En las entrañas del Teatro Diana flotaba el peculiar sonido de una orquesta afinando, repasando. Era la hora previa a la única función que hubo en Guadalajara de La comedia infernal, un híbrido de monólogo interferido de un asesino serial con ópera barroca, el miércoles pasado, cuando improvisamos con dos sillas en el pasillo un espacio para charlar con Michael Sturminger, director de la obra, guionista, cineasta, dramaturgo, libretista y director escénico de innúmeras óperas. Luego de tres años de giras internacionales, en México la polvareda se alzó igual que en todos sitios por la fama del protagónico, pero mientras John Malkovich deambulaba por ahí, concentrado, y hacía estiramientos con la pierna en el barandal, Sturminger se extendía con buen inglés y marcado acento sobre la vitalidad del arte total, por dónde iniciarse en la ópera, el cambio de engranajes dramáticos, el poder de la música y cómo todo eso tiene por solo objetivo tocar el corazón.
Adaptación
Se dice a veces que la obra está basada en la autobiografía de Jack Unterweger, pero en realidad yo diría que está más basada en los hechos reales que investigó el periodista norteamericano John Leake en un libro que se titula Entering Hades (Entrando al Hades), pero tampoco está basado en ese texto, sino que fue una buena fuente de información para mí. La comedia infernal es una obra original en la que pongo a un Jack Unterweger para presentar una nueva autobiografía, que escribió después de muerto y de hecho está muerto cuando lo vemos en el escenario. Él se suicidó en 1994 cuando supo que se le había condenado de nuevo a cadena perpetua porque asesinó a varias prostitutas asfixiándolas con sus propios brasieres. Él dice que las sopranos y la orquesta que lo acompañan son idea de su editor para que la presentación del libro sea menos aburrida.
Mozart
Sí, he dirigido mucho de su repertorio y es mi más grande influencia. Pero no es una “fijación”, como dices. Incluso escribí el libreto para una ópera que se llama I hate Mozart (Odio a Mozart). Sencillamente me parece que en cuanto ópera, Mozart es el mejor. No hay nada mejor.
Giacomo variations
Estoy trabajando en un nuevo proyecto con John que ya hemos presentado unas 20 veces y que esperamos traer el año próximo a México. También es una mezcla de ópera y teatro, pero es muy diferente a ésta, con escenografía y vestuarios de época. Además, en ésta John sí canta: es muy divertido porque su voz es como la de un cantante pop y hace un contraste muy gracioso con los cantantes de ópera profesionales.
Imperfección
En la ópera actual se usa que cada pequeño papel es interpretado por grandes voces. La gente cree que todo tiene que sonar perfecto y hermoso, pero si te fijas en alguien como Don Basilio en Las bodas de Fígaro… Basilio puede no tener una voz bella porque es un personaje chistoso, y alguien como John puede hacer eso, entonado y bien pero sin ser una voz redonda y magnificente, sino pequeña, afilada y alta… una voz muy rota. Ello también tiene una belleza que la gente de la música clásica ha desestimado: la belleza de la imperfección, que es algo cordial y poderoso.
Mecanismos
Entre el teatro, la ópera y el cine los mecanismos son diferentes, sin embargo el propósito es el mismo: crear un momento de verdad en el que puedas tocar el corazón para que se abra. Sí, tienes que usar diferentes elementos y saber cómo tratar a una orquesta que llega en punto al ensayo y termina también puntual, pero siempre lo que quieres es tener acceso a los sentimientos del espectador… porque siempre protegemos nuestros sentimientos, no obstante frente a una obra tenemos que estar abierto, atónitos, estupefactos y dejar que se abran nuestros corazones. Hay muchas maneras de hacerlo; lo principal es hacerlo vívidamente y con la capacidad de decirte algo sobre el hecho de que estás vivo y por qué te sientes tan solo… porque siempre que ves que hay alguien que siente lo mismo entonces puedes compartirlo. El arte todo existe para decirte eso, que no estás solo y que eres comprendido, y entonces puedes vivir mejor.