La narrativa errante

Dos connotados periodistas visitaron Guadalajara para dar un par de conferencias y un taller. La audacia de contar lo que los periódicos no se atreven, el ver la nota como historia profunda y, sobre todo, el respeto por el lector, fue el común denominador

1970

Después de conocer casi todos los hoteles con el nombre España que hay por Latinoamérica, un hombre que dejó las finanzas para convertirse en periodista errante, estuvo de visita en Guadalajara.

De origen chileno, Juan Pablo Meneses tiene al periodismo narrativo como una opción de vida: “para viajar, conocer otras culturas, otros mundos, otras chicas, discotecas, injusticias, estadios de futbol, revistas que no hay en mi ciudad”.

El periodismo narrativo ya no existe, le dijeron, pero él inventó el periodismo portátil y con cinco mil dólares, que obtuvo en 2000 por el Concurso de no ficción, de la revista Gatopardo, de Colombia, compró su computadora, una cámara digital y un boleto de avión Santiago-Madrid, para ir en la búsqueda de pequeñas historias que le dieran grandes temas.

Hoy publica sus crónicas en diversos periódicos y revistas de México, Perú, Colombia, Chile, Argentina y España, y ha escrito los libros Equipaje de mano (Planeta, 2003); Sexo & poder. El extraño destape chileno (Planeta, 2004), y en los próximos meses aparecerá en México Hotel España.

Una de sus historias
De su natal Chile, Juan Pablo se fue a vivir a un pueblo de España, Aguaviva, después de conocer la noticia de que en esta localidad, la persona más joven tenía 60 años, por lo que en 20 años más, el poblado desaparecería.

Para evitarlo, fueron trasladadas familias argentinas pobres y desesperadas por irse a España, a un lugar donde no había diarios, bares y no se hablaba de futbol.

“El que estaba más desesperado era yo, porque al quinto día en ese pueblo, me empecé a decir qué hago acá, estoy gastando la plata de un premio y nunca más me van a pagar esa plata por una nota. De hecho, nunca más me pagaron cinco mil dólares por un artículo. Pero la última noche que estuve ahí, descubrí la gran historia: la inmigración, y a partir de Aguaviva, me di cuenta que yo había comenzado a ser uno de ellos. Ya no volví a Chile y me convertí en un inmigrante”.

Pequeños mundos
A sus 40 años, el autor de la Escuela móvil de periodismo portátil, y quien dejó su trabajo en una multinacional para dedicarse a contar historias, dice que “no es necesario irse para hacer periodismo narrativo, pero sí creer en poder contar una buena historia”.

“El periodismo narrativo tiene que decir mucho, sin decirlo. Consiste en contar historias a partir de pequeños mundos. Historias que se quedan. Poner en duda la realidad que se da por hecho”, afirma el chileno bajo el cobijo de los murales de José Clemente Orozco, mientras en las 12 filas del paraninfo Enrique Díaz de León, periodistas en activo y del futuro sujetan su pluma y libreta para anotar sus consejos entre los parantesis de cada narración, mientras dicta la conferencia “El periodismo narrativo”.

Hay que fijarse en los pequeños detalles, en ellos está lo mejor de las historias, y asestar el golpe periodístico, para que no dure sólo seis horas, como las noticias en la radio, televisión, a las que rápidamente les dicen “chao”.

Solitario en el estrado, Juan Pablo Meneses cuenta la historia de la inmigración en Aguaviva; de “La negra”, vaca protagonista de su crónica sobre la industria de la carne en Argentina, quien posó para revistas y ya esta en YouTube; su travesía en un barco ucraniano, o el cuento real del peor piloto de formula Uno en Sao Paulo. Narraciones contadas en una hora y cinco minutos de duración de su conferencia.

Todas ellas anécdotas se convirtieron en noticias, porque, como señala, “hay que buscarle otra mirada a las cosas que pasan, y hacerlo in situ”.

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