«Me dijeron que tenía que ser auténticamente una dama de noche», explica, «entonces me tenía que quitar lo de la conducción diurna. Me hicieron salir un buen rato del micrófono y preparamos el programa».
«Y le pusimos ‘Manuela’, porque una manuela no se le niega a nadie; me tenía que adueñar del personaje», me responde Ana María con una sonrisa que le da todo el sentido al albur.
Cuando estaba al teléfono con ella, le comento que recuerdo ese programa con cariño, que formó parte de los tiempos en que yo ansiaba trabajar en la radio.
Con lujo de detalle, Ana María recuerda que la idea de hacer este emblemático programa nocturno fue del productor José Quezada y de «El Negro» Guerrero, quienes se lo propusieron un día a la hora de la comida.
«Quisimos que fuera algo íntimo, próximo a la gente, conversando sobre diferentes temas».
Como a cualquier gran locutor o locutora, le ocurre uno de los efectos de la radio, que es que la audiencia la reconozca al momento de que les escuchan hablar.
«En diferentes lugares a los que vas, de repente te dicen ‘¿tú eres Ana María?’ o ‘¿tú eres Manuela?’, eso me pasaba mucho. Me decían ‘Ay, mi papá a la hora que va a empezar el programa, se mete unos tequilas y se encierra en su recámara para oírte y no nos deja entrar'».
Hoy, Ana María conduce Acentos, revista cultural sabatina de 4 a 5 de la tarde por Radio UdeG. Su conducción ahora es diferente, pero su voz sigue dando cátedra a quienes aspiran a ser locutores.
Cuando era niña, recuerda, deseaba convertirse en narradora de partidos de fútbol, porque admiraba a Ángel Fernández y Fernando Marcos.
El destino la llevó a estudiar diferentes ramas de la educación, pero en 1988 entró a noticias de Radio UdeG, junto a Alejandra Xanic. Ella conocía a Roberto Morán, quien ese entonces era editor de los noticiarios y quien la invitó a presentarlas desde ese año hasta 1993.
«Luego estuve en otros espacios, estuve con ‘El Negro’ Guerrero en el programa La cuenta de los días, luego produje un programa de toros llamado La puerta del príncipe, y estuve nueve años en Conversaciones con Manuela, de las 12 de la noche a la 1:30 de la mañana los sábados».
En la llamada, Ana María me recuerda que en esta profesión, como en muchas otras, uno debe tener su propia carta de navegación para llevar a buen puerto el mensaje que se externa frente al micrófono.
«El locutor es una mediación necesaria, porque es el que informa, con el que platicas. Tras 35 años me queda un gran aprendizaje, Radio UdeG es un taller de formación para muchísima gente. El medio radiofónico es algo que quiero mucho».
Por ello agradece a todos los compañeros que le enseñaron a hacer radio, a informar, a producir y generar todo lo posible para hacerla más didáctica.