pero era inviable financieramente. Él planteó estos cuatro edificios, pero poniéndolos en montículos, cada montículo iba a costar muchos millones de pesos. Como serían 4 o 5 montículos el costo se multiplicaba. Eran montículos de jardín y encima se construirían los inmuebles. La visión de Fernando era que primero introducía el pasado prehispánico con los montículos y luego seguía con la infraestructura contemporánea; digo, él es un arquitecto que hace investigaciones y estudia a profundidad sus temas.

E.S.C.- Y ahí están los montículos en la zona arqueológica vecina de El Grillo.

R.P.L.- Sí, ahí están esos montículos… Fernando dijo: “Construimos sobre lo que fue una idea de arquitectura monumental que hubo en el pasado.” Su idea era construirlo en fases en el tiempo. “Si ahorita por lo pronto se puede uno, pues se empieza uno. Pero ya está en la zona haciendo una huella arquitectónica. Si, en cinco años se puede otro, pues se hace el segundo; y cuando se pueda, el tercero, y cuando se pueda un cuarto…”. Pero era prohibitivo, nada más por el costo de cada montículo.  Finalmente ganó el proyecto de José Manuel Vázquez Aldana, que también era un buen proyecto. Mauricio trajo una visión más crítica del proyecto y también le dio más proyección internacional. Consultamos con Pedro Ramírez Vázquez sobre el Museo y el Centro Cultural, y él nos recomendó a otras personas que luego nos asesoraron, como Iker Larrauri, que hizo el proyecto museográfico del Museo Nacional de Antropología, y Miguel Ángel Corzo, que diseñó la exhibición “México, Esplendor de 30 Siglos”. Miguel Ángel nos apoyó mucho. Nos recomendó a Vanda Vitali del Museo de Historia Natural de Los Ángeles, y Vanda nos trajo a Edgar Pisani, quien había diseñado la política agrícola de Francia con DeGaulle.

Pero un gran acierto fue que trajimos a Brian Hall, especialista en teatros, para asesorar con el Auditorio utilizando el plan maestro de Vázquez Aldana. Brian es uno de los tipos más creativos que he conocido, y además tenía experiencia. Tuvimos una reunión de trabajo con Alejandro Luna, y Brian empieza a preguntar: “¿Y por qué así? ¿Y si el auditorio acá? ¿Y si el auditorio por allá?”, pero siempre dentro de esas dos islas que habíamos planteado originalmente en las bases del concurso. Y hubo un momento de iluminación, de brillantez, que nos sacó del esquema de las islas. Recuerdo que él empieza, y agarra piezas en un simulacro de maqueta: “Pues yo haría esto, me olvidaría de esto, pondría aquello,… y haría un distrito urbano”. Esas ideas originales fueron de él. Y además vi como asentía con la cabeza Alejandro Luna. Al ver eso, yo dije para mí: “Borrón y cuenta nueva” y le pregunté: “¿Cuál sería tu opinión de cómo hacerlo?” Y supimos escucharlo. Brian seguía: “Que si el estacionamiento lo metes abajo, o lo metes a los lados,  peatonalizas el espacio. Crearía dos polos sensores de tensión a los extremos, la Biblioteca y el Auditorio, en el centro ponen la sustancia, y entreverado en el complejo ponen los edificios de la unidades habitacionales”.  Y de ahí salió el esbozo del nuevo concepto para un distrito urbano cultural. El mismo Brian Hall nos dice: “Platiquen con César Pelli y conozcan la experiencia de Bilbao”. Fuimos a la Universidad de Yale a ver a Pelli y lo contratamos para la modificación del plan maestro. También nos recomendó que conociéramos el Postdamer Platz en Berlín. De ahí surge el programa actual, con un concepto similar al de la Ría de Bilbao. El Museo lo ubicamos en el corazón del Centro Cultural. Pero todavía ahí era un museo de historia natural tradicional. Y luego ya entraste tú y lo cambiaste. Acuérdate cuando te invité: la idea del Museo no era la de ahora.

E.S.C.- Bueno, pero cuando tú primero me hablaste de que querías hacer un museo de paleontología fue cuando estabas en DICSA y yo estaba en Manantlán. Luego me invitaste a participar en el diseño del Museo de Ciencias Ambientales y te dije que yo no sabía nada de museos, pero podía aportar en ecología y educación ambiental. Tú me dijiste textualmente: “Eduardo, la idea es hacer un Museo de Historia Natural… pero moderno… contemporáneo”. Y después me presentaste a Mauricio, que me dijo: “Queremos que sea un museo de lo vivo y del futuro, no de lo muerto y el pasado”. Y esas fueron las dos orientaciones que recibí de ustedes. Claro, también me apoyé en el proyecto de museo que había desarrollado la bióloga Leticia Reyes, que se llamaba la Eco-Esfera y tenía mucha solidez científica con salas con nombres como la hidrósfera, la atmósfera, la geosfera y la biósfera.

R.P.L.- Sí, bueno sí, en ese periodo trajimos a Lety Reyes y también a varios asesores que tenían mucha experiencia, como Silvia Singer, que había diseñado el excelente Museo Interactivo de Economía del Banco de México, y tenía experiencia en Universum y en el Papalote. Y a otros que ya te mencioné y a Vanda Vitali que nos organizó un taller con museólogos de Europa.

E.S.C.- Sí, yo participé, pero no había aceptado coordinar el proyecto. Me alentaron Mauricio, Silvia y el diseñador de Londres que contratamos, Alex McCuaig de Met Studios. Finalmente acepté en 2009. Me tocó elaborar con la orientación de Mauricio, Singer y Miquel Adriá, de la revista Arquine, las bases para el concurso arquitectónico del edificio que ganó Snøhetta de Noruega. Recuerdo que Mauricio, a sugerencia de Iker Laurrauri y su esposa, Mayan Cervantes, me pidió explorar que lo cambiáramos a un museo de la alimentación. Luego invitamos a Jorge Wagensberg del museo CosmoCaixa de Barcelona, que sugirió que hiciéramos un “museo de los biomas de México”. Y en el taller con Vanda Vitali sugirieron que hiciéramos “el museo de la supervivencia” y de otros temas. Todo eso me forzó a repensar cómo mantener el tema original de historia natural pero con un enfoque contemporáneo. Me sirvió mucho empezar a dar clases en el programa de Doctorado Ciudad, Territorio y Sustentabilidad y conocer los temas de investigación que presentaban los alumnos.

R.P.L.- Pues sí, ya tú propusiste que fuera un museo de historia natural visto desde la ciudad para inspirar la conservación de la naturaleza del Occidente de México. Con el Premio de Literatura José Emilio Pacheco y la Muestra de Cine Socioambiental.  Y que además tuviera un laboratorio de desarrollo comunitario como ustedes hacían en la Sierra de Manantlán. Que, por cierto, como antecedente, con la reforma del bachillerato en los años setenta en el predio Los Belenes donde estará el Museo establecimos el Centro Vocacional para el Desarrollo de la Comunidad. Pero eso ya lo dejamos para otra entrevista.

[No hubo otra entrevista.]

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