Adolfo Sánchez Vázquez nació en Algeciras, provincia de Cádiz, España, el 17 de septiembre de 1915 y falleció en su casa de Ciudad de México el pasado 8 de julio de 2011. Estudió filosofía en la Universidad Central de Madrid. Participó de manera activa en el grupo de las Juventudes Comunistas, dado el interés que en su persona despertó el descubrimiento del marxismo, del que él mismo, pasados los años, se volvería un férreo defensor y teórico, además de crítico de la línea ortodoxa. El compromiso político que estableció con el socialismo y la lucha contra los fascismos recalcitrantes, sería una constante que lo acompañaría durante toda su vida.
Tras la caída de la Segunda República y el desencadenamiento de la Guerra Civil española, Sánchez Vázquez emigró a México, junto a una gran cantidad de artistas e intelectuales, en calidad de exiliado político.
Entre sus obras dedicará una a este acontecimiento que lo marcaría radicalmente. Dicha obra lleva por título Recuerdos y reflexiones del exilio (1997). En ella expresa el sentir profundo de su condición de exiliado: “Al cabo del largo periplo del exilio, escindido más que nunca, el exiliado se ve condenado a serlo para siempre. Pero la contabilidad dramática que se ve obligado a llevar no tiene que operar forzosamente sólo con unos números: podrá llevarla como suma de pérdidas, de desilusiones y desesperanzas, pero también ¿por qué no? como suma de dos raíces, de dos tierras, de dos esperanzas. Lo decisivo es ser fiel, aquí o allí, a aquello por lo que un día se fue arrojado al exilio. Lo decisivo no es estar acá o allá sino cómo se está”.
Adolfo Sánchez Vázquez obtuvo el título de doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, con la tesis titulada Filosofía de la praxis (1967).
Recibió una gran cantidad de reconocimientos oficiales, entre los que destacan los doctorados Honoris Causa por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Autónoma de Nuevo León, UNAM, y la Universidad de Guadalajara. En el extranjero fue distinguido por las universidades de Cádiz, la Computlense de Madrid y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
También que fue galardonado con el título de “Hijo adoptivo de la provincia de Málaga”, España, además de haber obtenido el reconocimiento de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. En la misma línea le fue concedido el premio UNAM en el área de Investigación de humanidades, el premio Nacional de Historia, premio de Ciencias Sociales y Filosofía en México y el premio María Zambrano, que le entregó la junta municipal de Andalucía, premio de alcance internacional concedido a la labor y méritos de las personas que “luchen por la igualdad en todo el mundo”.
La importancia de la reflexión y de la praxis filosófica, al interior de una sociedad contemporánea en tiempos adversos, la expresó el doctor Adolfo Sánchez Vásquez en los siguientes términos:
“Y si nos preguntamos hoy dónde está la importancia y la utilidad de la filosofía, habrá que responder a ello situándonos en el mundo en el que se hace la pregunta. Un mundo injusto, abismalmente desigual; insolidario, competitivo y egoísta; un mundo en el que una potencia –Estados Unidos– se burla del derecho internacional y recurre a la forma más extensa de la violencia contra los pueblos: la guerra preventiva, y a la más bárbara y repulsiva práctica contra los individuos inocentes: la tortura; un mundo en el que la dignidad personal se vuelve un valor de cambio y en el que la política –contaminada por la corrupción, el doble lenguaje y el pragmatismo– se supedita a la economía.
“No es posible callar, ser indiferente o conformarse con este mundo que, por ello, tiene que ser criticado y combatido. Pero su crítica presupone los valores de justicia, libertad, igualdad, dignidad humana, etcétera, que la filosofía se ha empeñado, una y otra vez, en esclarecer y reivindicar. Pues bien, ¿puede haber hoy algo más práctico, en un sentido vital, humano, que este esclarecimiento y esta reivindicación por la filosofía de esos valores negados, pisoteados o desfigurados en la realidad?”1
Por estas y otras razones, el legado del doctor Adolfo Sánchez Vázquez, estamos seguros, dejará una huella indeleble en sus discípulos y lectores. La importancia de su pensamiento se imprime en la crítica a la sociedad globalizada, al fetichismo de las relaciones sociales y la consecuente superación de esta adversidad a través del establecimiento de una sociedad más justa, libre y racional.
*Estudiante de filosofía del CUCSH.
1Discurso pronunciado en la Universidad de Guadalajara al ser investido con el grado de doctor Honoris Causa. Guadalajara, Jalisco, 10 de junio de 2004.