Maria Sole viene de una familia de cineastas. Hija de Ugo Tognazzi —famoso actor que trabajó con todos los grandes del cine italiano contemporáneo: Ettore Scola, Marco Ferreri y Marcello Mastroianni…— y de la actriz Franca Bettoja, entró a trabajar en el cine con dieciocho años, después de la muerte de su padre, “sin tener la ambición de ser directora”, dice, por lo que empezó haciendo lo que se podía y “lo que se tenía que hacer”. Luego, conoció y aprendió el trabajo, “porque yo no he estudiado”; le gustó, laboró como asistente de dirección en teatro durante diez años y luego en la publicidad, en ocasiones al lado de su hermano, Ricky Tognazzi, también actor y director. En 1997 debutó con su primer corto, al que le siguieron tres largometrajes, el último de los cuales, Viaggio sola (2013), se presentó en el FICG.
Además, está en el montaje de una nueva película, Io e lei, sobre la relación lésbica entre dos mujeres maduras. En medio de todo esto, rodó el documental Retrato de mi padre, el cual, confiesa, “fue el más emocionante de todos, porque fue la búsqueda de un padre que perdí de jovencita, que era del dominio público pero que no era para mí; y a través del cual, veinte años después, he logrado recontactar a un hombre que se había ido demasiado pronto”.
¿A qué punto vas con tu nuevo filme?
Acabé el rodaje en Navidad y ahora lo estoy montando, es con Margarita Buy, la misma protagonista de Viaggio sola, y Sabrina Ferilli, protagonista de La gran belleza. Es una suerte de homenaje a Il Vizietto, film de hace cuarenta años con Michel Serrault y mi padre, que fue la primera historia a destapar la pareja homosexual, una historia de amor entre dos hombres adultos; yo he querido poner en lugar de ellos a dos mujeres maduras, y narrar la crisis de una pareja. La idea nació porque en Italia nunca se contó el amor entre dos mujeres de manera realista y no estereotipada.
Las mujeres son protagonistas de tus películas: ¿hay un tipo femenino en particular que pretendes describir?
Me pareció una cosa nueva contar la historia de dos mujeres maduras. En el filme una de ellas viene de un ex matrimonio y tiene un hijo, entonces es una mujer heterosexual que se enamora de otra. Contamos un país que es Italia: dos mujeres lesbianas que viven juntas para nosotros es aún una temática fuerte, como me decían en el caso de la mujer sola (en Viaggio sola) que viaja y no tiene hijos ni familia: “qué extraño”. El mundo está lleno de mujeres independientes, la sociedad y el rol de la mujer han evolucionado. Me interesa la idea de poder contar en mi país de mujeres que veo cada vez menos en la gran pantalla, porque son descritas muy seguido de una manera no realista. Quiero aclarar: no es un cine feminista. No es que quiera hacer un cine sobre las mujeres. Veo un cine hecho principalmente por hombres, entonces me es natural hacer algo que veo menos.
Dijiste “contamos un país que es Italia”; ¿cómo se cuenta un país?
Viaggio sola me dicen que es un filme poco italiano, porque no representa la mujer como es concebida típicamente en el imaginario italiano: como madre de familia. Sino que es una mujer independiente, que no tiene un trabajo fijo y viaja por el mundo, y además es una película grabada en gran parte en el extranjero. Pero cuando haces un filme ambientado en Italia, como es el caso de Io e lei, necesariamente cuentas también un país y tu forma de ver, por ejemplo, decía antes, como tratan a las mujeres, como éstas actúan o se mueven, como sienten el juicio porque no son madres o porque viven juntas, y no son las mujeres canónicas que la sociedad quisiera que fueran.
Un miembro de la delegación de Italia en el FICG, dijo que el cine italiano es “poco internacional”. ¿Es el crónico provincianismo que se le achaca al país?
No es que seamos provincianos, yo no me pongo este problema. Cuando hice el otro filme no quería a toda costa hacer una película internacional, así como en el caso de éste no me dije “tengo que contar a mi país”. Pero en el momento en que cuentas unos personajes que se mueven y viven en tu país, automáticamente cuentas una parte de él. Y si luego lo haces de una forma realista, cuentas una forma de vivir y de ver la vida. Si esto es provincial… Para mí lo importante es hacer buenas películas, no me preocuparía tener que necesariamente salir de temáticas en la búsqueda de otras nuevas, lo importante es contar bien lo que estás contando.
¿Cuál es el estado del cine italiano actual? ¿Películas como La gran belleza o El árbitro, marcan un resurgimiento de la comedia, quizás el género más reconocido en Italia?
Es un momento bastante particular e importante. Debido a que hay una crisis enorme, que se refleja en el trabajo en general, se hacen muchos menos filmes y con mucho menos dinero. Esto ha hecho que, paradójicamente, muchos cineastas jóvenes hayan tenido más posibilidades de expresión ahora que en años pasados, porque antes algunos ni se tomaban en cuenta, mientras en la actualidad, que ya no hay el mercado de entonces y es todo más reducido, hay una atención y curiosidad mayores hacia lo nuevo.
Se ven muchos proyectos interesantes, desde los más grandes y exitosos, como La gran belleza que obtuvo el Oscar, a otros más pequeños que han hecho un buen recorrido. Es un momento creativo bello e importante, no es que se esté creando una nueva escuela de pensamiento, hay directores diferentes, en ámbitos diferentes, que hacen sus cosas, y en medio de éstas veo un gran fermento, y me gusta subrayar que hay más filmes de mujeres, de directoras nuevas, lo que hace mucho que no se veía.