¿Qué es una ciudad?, ¿quiénes son la ciudad? Ante la imposibilidad de concentrar en una imagen lo que guarda un espacio urbano, la idea de ciudad moderna la construyen sus representaciones, resultado de las miradas cruzadas que proponen sus habitantes. Observaciones críticas y artísticas, numéricas o imaginadas, dibujan una imagen móvil y contradictoria.
La artista tapatía Carmen Bordes propone de nueva cuenta un complejo retrato de un momento en las artes visuales en Guadalajara. La pieza La Ronda II en la Plaza de la Liberación (2021) que actualmente se exhibe en el Ex Convento del Carmen dentro de la muestra “Instantáneas de una Época. Exposición Homenaje a Francisco Barreda”, es una apuesta que podemos calificar como épica por la cantidad de personajes que captura y por el relato que la imagen propone.
Se trata de una continuación de aquella primera versión creada en 1994, La Ronda de Don Rosendo y que forma parte de la Colección del Museo de las Artes (MUSA) de la Universidad de Guadalajara. En aquel momento la ciudad era otra. Luego de una estancia en París en los años ochenta, donde trabajó en el taller de grabado de René Taze, Carmen se adaptaba de nueva cuenta a una ciudad conservadora y a la vez bulliciosa y artísticamente activa. Las visitas a museos y, de forma especial, a exhibiciones documentales en la capital francesa, le inspiraron para capturar ese mundo del que ella formaba parte.
El Roxy, escenario de aquella versión, al igual que algunos de los treinta y tres personajes de esa pieza, se han ido para siempre. Veintisiete años después, Carmen vuelve a recrear una ciudad a la que sigue viendo con recelo a pesar del amor profundo que le profesa. El coleccionista Claudio Jiménez aceptó la propuesta de Carmen de renovar la mirada al universo de las artes visuales en Guadalajara. Así nació esta pieza que se une a la colectiva de artistas que rinden homenaje a un actor principal de aquel y de este mundo: Francisco Barreda, artista y gestor cultural que representa una época dorada de las artes visuales en nuestra ciudad.
Carmen tiene muy presente su historia personal, la herencia de abuelos que vinieron de Europa y de quienes sabe poco, pero que reconstruye gracias a su álbum familiar. Los rostros sepia, extrañamente lejanos, las entrecortadas memorias de sus padres que llegaron a Guadalajara de la Ciudad de México, los esperanzadores relatos que Helena y Álex, sus hijos, añaden a su genealogía, impulsan ese deseo por registrar lo vivido.
Para Carmen, documentar su universo es una forma de afianzarse a la tierra.
Quizá ese espíritu telúrico la llevó a elegir el carbón para dibujar esta Ronda II.
En la Plaza de la Liberación aparecen ciento cincuenta y nueve personajes de la vida cultural de esta ciudad. En primer plano están algunos que ya partieron. En la esquina inferior izquierda un sonriente Paco Barreda con su cámara fotográfica al hombro comparte con Kraeppelin, quien rompe la convención del blanco y negro con una encendida flor en la solapa y ve el mundo tras sus gafas que llevan impresa la palabra “dada”. Ahí están Miguel Aldana, Javier Arévalo, Carlos Ashida, Alicia Lozano, Javier Campos Cabello y Gabriel Figueroa, mejor conocido como “el Chubasco”… Artistas conviven con curadores, gestores, periodistas, poetas, autores, coleccionistas, promotores.
Un paisaje creado por una multitud que en los últimos años ha convivido en un campo artístico que sigue enriqueciéndose con la presencia de artistas conceptuales. En la parte superior derecha Carmen ubica La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo, la conocida pieza del británico Damien Hirst, como un recordatorio de la permanente transformación del arte y de que en la plaza pública, las líneas que dividen las formas de expresión artística dejan de existir, se desdibujan frente a la realidad del arte.
Esta Ronda II posee también elementos simbólicos y guiños mitológicos. Todos los árboles que se encuentran del lado del Palacio Legislativo están secos, mientras aquellos que dan sombra a la escuela de Música y al atrio de San Agustín tienen una copa abundante y parecen florecer. Carmen decide omitir la figura del cura Hidalgo que se encuentra en la Plaza, no así su base en la que se lee “SÍ NO” cuestionando abiertamente la idea de libertad nacida del movimiento independentista. Libertad sí, ¿a cambio de qué?
Al fondo, en el dintel del Teatro Degollado –al igual que en oráculo de Delfos- se lee “Nosce te Ipsvm”, “Conócete a ti mismo”. Antes de consultar a los dioses el viajero debía investigar su propia esencia. El autoconocimiento como punto de partida para comprender el mundo. Para Bordes así debería ser el arte, para crear hay que cuestionarse a uno mismo, ponerse en crisis.
Carmen nos brinda una mirada personal y a la vez comunitaria del paisaje cultural compartido. Con elementos reales e imaginados, la artista revela contradicciones de la ciudad actual, de sus valores sobre el arte. Frente a la pieza estamos nosotros, expectantes, quizá como prófugos del lienzo, de un marco urbano convertido en el centro indiscutible de la creación.