Las batallas para hacer cine

La AMACC reunió a seis productores de largometrajes para hablar de las maneras en que se logra llevar a cabo proyectos cinematográficos en el país

El Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG39), en colaboración con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), organizaron la mesa “Producción y distribución cinematográficas, experiencias desde las películas en competencia del FICG”.

La conversación giró en torno a las batallas que se tienen que entablar para lograr rodar y producir películas, así como el proceso para lograr la distribución. 

Las y los productores participantes compartieron que, en general, obtener recursos estatales o nacionales se ha vuelto más complicado a partir de las modificaciones legales que el gobierno actual realizó, así como la forma en que operó la economía durante la pandemia y los intereses de inversionistas por aquello que llega a la pantalla grande. 

En el caso de Julia Cherrier, la labor de conseguir recursos para la película Después, fue un sube y baja, pero el contar con Ludwika Paleta como actriz principal de la película, ayudó a que diversas instancias quisieran invertir para su realización. 

Paola Herrera obtuvo apoyo del gobierno de Guanajuato, a pesar de que su película Los hijos de la costa se filmó en Oaxaca y Guerrero. “Estos estados son muy ricos en cultura; sin embargo, carecen enormemente de economía y no tienen la posibilidad de invertir en la creación de cine”. 

Carlos Hernández Vázquez también recibió apoyo del gobierno guanajuatense, así como del de Jalisco, ya que Corina fue realizada en su totalidad por un crew jalisciense y utilizaron tramos carreteros de Guanajuato.

Juan Pablo Miquirray, de Anillo de hombre muerto, compartió que con el tiempo y sabiendo leer lo que los programas gubernamentales seleccionan para proporcionar fondos es más sencillo guiarse para buscar opciones de financiamiento. 

Varios de los proyectos se enfocan en temas sociales, de protesta o momentos históricos importantes del país; por ejemplo No nos moverán, producida por Víctor Léycegui, aborda el movimiento estudiantil del 68 desde la vida de un grupo en particular. 

Mónica Velasco también expone en El silencio de mis manos situaciones de marginación, violencia y reivindicación social de las personas no oyentes; su caso en particular careció de recursos, ya que inicialmente sería un cortometraje que, al replantearse, terminó siendo una película documental. 

Todos los panelistas exhortaron a que se incremente el consumo del cine nacional, así como a la industria creadora a seguir luchando y proponiendo políticas públicas que permitan a los proyectos ver la luz y alcanzar su distribución de forma sencilla. 

En la charla intervinieron también la productora Érika Ávila, y los directores Roberto Fiesco y José Ramón Mikelajáuregui, quienes expresaron que los recursos gubernamentales deben ser reestructurados para que los fondos sean de calidad y permitan crear más y mejor cine en México.

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