México (bi)polarizado: narrativas partidistas antes y después del proceso electoral 2021

La construcción de un sistema de dos polos, que se evidenció y sigue evidenciándose en la comunicación política, pese a dejar insatisfecha a buena parte de la población, ha beneficiado a los partidos que participan en estas alianzas

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El proceso electoral 2021 concluyó una campaña marcada por una fuerte tendencia a la polarización del debate público: la comunicación de los partidos en los spots representa un reflejo altamente ilustrativo a tal propósito.

Entendamos: quien se dedica al estudio de los fenómenos políticos sabe que la política es —según Carl Schmitt— la constante actividad de definición y redefinición de amigos y enemigos. Esta premisa ayuda a comprender que el desprestigio es en realidad un componente que suele acompañar a la lucha política en todas sus manifestaciones. Pero a la hora de analizar en detalle el reciente proceso electoral lo que más destaca es la prevalencia de un debate entre dos bloques de partidos, con el efecto de quitar del centro de la discusión a aquellas fuerzas políticas que por necesidad o voluntad propia intentaban representar una opción alternativa.

Con la finalidad de profundizar sobre la comunicación en medios de los partidos mexicanos, los alumnos y alumnas de la línea de Investigación Partidos Políticos han recolectado información sobre un total de 105 spots disponibles en el repositorio del Portal de Promocionales de radio y televisión, de los cuales 79 en el periodo de la campaña electoral y 26 en la segunda mitad de 2021.

Del análisis de esta información destaca que una de las ideas centrales del debate en campaña fue el concepto de voto útil. Ambas coaliciones apelaron a un voto racional en nombre del miedo a algo: en el caso de Juntos Hacemos Historia (integrada por Morena, PT y Partido Verde) el rechazo hacia un posible regreso de los partidos que habían gobernado el país por casi un siglo; mientras que Va por México (suma de PRI, PAN y PRD) enfatizó el riesgo de un retroceso autoritario bajo el gobierno de López Obrador.

En este escenario las propuestas de políticas públicas quedaban relegadas a un elemento secundario.

Concluidas las operaciones electorales no se registraron en tal sentido variaciones relevantes. A diferencia de lo ocurrido en 2018, en esta ocasión las coaliciones se consolidaron después del voto: en aquel entonces el Frente integrado por PAN, PRD y MC se disolvió a pocas semanas del inicio de la LIV Legislatura y el PVEM abandonó la alianza con el PRI para sumar sus votos a la mayoría morenista; tres años después PRI, PAN y PRD han dado prueba de mayor coordinación como oposición en el Congreso federal.

La evolución hacia la construcción de un sistema de dos polos se sigue percibiendo en los spots de los partidos, que plantean un país dividido entre seguidores de la Cuarta Transformación y sus irreductibles adversarios.

Es probable que estos tonos radicales dejen insatisfechos a amplios sectores de la población; sin embargo, el proceso electoral 2021 evidenció una consecuencia solo a primera vista paradójica: todos los partidos participantes a estas “Santas alianzas” se beneficiaron de la bipolarización del debate.

Morena logró mantenerse como partido más votado con una amplia ventaja; PRI y PAN evitaron una erosión de sus sufragios; los partidos minoritarios pudieron lograr por medio de los convenios de coalición una cantidad de escaños que difícilmente hubieran logrado con sus propias fuerzas.

Ante este escenario resulta improbable imaginar que la tendencia al bipolarismo se pueda revertir en tiempos breves: el inminente proceso electoral de 2022 será una coyuntura muy importante para validar esta hipótesis.

TEXTO: Andrea Bussoletti
Observatorio Político Electoral
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades

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