El escritor no tiene control de su trabajo. Y esa es la gracia. La obra toma vida propia y encuentra por sí sola sus matices y dimensiones. Finalmente, el arte exime. Es una terapia. De eso está convencida María Gainza, escritora, crítica de arte y ganadora del Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2019.
Una muestra de que una novela es como un pájaro que al salir de la jaula jamás regresa, es La luz negra, novela escrita con tanta libertad y, sobre todo, que rompe el mimetismo de los géneros literarios con una propuesta única.
La luz negra, obra que la hizo merecedora del reconocimiento, aborda el tema de las falsificaciones artísticas y pondera la presencia de las mujeres en el mundo del arte, señalaron los jueces de la edición 27 del Premio.
Esta novela es tan actual como duradera. Se podrá leer y disfrutar en 50 años como se hace hoy. Y, de acuerdo con el dictamen del jurado, “plantea una pregunta más que vigente: la posibilidad de realmente conocer la verdad en un mundo en el que todo nos parece ya superficial y falso”. Y, en que todo indica que se agudizará esa condición.
María Gainza fue corresponsal de The New York Times en Buenos Aires, Argentina, y es autora de dos libros de ficción: El nervio óptico (2014) y el citado La luz negra (2018). Para ella recibir este premio de literatura fue “una sorpresa agradable y una responsabilidad para la que no creo estar preparada”, explica en entrevista con o2 cultura.
Con dos novelas has alcanzando el reconocimiento de la crítica y de los lectores, ¿a qué lo atribuyes?
Dos novelas delgadas, agregaría. Nunca en mi vida soñé con ser una escritora reconocida. La fama es algo que miro con recelo. El éxito de mis libros se lo atribuyo a una buena alineación de las estrellas. Sinceramente es la única razón que encuentro y quizás por eso no la discuto.
La luz negra parece tan actual, pero, al mismo tiempo, luce como un libro que jamás va a caducar. ¿Cómo es posible que adquiera tantas dimensiones?
Me gusta analizar mis debilidades, no mis fuertes. Temo que me pase como al ciempiés, que cuando la araña le preguntó cómo hacía para caminar se puso a pensar en cómo hacía y se enredó y ya nunca volvió a moverse. El escritor no tiene control absoluto de su trabajo, y esa es la gracia. No sé cómo lo logré, me resulta uno de los tantos misterios de este universo, tampoco estoy segura de haberlo logrado. No desdeño el factor suerte. Tengo una intuición y la sigo, es mi única receta. No me gusta forzar la escritura ni obligarme a contar cuando no tengo nada urgente que contar. La luz negra nació en un momento muy complicado de mi vida y me sostuvo a través de esos meses. Me eximió de la realidad cuando más lo necesitaba. No estoy hablando de arte como terapia, sino de arte como algo que te permite explorarte y a la vez salirte de una misma. Una plomada al centro de la tierra y una línea hacia Júpiter, algo así dice la poeta polaca Anna Swir.
¿Qué opina del momento que viven los movimientos de mujeres? En Argentina la Ola Verde tuvo un triunfo que le dio la vuelta al mundo, y en México se han dado manifestaciones de feministas que han captado la atención pública…
Ya era hora, eso pienso.
¿Qué diagnóstico hace del momento actual que vive la literatura en Argentina, por cierto, en tiempos convulsos con un nuevo giro en materia política?
Vivo un poco afuera del mundo literario. De contestar me sentiría un poco como Chance Gardener en Desde el jardín.
Y ante la llegada del mundo digital y la proliferación de contenidos multimedia, ¿qué deben hacer los creadores literarios para seguir captando lectores?
Escribir buena literatura, eso no debería fallar, pero como decía Tu Sam, un mentalista de nuestro país, también eso puede fallar.
Pero algunos expertos han dicho que su estilo es inclasificable y por lo tanto innovador. ¿Estilos como el suyo son una alternativa para enganchar a los nuevos lectores?
Pensar en términos de mercado sería mi tumba, porque la gracia de mis libros radica, creo, en que fueron creados desde la intuición. No hay especulaciones de marketing, al menos ninguna de la que yo esté consciente.
De lo que hay en la literatura actual latinoamericana o mundial, ¿qué les recomienda a los lectores?
Los nombres que se me vienen son los que circulan, y los recuerdos porque a fuerza de repetición mediática se me han grabado, volver a repetirlos me parecería injusto para un montón de escritores que trabajan de manera maravillosa, pero no han tenido tanto reconocimiento. En general me gusta la belleza “inferior” en todos sus géneros artísticos.
¿Qué opina del momento político que vive Latinoamérica, hoy convulsionada por movimientos sociales y la violencia en varios países?
Me da miedo. No tengo más profundidad para el análisis político que cualquier vecino de mi cuadra. No creo que los artistas estemos en este mundo para pontificar. Por supuesto siempre estaré en contra de la represión, la violencia y el dolor del pueblo. Pero si queremos conocer la verdadera posición de un artista, como sugería Gombrowicz, debemos preguntarle ante todo de qué está enamorado.
¿Qué papel juega la literatura en este oscuro momento de la historia?
Un libro es una planta y a la vez una lámpara. Da oxígeno y da luz.