Los avances en el reconocimiento del trabajo de las académicas comienzan a reflejarse tanto en su presencia en puestos estratégicos de dirección, como en los campos de investigación en los que incursionan, pero quedan por resolver temas como el acoso sexual y el apoyo para que puedan realizar sus labores a la par de su papel como cuidadoras.
Elisa Cárdenas Ayala, profesora investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades y miembro del SNI Nivel III, afirma que después 34 años realizando labores académicas en la UdeG, para ella es evidente que “el trabajo de las mujeres es más visible y más respetado”, lo que se constata con las mujeres que ocupan puestos altos de dirección como las rectoras de centros universitarios o en quienes dirigen alguna división o departamento.
Sin embargo, “no hemos tenido una rectora general, un elemento que debería sorprendernos. Habría que preguntarse cuántas mujeres tenemos en los consejos de centro que son espacios tradicionalmente masculinos”, considera la investigadora del Departamento de Estudios Sobre Movimientos Sociales, del CUCSH.
Cárdenas Ayala afirma que a lo largo de su trayectoria ha estado rodeada de colegas respetuosos y también ha gozado del respeto y reconocimiento a su trabajo, pero esto no le impide ser crítica al momento de hablar acerca de dos temas que a su parecer tendrían que ser considerados para asegurar condiciones igualitarias para las mujeres académicas.
Uno de ellos es el acoso sexual, una práctica muy enraizada en todos los ámbitos y que en el universitario tendría que encontrar un avance sustancial.
“Aunque la administración actual, en particular, ha dado muestras de mucho interés, lo cierto es que es una zona en la que tenemos un gran retraso. La universidad tiene una gran deuda, tendríamos que trabajar por producir una cultura universitaria mucho más respetuosa de las diferentes opciones sexuales, y eso es un trabajo de educación hacia adentro para lo cual tiene un gran trabajo pendiente”, dice.
El otro tema, agrega, radica en la necesidad de que haya espacios donde las mujeres académicas o estudiantes puedan combinar su trabajo dentro de las aulas con su vida familiar, especialmente entre quienes están al cuidado de hijos pequeños, personas enfermas o de adultos mayores.
Hasta ahora, la universidad no ofrece suficiente apoyo para que lo doméstico pueda ser compatible con lo académico, pues por cada hora de trabajo de una mujer académica, muchísimas veces hay detrás varias horas de otro tipo de trabajo, asegura.
“No tenemos espacios en donde las mujeres que son madres al cuidado de niños pequeños puedan dejar a sus hijos, sean trabajadoras, estudiantes o maestras, es como si la vida en la universidad fuera una cosa completamente aparte de la vida de las mujeres en lo cotidiano y sabemos que no es así”, señala.