Los Arreola, la ciencia y la literatura

Ensayo del académico Juan Nepote escudriña la relación entre el escritor zapotlense y su tío científico, quien fue un gran estudioso de sismología y profesor de la UdeG

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El libro El otro Arreola. Juan José Arreola & su tío científico, que de manera virtual (a través de www.maquinadeletras.com) presentó el ensayista y promotor de la ciencia tapatío Juan Nepote, surgió a partir de que en 2009 recibió una beca del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) para un proyecto sobre ciencia y Literatura.

“El proyecto era muy amplio, y el poeta Víctor Manuel Pazarín me sugirió que le podía sacar mucho jugo a la historia de Arreola. Yo al leer los cuentos de Juan José Arreola me di cuenta que aparecen temas de ciencia. Me di cuenta que no se había atendido lo suficiente su gusto por la ciencia y pensé que tal vez ese gusto tenía que ver con aquel tío”.

La investigación fue profunda: «Fui la hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, y durante seis o siete años encontré periódicos viejos, libros difíciles de encontrar, y traté de localizar aquellos factores comunes entre tío y sobrino. Juan José Arreola admiraba a su tío. Su visión en temas de ciencia en su literatura tiene mucho que ver con lo que éste le contaba. Se llevaban muchos años de diferencia, pero para Juan José fue una figura ejemplar, y de alguna manera trató de imitarla”.

Su libro El otro Arreola. Juan José Arreola & su tío científico, fue ganador del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz, del Estado de México, en su edición de 2018.

“Lo que más me emocionó es que existió alguien como José María Arreola, un personaje que nació en 1870 y murió en 1961. Fue un hombre de ciencia, y estuvo en el grupo de los fundadores de la Universidad de Guadalajara en 1925, y está olvidado”.

Juan Nepote es académico de la Universidad de Guadalajara. Foto: Cortesía

¿Qué temas abarca el libro?

Una parte, habla sobre los terremotos que ocurrieron en Guadalajara en 1912. Hablo de los puntos de contacto que hay entre ciencia y literatura en la obra de Juan José, a partir de algunas experiencias del tío, y al final recuperé, mientras hacía la investigación hemerográfica, un texto que estaba perdido de Juan José, de los primeros, donde cuenta cómo hace un periódico, ya que empezó escribiendo como periodista, el texto completo lo incluyo en el libro.

¿Qué puede contar sobre los temblores?

En 1912, en Guadalajara hubo una serie de temblores desde el 8 de mayo hasta septiembre. Prácticamente la tierra se estremeció todos los días. Hasta treinta veces en uno solo, y la ciudad se desquició. Los habitantes de Guadalajara se asustaban, y muchos se fueron de la ciudad. Los que quedaron acampaban en los parques. El terror era similar al que vivimos en la actualidad, pero ahora estamos encerrados por el Covid-19, y a principios del siglo XX las personas salían a las calles porque temían que sus casas se derrumbaran. El ritmo de la ciudad se trastocó. Lo que ocurrió ese año fue una especie de gran novela, y algunos de sus elementos Juan José los retomó para introducirlos en “La Feria”. En ésta obra, tiembla mucho, la gente sale, se tira al piso, se pone de rodillas e implora a Dios que deje de temblar.

José María Arreola, desde su observatorio meteorológico y astronómico, en lo que ahora es el edificio Arroniz, que ocupa la Secretaría de Cultura, y en aquel entonces era un seminario, hizo pronósticos de cuándo iba a temblar, el día y la hora, así como la intensidad. Periódicos de la época informan que sí fueron exactas sus predicciones, cuando hasta ahora es imposible pronosticar un terremoto.

¿Cómo influye José María Arreola en su sobrino?

Encuentro tres formas: 1. En cuanto a la lectura. El tío era un estupendo lector. Llegó a tener una gran biblioteca, cerca de cinco mil volúmenes. La idea de tener libros por todas partes y buscar en éstos es del tío, quien influyó en su hermano, el papá de Juan José, quien leía en voz alta a sus hijos; 2. José María tenía muchas enciclopedias, y Juan José llegó a aceptar que el gusto por éstas lo había aprendido del tío. El conocimiento del escritor era muy enciclopédico; 3. El interés por lo artesanal, por saber el nombre exactos de los ingredientes de un platillo, el material con que se fabrica una cosa, el gusto por lo técnico, las herramientas, el trabajo manual, todo esto se puede encontrar en la vida del tío.

¿Cuáles fueron las aportaciones científicas de José María Arreola a la ciencia?

En 1900, José María hizo un estudio en el que proponía una teoría del funcionamiento de los volcanes y los terremotos, y en la Ciudad de México y otros países fue muy celebrada. Creó un observatorio sobre vulcanología —el segundo en el mundo, en aquel entonces— para el Volcán de Colima. Creó, además, una manera de llevar un orden y un registro muy específico sobre cuándo salía una fumarola, cómo era, tomaba fotos del volcán, hacía dibujos… su investigación era seria, y le dedicó horas. Él reunió todas sus observaciones, además de documentos antiguos y testimonios de la gente que vivía en los alrededores. Su trabajo fue muy importante, ya que permite saber cómo era el volcán en diferentes épocas. Gracias a él, en gran parte, el de Colima es uno de los volcanes más estudiados. En ése entonces era sacerdote y no tenía necesidad de investigar. Posteriormente deja de serlo, después de los temblores, y se va a la Ciudad de México.

En Ciudad de México entró a trabajar con Manuel Gamio (1883- 1960), padre de la Antropología y las Ciencias Sociales en el país, y entra a uno de los equipos de investigación más importantes que hizo el libro “Población del Valle de Teotihuacán”, en el que José María escribe, traduce del náhuatl y hace trabajos de antropología, arqueología y etnografía. Después, regresa a Guadalajara, participa en la fundación de la UdeG, y se dedica a ser profesor, donde formó a jóvenes interesados en la ciencia como el paleontólogo Federico Solórzano (1922-2015).

¿Puede mencionar algún relato de Arreola en el que claramente pueda encontrarse la relación de ciencia y literatura?

Apenas había pasado un año que le dieron el premio a Marie y Pierre Curie por los descubrimientos del radio y del polonio, y José María Arreola, en Guadalajara, en 1904, jugaba con un pedacito de radio en el seminario, y publicó en coautoría un texto científico sobre el mismo. Años después el escritor Juan José Arreola contaba a sus alumnos que ese pedacito de radio se había quedado en la familia, y un día confesó que le sirvió para escribir el cuento “El prodigioso miligramo”, en el que una hormiga se encuentra un miligramo de algo que brilla y se lo lleva a su hormiguero.

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