La población migrante se caracteriza por la resiliencia al cambiar su lugar de origen en busca de mejores oportunidades de vida, travesía en la que en muchos casos se enfrenta a distintos obstáculos, desde el punto de partida hasta el lugar de destino, sobre todo cuando carecen de la documentación legal para hacerlo, lo que les hace estar expuestos a violaciones de sus derechos humanos.
El 3.5% del total de la población en el mundo son migrantes internacionales que tuvieron que salir por decisión propia o son desplazados de su país o ciudad por cuestiones de guerra, hambruna o violencia.
A pesar de que México se caracteriza por tener una población migratoria, poco hemos aprendido sobre salvaguardar los derechos humanos de las personas que transitan por el país para llegar al país vecino: Estados Unidos. El grado de dificultad para atravesar la frontera mexicana cada vez es mayor, por las situaciones de violencia y corrupción que enfrentan quienes se internan en territorio mexicano, además del estigma social con que carga el migrante.
La Organización Internacional de Migración estimó en 380 las muertes de migrantes al 14 de diciembre de 2020 en la frontera México-Estados Unidos, de las cuales en 169 se desconoce la causa del fallecimiento[1].
Por otra parte, la encuesta de percepción realizada por Comisión Nacional de Derechos Humanos y la UNAM en 2018, señala que los tres principales problemas a los que se enfrentan los migrantes durante su tránsito por México, son robos (20.3%), secuestro y crimen organizado (21%) y los operativos migratorios (15%).
Casi un 4% de los migrantes están expuestos a extorsión y corrupción de las autoridades mexicanas. En el estudio, los migrantes entrevistados señalaron que en la ruta ferroviaria por la que transitan por México para llegar a Estados Unidos, los grupos de seguridad privada, contratados para cuidar la mercancía, son violentos, usan arman, los extorsionan, los secuestran y perciben su presunta complicidad con el crimen organizado, así como con los agentes del Instituto Nacional de Migración, la Policía Federal y la Policía Municipal[2].
En este sentido, la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), en su informe del 2019, manifiesta las distintas situaciones a las que se exponen los migrantes en México, con los asaltos que representan el 77% del total y el 13% restante está relacionado con problemas de extorsión, abuso de autoridad, intimidación, secuestro, abuso sexual, trata de personas, entre otros.
Los migrantes identificaron como los principales agresores a los particulares, es decir, pandillas, delincuencia organizada o personas (68%), seguido por los cuerpos de seguridad, incluidos los policías, seguridad privada del tren y el Instituto Nacional de Migración (20%) y el resto es indeterminado[3], lo que corrobora los datos reportados por la UNAM.
Otra situación que prevalece en el fenómeno de la migración son los prejuicios; la encuesta realizada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la UNAM, identificó que 4.6% de las personas migrantes sufren de discriminación y racismo.
Casi el 70% de la población mexicana encuestada reconoció que sí se discrimina a las personas migrantes que cruzan por el país. Mientras que los migrantes entrevistados señalaron que un 55% se siente discriminado y destacan que esto se debe principalmente a la falta de dinero (33.4%), por su acento al hablar (30.7%), por su apariencia física (18.4%) y por su color de piel (11.7%).
Por su parte, en la Encuesta Nacional sobre Discriminación del INEGI, se identificó que el 39% de la población mexicana no está dispuesto a rentarle un cuarto de su vivienda a un extranjero y cuatro de cada diez personas mayores de 18 años, tienen poco o nada de respeto a las personas de otro país[4].
Ante esta situación en el país, dado que es uno de los corredores migratorios más importantes en el mundo, se requiere fortalecer las políticas públicas de protección a un sector de la población durante el tránsito por el país, que por su vulnerabilida es agredida, tanto en su integridad física como psicológica.
Asimismo, cambiar los patrones de comportamiento de una sociedad migrante como es la nuestra, donde recriminamos el trato que se da a los mexicanos en Estados Unidos pero no nos concientizamos de la posición que asumimos con los hermanos que transitan por el país, una incongruencia que debemos combatir mediante la sensibilización y la solidaridad y exigir un trato digno para todos los migrantes, sean o no mexicanos.
La libertad para elegir cambiar el lugar de origen debería ser un proceso natural, ordenado, seguro, con la posibilidad de alcanzar los objetivos de mejora en la calidad de vida de las personas, así como contribuir en el desarrollo económico y social de cualquier país que se elija como destino.
NOTAS
[1] Organización Internacional de Migración (2020). Muertes y desapariciones de migrantes. Recuperado el 15 de diciembre de 2020 en: https://migrationdataportal.org/es/themes/deces-et-disparitions-de-migrants
[2] Comisión Estatal de Derechos Humanos (2019). Los desafíos de la migración y los albergues como oasis. Encuesta Nacional de Personas Migrantes en tránsito por México. Recuperado el 16 de diciembre de 2020 en: https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/Informes/Especiales/Informe-Especial-Desafios-migracion.pdf
[3] REDODEM (2019). Migraciones en México: fronteras, omisiones y transgresiones. Informe 2019. Recuperado el 16 de diciembre de 2020 en: https://redodem.org/wp-content/uploads/2020/09/REDODEM_Informe_2019.pdf
[4] INEGI (2017). Encuesta Nacional sobre Discriminación. Recuperado el 16 de diciembre de 2020 en: https://www.inegi.org.mx/programas/enadis/2017/#Tabulados