Los demasiados anuncios

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El anuncio por televisión no es un factor para determinar que una persona adquiera un producto. Tiene mayor peso que otros utilicen los productos o servicios (es decir, por imitación), señaló Teresa de Jesús Tovar Peña, profesora investigadora del Departamento de Estudios de la Comunicación, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
La académica encabeza la investigación “Oferta, discursos y consumo en canales culturales y comerciales”, que todavía se encuentra en la fase de recolección de información y sistematización de la misma. “Pruebas empíricas han demostrado que tienen una mayor influencia las relaciones interpersonales entre iguales, desde el punto de vista de rango de edad o intereses”. Por ejemplo, el adolescente que quiere un celular con cámara fotográfica porque desea ser distinto a los otros. En este caso se mezclan necesidades sociales e individuales.
En ocasiones las personas compran por ritual más que por necesidad. Es un acto que a veces no es meditado, sino impulsivo. La publicidad abarca la información transmitida en los medios de comunicación sobre los productos o servicios. Ésta es parte complementaria del consumo. La una no tiene sentido sin el otro, aunque éste último sí puede existir independiente de la publicidad.
Qué tanto va a dejarse una persona influir para adquirir un producto dependerá de muchos factores, como el manejo que haga de sus finanzas, los rasgos de su personalidad, las costumbres, los grados de conciencia y responsabilidad que tienen en torno al consumo, así como el nivel educativo, entre muchos otros.

Personas con poder adquisitivo
Teresa de Jesús Tovar señaló que la publicidad va dirigida a personas que tienen poder adquisitivo. Sin embargo, no necesariamente las personas de nivel sociocultural alto son las que más consumen. Muchas personas viven endeudadas por darse un estilo de vida o tener un estatus que no corresponde a sus ingresos. Las tarjetas de crédito han hecho posible que muchos adquieran bienes y servicios que de otra manera estarían fuera de su alcance.
Hay gente de estrato social medio, bajo y alto que tiende a gastar más allá de lo que pueden permitirle sus ingresos y también hay quienes no lo hacen, aclaró la investigadora.
Explicó que el nivel adquisitivo es el grado de posibilidad, de acuerdo a los recursos económicos, que una persona tiene para comprar bienes materiales o servicios. Puede ganar ingresos que le permitan pagar el hospedaje en un hotel de lujo, por ejemplo, y otra persona tendrá los recursos para un hospedaje modesto.
El estatus es algo simbólico, cultural. Tiene que ver con calidad y estilos de vida y con un cierto reconocimiento de los otros. Estatus y nivel adquisitivo son dos conceptos que no están peleados, es frecuente que vayan de la mano.

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