Mientras que la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales por Sacerdotes, SNAP (por sus siglas en inglés), presentó en la Cámara de Diputados una propuesta de ley para tipificar el delito de pederastia, un tapatío ex legionario de Cristo cuenta su historia a La gaceta, y ofrece sus primeras declaraciones ante el comunicado del Vaticano sobre el caso Maciel.
El inicio
“Yo le comenté a monseñor Watty que tuviera mucho cuidado en caer en las mentiras y las falsedades a las que los Legionarios están acostumbrados, porque lo recibieron en herencia, como si fuera el carisma que ellos tanto cacarean que heredaron del fundador”, comentó Francisco González Parga, ex miembro de la Legión de Cristo y víctima de abusos sexuales por parte del padre Marcial Maciel Degollado.
El ahora doctor en Teología, quien es originario de Guadalajara, en el mes de febrero tuvo una reunión con el obispo de Tepic, Ricardo Watty, uno de los cinco eclesiásticos encargados por el Vaticano para realizar visitas apostólicas a los Legionarios en los 18 países en que tienen presencia.
Pues el objetivo de esta auditoría era presentar una relación al Papa sobre la situación de la Legión de Cristo, luego de los escándalos provocados por la conducta de su fundador, padre Maciel, quien murió en 2008, acusado de varios abusos sexuales a menores y seminaristas, y de tener por lo menos dos hijos ilegítimos.
Dicho reporte fue dado a conocer a Benedicto XVI y al secretario del Estado Pontificio, Tarcisio Bertone el viernes 30 de abril, y dio como resultado un comunicado de la Santa Sede en que se reconoce y acusa enérgicamente la doble vida y los abusos de padre Maciel, pero que exime de cualquier complicidad o encubrimiento a la congregación. Mismo que por esto suscitó la desaprobación de las víctimas del padre oriundo de Cotija, Michoacán, quienes desde los años 90 denunciaron y emprendieron acciones legales en su contra.
Las reacciones
En el comunicado de la Santa Sede se habla además de una restructuración de la congregación, dirigida por el Papa y a realizarse por un eclesiástico externo a ella. “Yo le decía al visitador que realmente no es tan sencillo reparar los abusos sexuales que se cometieron, y que se siguen cometiendo por sacerdotes de los Legionarios en varias partes del mundo”, explicó González Parga.
Agregó que, aun si lo anterior es un asunto muy grave, el verdadero problema es “el sistema que tiene establecido la Legión, de someter totalmente a los religiosos al juicio de los superiores, quitándoles todo criterio personal, obligándolos a ver en el superior a Cristo mismo”.
José Barba, ex legionario y víctima de Maciel, concuerda en la dificultad de reformar a la congregación. “Es muy difícil, es como una planta que tiene una savia dañada, porque Maciel es considerado como la fuente primordial de su pensamiento estructural, ellos pueden hablar de Cristo y de la Iglesia, pero realmente es un culto enfermizo a la personalidad del fundador”, dijo el también profesor del ITAM, quien fue uno de los ocho legionarios que en 1997 denunciaron a la Santa Sede los abusos sexuales que recibieron por parte del Superior de la Legión.
Por lo tanto desconfía que realmente puedan cambiar las cosas, pese a las visitas apostólicas y al comunicado del Vaticano. “La Iglesia sigue pensando que tiene las llaves del reino absoluto y que no tiene la obligación de informar a la sociedad, y es allí donde estamos en desacuerdo, porque la Iglesia está en la sociedad y no la sociedad en la Iglesia”.
Comentó que la Iglesia considera estos actos únicamente como pecados, “y sólo recientemente ha reconocido que se trata de una simbiosis difícil entre pecado y crimen. Cuando ahora viene a culpar algunos obispos de que ocultaron estos crímenes, le cuesta admitir que el origen de esta conducta en grandísima parte viene de la Santa Sede misma.
”Yo he sostenido y lo afirmo todavía, que el caso Maciel y los Legionarios es una piedra de toque para ver la buena voluntad de la Santa Sede”, continuó, “el gran problema es que al investigar un caso tan flagrante, la Iglesia tiene que investigarse a sí misma, porque en su interior existe un pecado estructural”.
Con respecto a la investigación del Vaticano sobre la Legión, Alberto Athié, quien fue el encargado de la secretaría ejecutiva de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Arquidiócesis de México, dijo que “quienes la están llevando a cabo, y que son supuestamente los jueces del asunto, son también parte del problema”.
Añadió que “el fenómeno Maciel no es únicamente el personaje perverso y el individuo que actuó solo con el desconocimiento de su equipo, como se pretende manejar, en realidad es un fenómeno que tiene que ver con un individuo sí perverso, pero también genial, que formaba discípulos perfectos para la institución y sus fines, que lo protegieron y encubrieron”.
¿Justicia o crisis de la Iglesia?
“Me tocó, por desgracia –yo entonces creía que por suerte– que me encargaran llevarle la cena a su cuarto, porque estaba enfermo”, relata Francisco González, “allí fue donde Maciel por primera vez abusó sexualmente de mí”. El ex legionario tapatío entró en la congregación en 1951, a los 11 años, y poco después, en la Escuela apostólica de Ontaneda, España, iniciaron los abusos sexuales. Por esto, en 1971 decidió salirse de la Legión. Dos años después acudió a Roma para pedir sus despensas a la Sagrada Congregación para la Disciplina de la Fe, donde lo atendió monseñor Mario Pimpo, quien “me sacó la verdad: que durante muchos años había sufrido abusos por parte del padre Maciel”.
A petición del clérigo, redactó una denuncia de 40 páginas, posiblemente una de las primeras que se levantaron en contra del ex Superior de los Legionarios. “En ésta explicaba además que yo no era el único, porque ya me había dado cuenta de que varios hermanos estábamos siendo abusados de una manera sistemática por Maciel”. Sin embargo, el monseñor nunca presentó la demanda, e inclusive, como declara públicamente por primera vez González, “después de algunos años me llamó, fui a Roma y luego de una cena a la que me invitó: ¡él también me hizo proposiciones indecorosas!”.
A la luz de estos hechos, perdió totalmente la confianza en la institución Eclesiástica, junto con su fe. Mas lo que pide, al igual que las demás víctimas de abusos, es que la Iglesia se abra a la justicia civil, “porque no se trata de pecados que se pueden absolver con la confesión o pidiendo perdón, son delitos, que pueden perjudicar además que a otros inocentes, a toda la sociedad.
”En la carta que escribí en noviembre de 1997, dirigida a Juan Pablo II, pedíamos mis compañeros y yo que se formara una comisión externa, integrada por expertos, para investigar el caso Maciel, y le advertíamos al Santo Padre que si no se tomaban unas decisiones, aunque fueron dolorosas en aquel entonces, esto iba traer unas consecuencias graves a la Iglesia”, dijo al respecto Barba.
Agregó que estas consecuencias ya se están manifestando, porque miles de fieles perdieron la confianza en la institución y se están saliendo en busca de mayor credibilidad y transparencia. “Martha Whegan, nuestra propia abogada, nos dijo en 1999 que era mejor que ocho hombres inocentes sufrieran injusticia que miles de hombres perdieran la fe. El septiembre pasado le escribí, y le dije que los hombres inocentes hemos sufrido injusticia, pero que esto no ha servido para evitar que millones desertaran de la religión”.
“Es difícil decir lo que se tiene que hacer para reparar el daño que se nos ha hecho”, concluyó González, “pero mis compañeros y yo pedimos que en primer lugar se mencione explícitamente la injusticia que se cometió al denunciarnos como calumniadores y creadores de un complot contra el padre Maciel, que los superiores de los Legionarios admitan que lo han encubierto, y una vez que reconozcan su participación en sus crímenes, que estén dispuestos a resarcir a todos aquellos que fuimos víctimas, porque hemos sufrido y seguimos sufriendo mucho las consecuencias de aquellos abusos”.
México: “paraíso” para sacerdotes pederastas
La SNAP presentó en la Cámara de Diputados una propuesta de ley para tipificar el delito de pederastia. “No solamente entendido como el abuso sexual infantil sino también como daño profundo a largo plazo de la víctima”, comentó su presidente Erik Barragán.
Lo anterior porque en México “no se ha tipificado la recuperación del daño, y el cargo que se le imputa a una persona de autoridad que perpetra estos crímenes”. La iniciativa prevé “asegurar que también el encubrimiento de estos actos sea penable”, agregó Barragán, quien cuando era niño fue víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote en California (EE. UU.).
En este sentido agregó que “México se ha convertido en un paraíso para los pederastas americanos, en la misma Iglesia hay varios sacerdotes que han abusado de niños en EE. UU., que se refugian aquí porque no se hacen las investigaciones sobre el pasado de un declarador”.
Agregó que en las últimas semanas presentaron un listado de 68 padres culpables de violencia a menores en Estados Unidos y que ahora están trabajando con niños aquí en México, de los cuales lograron que se despidieran a tres. “Seguiremos investigando a más curas”, concluyó Barragán, “porque todo esto demuestra la permisividad de la Iglesia para avalar la corrupción y el encubrimiento de estos actos, en lugar de abogar por el bienestar de los niños de la república”.