Las aves, protagonistas de los tradicionales sones de mariachi

Investigadores del CUAAD estudian la historia, legado e impacto cultural de la música regional mexicana

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En el tema musical “El jilguerillo” esta ave es el emisario de amor que lleva un mensaje escrito en un papelito al ser amado de quien lo interpreta. “Vuela, vuela jilguerillo, rayo brillante del Sol. Llévale este papelito a la dueña de mi amor”, se canta en este son.

Referir a las aves para representar comportamientos humanos es una característica de los sones de mariachi tradicional, tal como lo muestra Jorge Arturo Chamorro Escalante, investigador del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).

“Hay aves asociadas con el enamoramiento, la tristeza, el abandono, etcétera. Las asociadas con el enamoramiento son el jilguero, la calandria amarilla, el cenzontle, la chachalaca, el tecolote y la guacamaya”, describió.

“Para cada cultura las aves reflejan diferentes aspectos fundamentales, y para el caso de México, lo advertimos en las líricas populares de los sones de mariachi”, explicó.

Chamorro Escalante indicó que la chachalaca es una especie que se encuentra en Colima y la Costa de Jalisco; el jilguero habita en el Sur del estado y en el Río Cupatitzio, en Michoacán; por lo que las líricas populares escritas en esta zona los refieren.

“Cuando la investigadora Irene Vázquez grabó estos ejemplos musicales del Sur de Jalisco, decía que estas líricas populares tenían entre 200 y 300 años de existencia; luego pasaron por un proceso de folclorización, de tal manera que el autor es el pueblo mexicano”.

El investigador ha estudiado registros fonográficos sobre sones a lo largo del siglo XX, como el de Irene Vázquez Valle, de 1974 y 1975; así como de Thomas Stanford, quien registró sones de Tierra Caliente en Michoacán.

De igual forma, Chamorro Escalante ha realizado registros propios, que pronto se integrarán a la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); dichas grabaciones se hicieron en cinta magnética durante los años 90 en Tuxpan, Jalisco; Cerro de Ortega, Colima; y la Meseta Tarasca, Apatzingán y Pómaro, en Michoacán.

“Todos estos registros (que son patrimonio de la nación) nos han permitido comprender que las aves son referentes de los comportamientos humanos”, recalcó.

Estudian la herencia cultural del huapango

En la zona de la Huasteca, que abarca los estados de San Luis Potosí, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Querétaro y Puebla nació el huapango, un tipo de son mexicano que sigue cobrando fuerza en varias localidades de esta región de México.

La coordinadora de la Maestría en Etnomusicología del CUAAD, Kim Anne Carter Muñoz, ha dedicado años a la investigación de cómo mujeres de pueblos originarios y jóvenes se han involucrado en la composición de este género.

Es una tradición viva que no se ha dejado de practicar como un son y baile. En los años 80 hubo una caída de la actividad que, posteriormente, se retomó desde un comité pro huapango en los seis estados de la Huasteca”, indicó.

Desde entonces, los festivales y fiestas hicieron más visible esta expresión artística que ha sido llevada a otras partes del país, incluso con creadores en Jalisco.

Recordó que en los últimos años se ha democratizado este arte vivo en jóvenes. “Sí, es una subcultura, pero una subcultura fuerte con personas de todas las edades. Tenemos al trío Staku y Sus HuastecosSoraima y sus HuastecosLucero Huasteco, Trío Santa Cecilia”, enunció.

La académica recalcó que el huapango, al igual que los sones y el mariachi, se mantienen como parte de la identidad de los pueblos en el país y como toda manifestación cultural, se transforma.

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