Para echar a andar un huerto en la azotea de alguna casa, sistemas para recolectar el agua de lluvia o instalar celdas solares, se deben conocer cuáles son los materiales y otros criterios para su implementación, sin que esto afecte a las estructuras de los edificios.
Por ello, Perla Zambrano, académica del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), consideró importante identificar estos factores con el fin de de calcular el potencial de implementación de la agricultura urbana en espacios generalmente infrautilizados, pero que pueden ser potencialmente productivos, como son las azoteas de los edificios en contextos urbanos, donde la disponibilidad de suelo es escasa además de costosa.
«El material de la cubierta es uno de los criterios más relevantes, ya que de eso dependerá de si resiste o no el peso extra, por los cultivos o por la estructura, en caso de poner un invernadero en las azoteas».
Esta pregunta es una de tantas que forman parte de un estudio, dentro del proyecto Fertilecity, patrocinado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España.
De antemano, se sabe que el mejor material a utilizarse para la creación de estas estructuras es el hormigón (que cumpla con una capacidad de carga mínima de 200 kg/m2), en el caso de instalar un invernadero.
Pero la pregunta es: ¿de qué materiales están constituidos dichos espacios en la ciudad y cómo se pueden identificar a escala ciudad?
Por ello, como parte del proyecto, en laboratorio hicieron un supuesto para la identificación de materiales de azotea, mediante el uso de sensores remotos integrados a un avión, que lograría un mapeo de un área de la ciudad; por lo pronto, pensado en Barcelona.
«Con esta primera publicación identificamos las características espectrales de diversos materiales (plásticos, metales, cerámicos, hormigones), que podemos encontrar en las cubiertas de las edificaciones. Esto se realizó por medio de la ‘huella espectral’, ya que cada material tiene una diferente», explicó la investigadora.
A partir de la obtención de las huellas espectrales se creó una librería espectral de cada material. La idea es que estas librerías se puedan utilizar para mapear materiales de la ciudad, a partir de los datos obtenidos con el avión que lleva los sensores.
«La huella espectral es como la huella digital de los materiales. En este proyecto utilizamos un sensor que mide el espectro visible y el cercano al infrarrojo. Posteriormente, dichos datos se convierten a valores de reflectancia, que se representan en una gráfica, lo que nos da la huella espectral de cada material».
Los retos del trabajo de Perla Zambrano son que existen materiales que tienen una huella similar; sin embargo, en una tercera etapa del proyecto, darán cuenta de qué tanto potencial de integración y de autosuficiencia (alimentaria, hídrica y energética) existe.
Esto en un caso de estudio real con una superficie de 15 kilómetros cuadrados y miles de polígonos de azoteas.
El objetivo del mismo es implementar infraestructuras como la agricultura, sistemas de captación de agua de lluvia y sistemas de energía solar fotovoltaica en estas cubiertas.
«Queremos conocer qué tipo de material y si va a resistir; si es fibrocemento no soportará las cargas extras de los cultivos; pero si es hormigón la cubierta tendría potencial para hacer agricultura urbana».
Recalcó que en el caso de materiales como plástico o metal, para la implementación de sistemas de captación de agua, se puede obtener una mayor cantidad del líquido, debido a que éstos tienen un coeficiente de escorrentía mayor que un cerámico o grava.
«Hay que cuidar el tipo de metal, pues algunos pueden tener repercusión en la salud humana; también hay que ver cómo se utilizará esa agua, pueden ser usos potables o no potables».
«Nunca se debería considerar utilizar asbestos; deberían estar descartados, incluso espero que ya estén fuera de la jugada».
Este trabajo ya tuvo su etapa de pruebas, en un entorno controlado con los materiales y el sensor, que simuló el vuelo de un avión. Esto, con sede en el Laboratorio Hiperespectral del Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña.
La intención es que en las siguientes fases del proyecto sirvan de base para replicarlo en otras ciudades, ya sea a escala barrio o incluso ciudad.
«Queremos integrar los sistemas para crear ciudades más circulares, para que sea más sustentable, donde podamos producir nuestros alimentos, captar el agua para hacer el riego de los cultivos y también generar energía y establecer criterios de los materiales».
Perla Zambrano es doctora en Ciencia y Tecnología Ambientales por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), profesora del Departamento de Técnicas y Construcción del CUAAD e investigadora junior del grupo Sostenibilidad y Prevención Ambiental de la UAB.