Ruth Barrera Aréchiga (CUCiénega)
Como parte del ciclo de conferencias «Pensar la violencia», que organizan el Laboratorio de Estudios sobre la Violencia y el Instituto de Investigaciones Sociológicas, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), junto con la Red Iberoamericana de Investigación sobre Violencia y Cuestión Criminal, fue presentada la charla «La necropolítica del Estado mexicano y los niños soldados», impartida por Priscilla Hernández Rodríguez.
La profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Tamaulipas explicó que la necropolítica es la forma en la que el estado administra la muerte y gestiona el sufrimiento de la ciudadanía, no como una ejecución o ejercicio gubernamental, sino permitiendo que las muertes recaigan sobre ciertos grupos, bajo determinadas circunstancias.
“Para poder explicar la administración de la muerte por parte del Estado podemos tomar el ejemplo del 2 de octubre de 1968, en que hay un grupo de personas que deben ser asesinadas y desaparecidas. De este tipo de acciones viene la necropolítica, donde el Estado decide quién debe vivir y quién debe morir.
«El Estado tiene una mano ejecutora, y se dedica a administrar la muerte de sus ciudadanos, pero también deja morir a sus minorías”.
La investigadora remarcó que la necropolítica tiene como consecuencia en nuestro país no sólo la administración de la muerte y la gestión del sufrimiento, sino también la creación de niños soldados, los cuales son víctimas de esta situación.
Aseveró que en 2010 hicieron el único informe en el que contabilizan 35 mil niños que forman parte activa del crimen organizado, «hoy no sabemos cuántos son, cuántos han muerto, el tipo de violencia que viven, y todo esto tiene que ver con la necropolítica del Estado mexicano».
Recordó que en 2014 la ONU hizo observaciones al gobierno federal para que se reconociera este fenómeno con un conteo de cuántos niños están muriendo, a lo que la autoridad respondió que como en México no existía tal guerra, no existían niños en esa situación.
“Durante mis siete años de investigación me he encontrado con mucha resistencia a aceptar el termino de niños soldados, a pesar de que la ONU y la UNICEF los reconoce de esta forma. Se les llama jóvenes sicarios y niños sicarios, pero si los nombramos de esta forma estamos deshumanizándolos y negando su condición de víctimas.
«No son sicarios, son niños soldados reclutados a la fuerza por el narcotráfico mexicano”.
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