Las instituciones y agentes culturales deben de replantear la manera de estructurar sus proyectos para hacer frente no sólo a las medidas sanitarias por la pandemia de COVID-19, sino también para favorecer la reactivación económica de un sector que siempre ha sido considerado como no prioritario, coincidieron especialistas en la mesa de diálogo virtual “Cultura en emergencia”, organizada por el Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo (CEED).
El Coordinador General de Extensión y Difusión Cultural de la UdeG, Ángel Igor Lozada Rivera Melo, declaró que tras el encierro por la pandemia en marzo del año pasado, el sector cultural entendió la necesidad de hacer comunidad para generar proyectos y apoyar a quienes se habían quedado sin trabajo.
“La cultura tiene que obedecer a una necesidad social. Después de entender todo el contexto, entendimos que si la cultura es la que hace el tejido social, tiene que estar enfocada en la salud mental. Nos dimos cuenta de que si no creamos comunidad no hay esquema, convocatoria o recurso que alcance», indicó.
«Lo más importante era hacernos conscientes de la emergencia que estábamos enfrentando y fomentar el bienestar y la calidad de vida, para eso están las artes, con o sin COVID-19”.
Recordó que Cultura UDG generó un plan a largo plazo en el que más que dar incentivos inmediatos a los artistas y agentes culturales, se dio a la tarea de esbozar un proyecto de digitalización de contenidos en el que se generara una reactivación económica en el sector.
“La Sala Digital es una consecuencia de Cultura UDG on demand, de ahí surge un modelo con una estructura y metodología donde se planeó acercar a los más dispuestos a este tipo de experiencias digitales, que no está para recobrar dinero en el streaming sino para generar economía, que fue a lo que nos abocamos”, explicó.
Recordó que el proyecto de streaming convirtió a Cultura UDG en el primer distribuidor de todos los contenidos digitales de América Latina enfocado no sólo en el consumo de las audiencias, sino también para crear comunidad. Uno de los logros es que la plataforma creció de 43 mil usuarios en abril de 2020 a 107 mil a octubre de ese año.
Pilar Herrera Guevara, académica miembro del Seminario de Cultura Mexicana en Guadalajara, señaló que las medidas sanitarias y el aislamiento dictado hace un año visibilizaron las condiciones de precariedad de los artistas, técnicos y agentes culturales y creativos, debido a que de manera sistemática ha sido considerado como un sector no fundamental en la vida cotidiana.
Dijo que ante esto es necesario replantear las políticas culturales post COVID-19 que deben de ir encaminadas a superar la crisis mediante la repoblación de espacios, la contratación de los agentes culturales que garantice su reactivación económica y que la gente vuelva a consumir los contenidos; además de la creación de soportes y plataformas híbridos que permita la participación de todo el público, incluso de quienes no tienen acceso a la digitalización, pues eso reproduciría la idea de que la cultura es solo para las élites.
Alejandra Petersen, directora de desarrollo institucional de la Secretaría de Cultura en Jalisco (SCJ), alentó a la formación de comunidades y alianzas que faciliten la creación de proyectos culturales a largo plazo dentro y fuera del estado, y con la participación de todos los sectores involucrados en este sector.
Compartió datos recabados por la SCJ que indican que 37 por ciento de las empresas culturales han considerado cerrar de manera definitiva, mientras que 18.7 por ciento de los emprendimientos en este rubro han tenido que despedir personal y se han perdido 64 por ciento de los empleos en espacios culturales.
Agregó que entre las prioridades en el sector cultural están la apertura y reactivación de espacios, el regreso a las clases presenciales de los espacios como la Licenciatura en Artes, la reestructuración presupuestal para apoyos directos a las comunidades y una revisión de los instrumentos normativos.
Carlos Alberto Lara, fundador de Artículo 27, una organización de la sociedad civil en favor de los derechos culturales, criticó la administración de la pandemia que han tenido los gobiernos estatal y federal, que propició que la precariedad en la que viven los artistas y agentes haya pasado de ser una crisis coyuntural a una estructural.
Expresó que las organizaciones y grupos artísticos deben aprovechar la coyuntura para buscar el financiamiento y los apoyos en la iniciativa privada, pues existe una dependencia hacia el sector público.
“La gran enseñanza es aprender, de una vez por todas, para poner los ojos en la iniciativa privada en el desarrollo de programas y proyectos porque hay una codependencia dañina y enfermiza entre los agentes culturales y el ámbito público, que tiene una oferta, pero no lo es todo, no tiene la solución a todo», indicó.
«Los gobiernos federal y estatal han sacado la peor parte de su política cultural, con la reducción histórica al presupuesto destinado a la cultura”.
Laura Iveth López, especialista y miembro de la asociación Corpocreativo, coincidió en que los agentes culturales deben “dejar de mirar a las instituciones como cajeros automáticos para los procesos de producción y a las convocatorias como generadores de recursos financieros, sino para construir en conjunto nuevos formatos”.
Jorge Souza, poeta y lingüista, recordó que con el aislamiento desaparecieron muchas actividades culturales y artísticas que se realizaban desde hace años, y señaló que es necesario reavivar y reactivar los talleres y actividades con nuevas formas sustentadas por las nuevas tecnologías y espacios que ofrezcan seguridad a los asistentes.