El desabasto de gas natural en México, generado por las condiciones climáticas en el sur de Estados Unidos que provocaron se congelara la salida de los ductos de gas al país, fue la causa de los cortes de luz que se presentaron recientemente en 26 estados de la república, dado que el sector eléctrico es el principal demandante de este producto con el 50.3% de la demanda nacional. A esto se suma la alta dependencia de la importación del gas natural con el país del norte, que al mes de agosto de 2020 representó el 69.2%.
Ante esta situación, y con las modificaciones a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) recién aprobada en el H. Congreso de la Unión, bien valdría la pena reflexionar sobre la diversificación de las energías hacia un crecimiento en la generación de las energías renovables, en lugar de insistir en el uso de combustibles fósiles como establece la Ley en comento.
De acuerdo con los datos del Anuario Estadístico Mundial de Energía 2020, el porcentaje de la producción de electricidad en México con energías renovables en 2019 fue del 17.5%. Los combustibles fósiles son los principales participantes en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Si bien el gas natural es menos dañino para el medio ambiente en comparación con el carbón o el petróleo y tiene un costo menor en su producción, las energías renovables son una mejor alternativa para contribuir a un desarrollo sostenible, que se podría promover mediante el incremento de la producción nacional y el aprovechamiento de los recursos que tenemos en aire, suelo y agua para lograr la autosuficiencia.
Según las perspectivas de la Agencia Internacional de Energías Renovables en 2015 (IRENA por sus siglas en inglés), si México incrementara la participación en las energías renovables a un 21% del consumo total de la energía para el 2030, reduciría las emisiones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y se podría ahorrar 1.6 mil millones de dólares anuales en los costos del sistema energético, dado que se considera la reducción de los daños a la salud causados por la contaminación y la disminución de emisiones de dióxido de carbono. De aprovechar este potencial, podría disminuir la demanda del carbón en un 62%, en 21% el gas y en 6% el petróleo.
Otra ventaja que se puede explotar de las energías renovables, es el alcance que pueden tener en las zonas rurales, dado que la cobertura de la Comisión Federal de Electricidad es de 98.75%, es decir, alrededor de dos millones de habitantes todavía no tienen luz, dada las distancias de las poblaciones respecto a las redes de distribución eléctrica. Además, Greenpeace señala que la pobreza energética está presente en el 40% de los hogares, es decir, estos hogares que no cuentan con los recursos energéticos necesarios para satisfacer sus necesidades, por tanto, esta sería una estrategia para abatir el rezago.
Es menester mencionar que la opción para tener una eficiencia energética basada en energías renovables es viable, aunque por desgracia no fue ni es una prioridad para el gobierno y los legisladores de nuestro país, dado lo que se estableció en la recién aprobada Ley de la Industria Eléctrica, donde predominan los despachadores de la Comisión Federal de Electricidad, con las hidroeléctricas en primer lugar y después sus plantas, y en tercer lugar estarían la energía eólica y fotovoltaica.
Por lo que esta política debe ser replanteada si queremos avanzar hacia un país sostenible y sustentable, donde se garantice el acceso y la calidad de un servicio público básico para las familias, así como mejorar el entorno medioambiental para las futuras generaciones.
Ojalá y los legisladores hagan lo que les corresponde y corrijan el error; legislar en beneficio del país y de sus habitantes y no simplemente atender la exigencia incomprensible de la máxima autoridad de gobierno, es su obligación.