Nico no tiene una vida como la mayoría de los niños de su edad, pero conserva todo aquello que lo hace igual: imagina, juega, anhela, descubre. Sin embargo, vive bajo un puente en una fortaleza de madera, trapo y cartón.
“Es como muchos de los chicos que encontramos a diario en las esquinas haciendo malabares o limpiando parabrisas”, afirma René González, director, creador y actor de la puesta en escena de Niños de cartón, obra destinada al público infantil.
La obra busca hacer visible a una realidad que sólo se refleja en un sinfín de estadísticas, pero que dentro de la sociedad es una verdad normalizada o ignorada.
“Esa forma de mostrar a los niños en situación de calle es donde nuestra propuesta —presentada por la compañía “Tso, palabras del cuerpo”— se convierte en una opción crítica, porque la narrativa se desarrolla desde el punto de que, a pesar del entorno, Nico sigue siendo un niño”, explica René González.
¿Cómo fue el proceso de construcción del proyecto?
Niños de cartón presenta otras alternativas de contar, pensadas para que toda esta información —de los niños en situación de calle— debemos llevarla al público infantil. El tema es ése y no se puede discutir, pero el foco de atención es otro: no sólo la situación de calle o descubrir la vulnerabilidad de los niños, sino cómo estos niños siguen siendo niños, con todas las posibilidades que eso conlleva.
Un dato técnico muy importante es que, al ser un proyecto que incluye danza y teatro, la música y el movimiento se fueron creando de manera simultánea, porque en la danza solemos trabajar en los ritmos que tiene la música. Acá íbamos a la exploración de movimiento y, basados en eso, hacíamos la música con elementos claves para su armado.
¿Cómo se desarrolla la historia?
Gira en torno a un objeto de atención que descubren los niños, que es una caja y ellos imaginan una infinidad de situaciones, objetos y sujetos que podrían estar dentro de ella. Entonces la imaginación es realmente lo que trata de introducir al espectador al contexto, no es tanto la cuestión de calle; pero luego los símbolos, los objetos te van alineando el mensaje, donde se resalta que sí son vulnerables en situación de calle pero con estos otros elementos. A final de cuentas son niños.
Por ejemplo, el personaje principal tiene un amigo imaginario, que es un perro, pero que no es un perro, es un títere con cuerpo de bidón de solvente. El personaje se llama «Tufo» haciendo referencia al aroma que despide, así como a que los niños que viven en estos contextos están expuestos a esas tentaciones o cosas que no tienen cerca niños que viven en un hogar.
¿Qué te empuja a producir obras para los niños?
El intentar definir una propuesta para este público. Visibilizar a este público. La principal motivación es eso, darles un lugar dentro de estas manifestaciones porque no es erróneo pensar que muchos años las opciones destinadas a los más chicos no existieron. Actualmente ha habido compañías y colectivos que le han intentado dar lugar al pequeño espectador y nosotros lo hacemos para darles voz y también para fomentar la sensibilización desde una edad temprana a las realidades sociales. Además, yo creo que es una obra que va a confrontar al espectador, tanto a los padres como a los niños.
La puesta de teatro-danza es pensada para niños de entre cuatro y nueve años, y se presentó por primera ocasión el pasado domingo 16 de febrero en el Laboratorio de Artes y Variedades (LARVA), donde contará con una más como parte de las funciones de arranque del proyecto, que será este domingo 23 a las 13:00 horas. La primera temporada será el mes de junio en el Teatro Experimental de Jalisco (Calz Independencia Sur S/N, La Aurora, 44790 Guadalajara, Jal. Teléfono: 33 3619 1176).