Trazos y figuras que permiten identificar de manera inequívoca a su autor componen las piezas de la exposición Un mexicanismo de contracorriente, de Ricardo Martínez, en el MUSA, Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.
Algunas de las formas que este pintor mexicano autodidacta ha plasmado en las obras ahora exhibidas en este recinto, narran una historia, en tanto que otras revelan siluetas en lo individual con un estilo muy propio, ya sea en cuanto a la línea como en las tonalidades.
El movimiento también es característico, tal y como en su momento formó parte de la vida de este creador que no se detuvo en una producción determinada o preponderante de acuerdo con su época, sino que buscó alternativas para destacar su propuesta de una forma distinta, como lo menciona el propio nombre de esta muestra, realizada en colaboración con la Fundación Ricardo Martínez.
El Vicerrector Ejecutivo de la Universidad de Guadalajara, Héctor Raúl Solís Gadea, resaltó durante la inauguración de la exhibición las claves para adentrarse en el universo creativo del autor.
“Ricardo Martínez situó a su obra en la frontera que separa a la tradición nacionalista de la innovación de vanguardia, un punto alternativo —a contracorriente— entre las dos principales tendencias que marcaron al arte mexicano del siglo XX. Nutrido por los contundentes volúmenes de la escultura precolombina, su universo pictórico manifiesta una clara preferencia por la representación de la anatomía humana”, expresó.
“Sus cuerpos, de sinuosos contornos y de pieles matizadas por inéditos contrastes, son alegorías que dotan de múltiples significados a sus ideas sobre el amor, la vida, la pasión, la maternidad, el tiempo y la muerte”.
Conocido como un exponente de la generación integrada por aquellos que buscaron ampliar su repertorio pictórico sin oponerse marcadamente a la Escuela Mexicana de Pintura, el artista se caracteriza por un profundo humanismo: el estudio del ser y su esencia.
“Es un pintor muy representativo porque tiene muchos rasgos de lo mexicano desde una visión que dejaba fuera a los convencionalismos. Era un artista sumamente reservado, lo que a él le interesaba era pintar, y todo esto generó una difusión relativamente centrada en la Ciudad de México y en el extranjero, pero al interior de la República se le conoce poco”, compartió Zarina Martínez, secretaria ejecutiva de la institución dedicada a preservar y difundir el legado de quien fuera su padre.
“A raíz de que creamos la Fundación y luego llegó el centenario de su nacimiento, en 2018, hicimos un acuerdo para que una colección viajara por el país, misma que ha visitado varios destinos, cada vez con una perspectiva distinta”.
En esta ocasión, la curaduría, a cargo de Ana Laura Camacho Puebla, incluye un diálogo entre la obra del maestro y las composiciones de algunos de sus contemporáneos cuyo trabajo puede relacionarse con la contracorriente, tales como José María de Servín, Jorge Navarro, María Luisa González Aréchiga y Thomas Coffeen.
Con dicha propuesta se busca plantear un panorama más amplio y un acercamiento hacia los exponentes de toda una generación, incluidos los ubicados fuera de la Ciudad de México, y las características de esta producción que la diferencia de otras corrientes.
Ricardo Martínez nació en la Ciudad de México el 28 de octubre de 1918 y estudió de forma autodidacta. A lo largo de su trayectoria recibió varias distinciones y falleció el 11 de enero de 2009.
Texto: Sandra Reyes | MUSA