Fotografía: Alejandra Leyva

Entre plantíos de zanahorias y jícamas, quienes hoy habitan en el barrio Ricardo Flores Magón construyeron con sus propias manos sus hogares cerca de los cruces de Periférico Norte y la Calzada Independencia, al Norte del municipio de Guadalajara.

Son vecinos y vecinas que en la década de 1970, con apoyo de un programa de vivienda social del gobierno que se les dotó de material, levantaron las casas que hoy están ordenadas en manzanas con andadores que desembocan en una plaza principal, a un costado de un mercado y cerca de una iglesia.

Las memorias de cómo se consolidó esta comunidad fueron desempolvadas por la fotógrafa Alejandra Leyva, egresada de la licenciatura en Periodismo del Centro Universitario de la Ciénega (CUCiénega).

Ella trabajó junto con habitantes del lugar, quienes recolectaron fotografías de archivos familiares que fueron “transferidas” a azulejos, mismos que fueron instalados debajo de la placa conmemorativa del barrio en la plazuela de la colonia Ricardo Flores Magón.

“Esa fue una residencia barrial que hice con Cultura Guadalajara. Ahí, junto con la compañía francesa Ouïe/Dire, se creó una obra resultado de un trabajo comunitario”, dijo.

Fotografía: Alejandra Leyva

“Mi propuesta, desde el día uno, cuando conocí la historia de la colonia Flores Magón, fue hablar sobre la memoria, porque esta colonia es súper interesante y única en Guadalajara porque los vecinos son quienes construyeron sus casas con apoyo del arquitecto Aleandro Zohn (reconocido y egresado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara)”, añadió Leyva.

“Lo que sabemos por los relatos de los habitantes de ahí es que Alejandro Zohn sí estuvo revisando la construcción del barrio (por parte de los habitantes quienes siguieron manuales de autoconstrucción)”, explicó.

Para la fotoperiodista, estos proyectos estimulan la memoria y el sentido de identidad entre los miembros de la comunidad; sobre todo para hacer frente a fenómenos como el despojo o la gentrificación.

Uno de los relatos es que la colonia no tenía nombre y se le conocía como “Camino a la Barranca de Huentitán”, pues en ese entonces era la periferia de la ciudad.

“Lo que me compartieron las vecinas era sobre una época de oro de la colonia, donde había un ambiente muy familiar, muy tranquilo, que contrasta con el ambiente de inseguridad”.

Fotografía: Alejandra Leyva

“Una de las propuestas fue hacer una restitución de la memoria –abundó–, porque es importante que el barrio y las nuevas generaciones conozcan esta historia de identidad y de orgullo. Por lo menos, son tres generaciones que han cobijado a esa colonia”.

Alejandra Leyva compartió que las fotografías se plasmaron en azulejo mediante una “transferencia”, que es una técnica mediante papel bond y la aplicación de un líquido y un fijador. Dichas imágenes pertenecen a los archivos de las señoras Lupita y Refugio. En las imágenes se muestra el gran esfuerzo y trabajo colectivo que inició en el año de 1976.

Proyectos artísticos que estimulan la cohesión social

Durante la instalación, las personas estimularon sus memorias al ver escenas del pasado que ellos, sus padres o abuelos vivieron. “El regresar a la identidad del territorio y sus narrativas es importante y el que en cualquier circunstancia en que te encuentres seas el dueño de la historia que te cuentan”.

La promotora cultural destacó que como artistas es importante acompañar a los miembros de la comunidad y no apropiarse de su voz, por ello, en este proyecto los propios habitantes hicieron la instalación de los azulejos y generaron el diálogo.

Fotografía: Alejandra Leyva

“El espacio social más importante de esta colonia es la plaza y el kiosco, donde se sientan las personas mayores a platicar; cuando llegan los chicos a jugar futbol o con las bicis o que van al mercado a comprar sus cosas. Que tanto el archivo trabaje con el territorio, el territorio trabaja con archivo”, dijo Leyva.

Este proyecto continuará, pues ella busca que la mayoría de los habitantes del barrio posean una copia de las fotos, que sea público. “Y que cuando un artista surja de la Flores Magón tenga a la mano el archivo de su comunidad y que se pueda trabajar con ello y se sientan orgullosos”, declaró.

Que los otros tomen su propia narrativa y sólo uno haga el conducto de ayudar en lo que sea necesario, pero siempre hay que dar el lugar a quien nos están compartiendo su historia”, aseguró la fotoperiodista.

Artículo anteriorInvita CUSur a coloquio sobre deporte y nutrición
Artículo siguienteExamen de admisión con ajustes razonables para la UdeG