Literatura desde el exilio

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Tununa es mi sobrenombre y me ha costado mucho desprenderme de él: no es porque no lo haya querido, sino porque me lo dio mi abuela. Tal vez se le ocurrió al escuchar un sonido o una onomatopeya. Pero mi nombre en realidad es Nilda”, dijo tras el auricular la escritora nacida en Córdoba, Argentina.
Ahora, a sus 68 años, y recién ganadora del Premio Sor Juana, recuerda cómo fue su vida hace más de 30 años, cuando salió de su tierra natal por la dictadura y existencia en el exilio en México.
“Nunca me imaginé que ese exilio fuera a pasarlo en México. La decisión de exilio es una determinación que hay que tomar cuando hay un peligro político. Era una etapa dura y violenta en Argentina, donde un grupo paramilitar empezó a amenazar a personas y condenarlas a muerte”.
México fue el lugar que se convirtió en la primera camada de exiliados argentinos en 1974 y 75, antes del golpe de Estado efectuado en 1976.
“México fue para mí una revelación, un deslumbramiento. Van a creer que estoy loca, pero para mí es una fascinación entrar al metro del DF o subirme a un camión o andar por las calles pobladas del centro. Tiene un inmenso poderío cultural que gira y varía con nuevas propuestas.
“Los mexicanos cuentan con un gran valor humano, a pesar de estar rodeados de ruido, falsas promesas, mentiras y falsificación. Por ejemplo, en un mercado, los marchantes están haciendo un trueque y nunca desaparece lo humano; se ve en sus rostros, sus pieles y sus colores.
“Cada vez que voy a México, tengo la tentación de quedarme o me arrepiento por haberme ido de él”, comentó también la periodista cultural.
Las dictaduras destrozan la cultura de un pueblo desde que torturan y desaparecen a los intelectuales. “En Argentina, así como en otros países, como Uruguay, Paraguay y Chile, hubo una cantidad de represión inimaginable que era un tragedia directa para la vida cultural de los países, pero las nuevas generaciones que vieron esos desastres de la cultura, producen con muy buenos logros”, dijo con voz tranquilizadora.
“En América Latina nunca habrá una limpieza total respecto a la violación de derechos humanos. Siempre habrá mentiras, fraude y maltrato a los trabajadores. Es una especie de sombra para nuestros países y para el mundo.
“México, en este momento, es el único país en Latinoamérica que ha logrado la despenalización del aborto, cuando es una petición de otros países también. Me parece que es un avance en los derechos humanos fundamentales.
“Aprobar esa ley significa una visión esperanzada, porque era un punto ciego que no lograba aclararse en todos los años que yo viví en México”, dijo desde Buenos Aires.
“En otros países hay luchas que dan movimiento a respetar los derechos humanos. En Argentina el gobierno hizo la tarea de recuperar los campos de concentración y los reconvirtió en espacios de la memoria, siempre por la exigencia del pueblo.
“En mi literatura he estado sensible a los derechos humanos, como si pudiera absorber esos conflictos y transformarlos en literatura, pero la realidad es que son temas que irradian y hay que darles forma para que sean reparadores del sufrimiento”, concluyó.

El premio
El Premio Sor Juana fue concebido y bautizado por la escritora nicaragí¼ense Milagros Palma, para reconocer una obra escrita por mujeres. Se ideó para ser entregado al término del IV Simposium internacional de crítica literaria y escritura de mujeres de América Latina, que se realizó en el marco de la FIL, en 1993.
Los jurados decidieron unánimemente otorgar el premio Sor Juana 2007 a la novela Yo nunca te prometí la eternidad, de Tununa Mercado, publicada por editorial Planeta, que resultó ganadora entre un total de 71 novelas de 12 países que se presentaron al premio.
La novela enlaza historias provenientes de la Europa del siglo XX y sus influencias en el continente americano. Plantea, asimismo, el gran problema de las emigraciones provocadas por las guerras y persecuciones. Permite develar problemas vitales y existenciales desgarradores de quienes son exiliados y su perpetua dislocación. Las vidas de los protagonistas constituyen una profunda reflexión de las pasiones humanas y un cuestionamiento sobre el ser.

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