Para Ana Karol,
Luis Renán y Anaed
Para despedirnos
fuimos a acampar en la playa.
Vimos, entonces, desaparecer la luz.
Arrojamos maderas a las aguas.
Recogimos conchitas.
Y escuchamos el rumor.
Era el mar de la tarde.
Era el viento de alas.
Era la arena deshaciéndose.
Era la brisa y el frío.
Eran nuestros cuerpos inciertos.
Ahora, el mar nos moja
de nuevo los pies,
por eso despertamos
y nos reconocemos
—reales—
en el sueño…