Pese a la implementación de algunas políticas públicas en materia, siguen vigentes prohibiciones que generan diferencias y desigualdades
La lucha por el reconocimiento de la identificación sexual y de género ha confrontado dogmas y conquistado terrenos en una sociedad heteronormativa que rechaza la diversidad en el comportamiento sexual.
Un ejemplo de la lucha por la identificación de género es la vida del coronel Amelio Robles Ávila, una mujer que nació en 1889 y luchó en las fuerzas de Emiliano Zapata. Se trata de un hombre transgénero cuya identidad reconoció la Secretaría de la Defensa Nacional en 1978.
Sin embargo, pese a algunas políticas públicas, siguen vigentes las prohibiciones a las libertades sexuales y de género a la que aspiran las personas y que generan diferencias y desigualdades.
Para el profesor investigador del Departamento de Ciencias Sociales, del Centro Universitaria de Ciencias de la Salud (CUCS), Osmar Matsui Santana, la identidad sexual es la manera en que una persona se identifica como hombre o mujer, hombre-mujer, o a veces hombre a veces mujer, referida a las característica biológicas y fisiológicas.
“La identidad sexual es la auto-identificación que se desarrolla a partir de los dos o tres años de edad, cuando la persona puede decir si pertenece a alguna de las categorías y si ésta concuerda con sus órganos sexuales”, opinó el académico.
Mientras que la identidad de género es la forma de expresión, independiente del sexo de nacimiento y de la orientación sexual, la manera personal cómo se vive el ser sexual y el cuerpo desde lo personal y a los demás.
“La identidad sexual es cómo me expreso en un término más masculino o femenino, donde cabe una gran gama”, dijo el académico del CUCS.
La conquista en la identidad de género, expresiones de género y orientaciones sexuales tiene su origen con las represiones y protestas de la comunidad gay, en el bar Stonewall In en Nueva York en 1969, con antecedentes en 1939 en la misma ciudad y en 1966 en San Francisco
Matsui Santana destacó los avances científicos que adaptan gobiernos y grupos de activistas para la aceptación de la diversidad. Sin embargo, consideró que todavía existe rechazo de un gran número de personas sobre los términos identidad sexual y de género con componentes biológicos y psicológicos, incluso los procesos de identificación sexual respaldados por la ciencia.
“Por ejemplo, hay investigación científica de inicios de la década de los 90 que logró aislar el gen SRY en la región sexual del cromosoma Y y se ve el efecto del gen en el desarrollo de las características sexuales masculinas”, dijo el investigador y propuso una educación inclusiva desde los primeros años escolares para promover la diversidad sexual en paralelo con las diversidades raciales, socioeconómicas, intelectuales y de la percepción corporal.
“Se debería hablar de la diversidad de género desde esas edades para que crezcan con la aceptación a la perspectiva de la identidad de género y sepan que las personas somos diversas en lo intelectual y físico, en la diversidad de género y en la sexual”, concluyó.