Las voces que siempre nos acompañan

TEXTO: IVÁN SERRANO JAUREGUI

La radio es tan íntima que tiene el poder de que quien la escuche genere un vínculo entrañable con quien está del otro lado del micrófono, cuyas voces no sólo nos informan o entretienen, sino que también transmiten emociones a lo largo de nuestro día.

Son las y los locutores, aquellas personas «que cada día tienen miles de orejas pendientes de sus labios», aseguró el apasionado de la radio José Ignacio López Vigil, quien también los llamas «locos maravillosos y exasperantes que habitan en las cabinas».

Este 14 de septiembre se conmemora el Día del Locutor en México, por lo que tres profesionales de la voz y la información compartieron para Gaceta su sentir sobre el oficio en el que la voz lo es todo.

Siempre quise ser locutor y, quizá, porque el destino fue bueno y yo muy rebelde, de alguna manera lo conseguí.

Recuerdo al niño Iván escuchando su propia voz de una grabadora de Fisher Price mientras presentaba música infantil de lo 90.

Ahora, tres décadas después, tras acabar de grabar voz para un spot para la Universidad de Guadalajara, me pongo recordar algunas de las voces que me inspiraron y nutrieron durante la incansable búsqueda de lograr un estilo propio.

Así que busqué a tres grandes talentos de Radio UdeG, que consideran a la estación universitaria una gran escuela para profesionales de la comunicación, para que me contaran sus piensos sobre el oficio de la voz.

La voz de la ciudad interior

A las 10 de la mañana el sonido de una locomotora abre camino a un espacio imprescindible para la radio de Jalisco. Una voz espectral anuncia el arranque de El Expreso de las 10, «un viaje sonoro a la ciudad interior».

Su conductor es Alonso Torres, un hombre cuya calidad de voz es impecable y su intencionalidad sumerge al escucha en las profundas charlas que tiene con especialistas de salud, medio ambiente, cultura, psicología y más, a través de Radio UdeG.

Él fue el primer maestro de locución que tuve, y lo recuerdo bien por aquellos fantásticos y a veces tortuosos ejercicios que nos solicitaba hacer a mis compañeros y a mí, para trabajar los resonadores de la voz que están en varias partes del cuerpo.

Cuando lo busqué, su intermediaria fue su productora y compañera de vida, Guadalupe Estrella, quien se distingue por su singular amabilidad y gran complicidad radialista, que siempre reafirmo con ella mediante stickers de WhatsApp.

El día de la cita de la entrevista telefónica con Alonso llegó y yo estaba súper nervioso: era el primer día que usaba un paladar de ortodoncia y no podía pronunciar nada bien. «Ni modo que Alonso me escuche así, qué oso, mejor me los quito», me dije y procedí a llamarle.

Alonso, siempre con una gran camaradería, lo hizo todo muy sencillo y me llevó de viaje por su ciudad interior, remontándose a su pasado.

«Yo desde que era joven, desde la secundaria, ya quería ser locutor; escuché a los grandes de esa época: José Luis Arenas, Pepe Lavat, Gonzalo Varela, José Luis Ortiz ‘Cabeza de Lombriz’, después me tocó tomar un curso con Guillermo Lares ‘Don Justo Preciso’, donde conocí a Víctor Espinoza, actor de doblaje».

La vida lo llevó a estudiar Psicología, pero eso contribuyó a «querer vincular la voz, la radio y la psicología, como una herramienta para promover la salud mental, física, ambiental».

«Yo me considero un psicólogo frente al micrófono, pero con conocimientos del lenguaje radiofónico».

Algo que caracteriza a Alonso Torres es su gran interés en el estudio sobre uso de la voz: ejercicios, técnicas, respiraciones, modulaciones, dicción. Por ello, es considerado un maestro en la emisión vocal en Jalisco.

«La voz se puede educar, hay un componente fisiológico y genético, pero se puede educar mediante ejercicios y técnicas«, lo dice seguro.

«Todos los que trabajamos con la voz debemos tener una formación vocal, pero también para cuidar nuestro instrumento de trabajo».

Lo que más le gusta a Alonso de su trabajo es que la radio permite entrar a las casas de los escuchas, «a inspirar confianza para que puedan comentarte incluso situaciones íntimas».

«En ese sentido para mí es el mejor trabajo del mundo, el de tener la oportunidad de vida de acceder a un micrófono».

Enrique Blanc, la voz de la escena musical

A las 6 de la tarde, ya cuando voy rumbo a casa, suena el programa Radio Al Cubo. Mi transcurrir por las calles en bicicleta, luego el cambio a tren ligero y después al paso veloz está arropado por la «sensualidad del ruido» de las diversas propuestas musicales que Enrique Blanc trae a mis oídos. Él es uno de los periodistas musicales más importantes de México.

El dato de quienes conforman el Panteón Musical de Latinoamérica y el mundo sin duda lo trae al momento Enrique, y es a través de Radio UdeG que él comparte selecciones únicas de las propuestas consolidadas y emergentes de cualquier género.

Antes de hacer la llamada a Blanc, recordé cuando lo tuve en mi radar; fue hace unos ayeres, cuando yo era estudiante de Periodismo y colaborador de Radio UdeG en Ocotlán, mi compañero Daniel Rincón todo el tiempo me hablaba de nuevas bandas debido a que las había escuchado gracias a Enrique Blanc.

Ya al teléfono Blanc recuerda que fue en Estado Unidos, hace algunas décadas, cuando inició a hacer radio.

“Yo comencé a tomar el micrófono viviendo en Los Ángeles, me contrató una radio para cuidar unas transmisiones de béisbol de los Dodgers y también para presentar música pop latina. Ahí presentaba información de artistas de los que no tenía idea, como de Los Huracanes del Norte, Yuri, Los Temerarios y yo tenía que presentar las canciones”.

Y aunque él no era seguidor de dichas propuestas, el compromiso de informar bien sobre ello le obligó a siempre estar documentándose con veracidad y hasta haciendo fact checking.

Cuando inicias y te enfrentas al micrófono las primeras veces ‘te da frío’, no porque domines o no el tema, sino porque todo el tiempo estás pensando que te está escuchando la gente y que no la tienes que regar”.

Blanc aseguró que él, más que locutor con una voz formada, «es un periodista en el micrófono».

«Yo cuando hablo al micrófono hablo como en la vida normal, como hablo en la vida. No soy alguien que se transforma para proyectar la voz».

Y ojo, esto no lo ha exentado de tener que atreverse a buscar otros tonos e intenciones cuando ha grabado spots promocionales o incluso ser comentarista deportivo, que exige otro ritmo y velocidades, sobre todo para la radio comercial.

Sin embargo, las locuciones de la radio cultural, dice, como se han hecho por décadas en Radio UdeG, han sido replicadas en la radio comercial.

«Hay una escuela interesante en Radio UdeG. La idea de aportar más información e investigación en las participaciones de programas musicales se ha filtrado a la radio comercial; antes era más frívola».

Blanc asegura que a diferencia de hace algunos años, las locuciones en la radio comercial son más pensadas sin aludir sólo «a las pavadas», como si fuera parte del nacimiento de nuevos estilos, incluso derivado de los contenidos de redes sociales.

Una "manuela" no se le niega a nadie

Ya de noche, en Radio UdeG la voz de una mujer cautivaba a la audiencia que buscaba una oferta sonora que coqueteara entre la sensualidad y lo «sesudo».

Ella era Manuela, quien conducía el gran programa Conversaciones con Manuela. Y digo era porque ese personaje por ahora no está al aire, pero su esencia vive en la siempre precisa Ana María García.

«Me dijeron que tenía que ser auténticamente una dama de noche», explica, «entonces me tenía que quitar lo de la conducción diurna. Me hicieron salir un buen rato del micrófono y preparamos el programa».

«Y le pusimos ‘Manuela’, porque una manuela no se le niega a nadie; me tenía que adueñar del personaje», me responde Ana María con una sonrisa que le da todo el sentido al albur.

Cuando estaba al teléfono con ella, le comento que recuerdo ese programa con cariño, que formó parte de los tiempos en que yo ansiaba trabajar en la radio.

Con lujo de detalle, Ana María recuerda que la idea de hacer este emblemático programa nocturno fue del productor José Quezada y de «El Negro» Guerrero, quienes se lo propusieron un día a la hora de la comida.

«Quisimos que fuera algo íntimo, próximo a la gente, conversando sobre diferentes temas».

Como a cualquier gran locutor o locutora, le ocurre uno de los efectos de la radio, que es que la audiencia la reconozca al momento de que les escuchan hablar.

«En diferentes lugares a los que vas, de repente te dicen ‘¿tú eres Ana María?’ o ‘¿tú eres Manuela?’, eso me pasaba mucho. Me decían ‘Ay, mi papá a la hora que va a empezar el programa, se mete unos tequilas y se encierra en su recámara para oírte y no nos deja entrar'».

Hoy, Ana María conduce Acentos, revista cultural sabatina de 4 a 5 de la tarde por Radio UdeG. Su conducción ahora es diferente, pero su voz sigue dando cátedra a quienes aspiran a ser locutores.

Cuando era niña, recuerda, deseaba convertirse en narradora de partidos de fútbol, porque admiraba a Ángel Fernández y Fernando Marcos.

El destino la llevó a estudiar diferentes ramas de la educación, pero en 1988 entró a noticias de Radio UdeG, junto a Alejandra Xanic. Ella conocía a Roberto Morán, quien ese entonces era editor de los noticiarios y quien la invitó a presentarlas desde ese año hasta 1993.

«Luego estuve en otros espacios, estuve con ‘El Negro’ Guerrero en el programa La cuenta de los días, luego produje un programa de toros llamado La puerta del príncipe, y estuve nueve años en Conversaciones con Manuela, de las 12 de la noche a la 1:30 de la mañana los sábados».

En la llamada, Ana María me recuerda que en esta profesión, como en muchas otras, uno debe tener su propia carta de navegación para llevar a buen puerto el mensaje que se externa frente al micrófono.

«El locutor es una mediación necesaria, porque es el que informa, con el que platicas. Tras 35 años me queda un gran aprendizaje, Radio UdeG es un taller de formación para muchísima gente. El medio radiofónico es algo que quiero mucho».

Por ello agradece a todos los compañeros que le enseñaron a hacer radio, a informar, a producir y generar todo lo posible para hacerla más didáctica.

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