“Los jóvenes deben decir ‘Yo creo en el futuro’, tienen que creer que el futuro será hecho de sus manos y que son capaces de pasar todas las dificultades. Están delante de desafíos tremendos porque tienen que hacer una gran síntesis entre la cultura humanística y una cultura tecnológica y científica; son desafíos tan grandes porque van a tener que cambiar el mundo sobre una línea de equilibrio muy sencilla, y me parece que lo van a conseguir”, afirmó.
En una amena charla en la que contestó dudas de los jóvenes lectores, Lídia Jorge contó que, al ser hija única, tenía pocos niños alrededor para jugar y se refugiaba en los libros que su abuelo le regaló para que no se aburriera, y en ocasiones leía en voz alta para los adultos de su familia.
Confesó que había historias que le gustaban pero otras en las que los finales no la dejaban satisfecha, lo que la impulsó a escribir finales alternos y a iniciarse en la narración a los nueve años.
“Cuando terminaba de leer yo no quería que las historias terminasen como terminaban, yo quería cambiar los finales de las historias. Cuando tenía nueve años empecé a escribir pequeñas historias que cambiaban las de los libros para adultos que leía en voz alta para mi familia. Tenía la idea de que escribiendo podía cambiar las historias humanas que estaban cerca. Me ha dado la idea de un poder de que, con mi pequeño cuaderno, los papeles y el lápiz yo podría cambiar la vida y aún sigo pensando así”, reveló.
La autora de libros como El día de los prodigios, aceptó que si bien un libro no puede cambiar el mundo, aseguró que ha habido autores que han cambiado de uno u otro modo la forma de ver ese mundo, como Charles Dickens, Juan Rulfo, Milan Kundera y Fernando Pessoa.
En la charla, que fue transmitida por la página web de la FIL y las redes sociales de la UdeG, la poeta y ensayista reconoció ser una partidaria del movimiento feminista, y lamentó que solamente hasta el siglo XX las mujeres tuvieran el poder de escribir y hablar de su vida como mujeres cuando su aportación es tan rica en experiencias.
“No hemos alcanzado el poder, no tenemos aún la gran voz del poder, somos las que pueden mejor hablar del poder porque estamos escuchando de lejos y debajo de la mesa del poder. Lo que quiero decir a las hermanas escritoras es que sean sinceras con la vida, sean testimonio sincero y no fútiles de la vida; que se enlacen con el dolor de las mujeres de su pueblo y hablen de ellas de una forma sencilla, apasionada, de sus sufrimientos y sueños, y que no se dejen ir por la superficialidad o por circunstancias que no son las más importantes”, pidió.
Lídia Jorge aseguró que la pandemia del COVID-19 ha sido una etapa dolorosa y de luto por la muerte de su madre a causa de esta enfermedad, y por el sufrimiento de la gente que se ha quedado sin trabajo o sin sus seres queridos, y apeló a la esperanza de que algo quede en la humanidad para que surja un cambio profundo, a fin de “compartir más, no asesinar la Tierra y no olvidar la cultura tradicional frente a la tecnológica”.
La FIL continuará hasta el próximo 6 de diciembre con actividades virtuales que son transmitidas en la página www.fil.com.mx y las redes sociales de la feria.