Cientos de películas se filman al año en la ciudad de Los íngeles. Muchas de estas historias no están situadas en esta ciudad, sino en Nueva York, Boston o San Francisco, pero a veces por cuestión de presupuesto, se filma todo en Los íngeles y solo se hacen algunas tomas generales del lugar donde se supone que ocurren. Una cosa es la ciudad filmada y otra la proyectada. Pero también hay películas filmadas en Los íngeles porque así lo requería el guión, porque ahí viven los personajes y la historia se desarrolla en dicha ciudad.
Es el caso de filmes como Chinatown (1974), de Roman Polanski; Blade runner (1982), de Ridley Scott o Mulholland Drive (2001), de David Lynch, por mencionar algunas.
Como parte del programa de la edición 23 de la FIL, tendrá verificativo un ciclo de cine con películas filmadas en la ciudad de Los íngeles porque la historia así lo requería. Además de las ya mencionadas, el ciclo de cine angelino también lo conforman 14 películas más, entre las que destacan: Sunset Blvd (1950), de Billy Wilder; L. A story (1991), de Mick Jackson; L. A confidential (1997), de Curtis Hanson; Collateral (2004), de Michael Mann, y The long goodbye (1973) y The player (1992), del director Robert Altman, entre otras.
Ciudad camaleónica
La ciudad de Los íngeles como protagonista de historias del séptimo arte se ha sabido colar en la mente de los espectadores, ya que éstos pueden llegar a reconocer calles, edificios, restaurantes, boutiques o bares, sin haber estado ahí físicamente. El cine nos muestra desde los lugares más bellos hasta los más decadentes de la urbe. En películas recientes, como El solista (2008), de Joe Wright, podemos ver un lado de la ciudad que pocas veces se muestra en la pantalla grande, como es el albergue para homeless “The Lamp”, donde nos presenta el lado sombrío y miserable de la ciudad, desde un contexto de supervivencia; o bien las calles de Los íngeles al anochecer vistas desde un taxi en la película Noche en la Tierra (1991), de Jim Jarmusch, que nos lleva en un recorrido desde el aeropuerto hasta Beverly Hills, o el barrio de Venice en El gran Lebowski (1998), de Joel y Ethan Coen, lugar donde está el departamento de “El Dude”, interpretado por Jeff Bridges.
En este caso cada director decide qué quiere mostrar y qué desea ocultar de la ciudad, cuáles son las imágenes que sirven a la historia y cuáles le estorban, qué le aportan al personaje y qué no. La ciudad y su representación a través de la mirada del director es lo que a final de cuentas le llega al espectador. Desde la metrópoli insegura, racista y en continuo movimiento, como The crash (2004), de Paul Haggis, hasta la más atrevida y soleada, como Boogie nights (1997), de Paul Thomas Anderson.
Para no perderse
Blade Runner (1982), de Ridley Scott, es una de las películas angelinas que podrá disfrutarse en estos días. Basada en la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), cinta futurista ubicada en 2019, Ridley Scott nos muestra una ciudad nocturna y cierta atmósfera de inseguridad, pues cada vez que alguno de los personajes sale a la calle, se tiene la sensación de que algo malo le va a pasar. A su vez nos enseña una urbe moderna y aplastada por el consumismo, autos diseñados para volar y grandes letreros publicitarios de Coca-Cola y Budweiser. Blade runner es el nombre que se le da a los policías encargados de enfrentar a los replicantes que se han revelado contra el mundo. Los replicantes artificiales son una réplica de los hombres, pero con fecha de caducidad de cuatro años. Son ciborgs que se hacen pasar por seres humanos y la única forma de saber su identidad es a través de una máquina sofisticada que revisa las pupilas. La película expone una lucha por la supervivencia. Muchas de las locaciones de este filme son reconocibles, como el edificio The Bradbury Building, donde vive el personaje de J. F Sebastian o el centro nocturno de Taffey, rodado en el Art Deco Wiltern Theater.
Dentro de la filmografía de Roman Polanski, Chinatown (1974) es considerada por la crítica la obra maestra del director polaco. La película está basada en el guión del mismo nombre del escritor Robert Towne, excepto el final, ya que Polanski decidió cambiarlo por un final menos feliz. La historia está ambientada en Los íngeles de los años treinta, pero vista desde los setenta. Según el director, precisamente a esto se debió el éxito de la película, pues asegura que nunca trató de hacer una imitación fiel del cine negro de los treinta, sino al contrario, siempre pretendió que se notara que era una historia sobre los años treinta filmada en los setenta. He ahí el uso de la fotografía a color. Y aunque el barrio de Chinatown solo aparece hasta el final del filme, ya que el desenlace de la historia lleva a los personajes principales hasta las calles del lugar, la cinta nos muestra desde el inicio a una ciudad en crecimiento, antes de convertirse en la gran urbe. Sin embargo, deja entrever de manera sutil los problemas que comienzan a surgir en las grandes metrópolis: corrupción y extorsión.
Mulholland Drive (2001), de David Lynch, presenta una historia centrada en el Hollywood de los sueños y pesadillas de actores, directores y productores. Dentro de todo lo surrealista que puede ser Lynch, en esta película deja entrever la hipocresía que reina en el mundo de quienes hacen y viven para y por el cine. La ciudad que nos muestra es la clásica postal bañada por mañanas soleadas llena de altas palmeras, entre lindos barrios situados en avenidas como Sunset Blvd o Melrose Avenue. Lo anterior contrasta con el lugar llamado Mulholland Drive, que aparecerá escrito en un letrero en medio de la noche, al inicio y al final del filme.
Ciclo de cine angelino
Del 28 de noviembre al 6 de diciembre.
Cineforo, rambla Cataluña, Laboratorio de Arte Variedades (Larva), plaza de la Liberación, sala Guillermo del Toro y avenida México esquina Chapultepec.