Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que cerca de 19 millones de adolescentes han sido víctimas de violencia física, psicológica y/o sexual por parte de su pareja antes de los 20 años de edad. En Jalisco, datos aportados por la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), dicen que 71.9 por ciento de las mujeres mayores de 15 años han padecido algún tipo de violencia.
Según las estadísticas, mujeres mayores de 14 años y menores de 20 son las más afectadas por violencias generadas por su pareja (hombres, en su mayoría), provocando daños, a veces irreversibles, como depresión, ansiedad, dependencia emocional, alejamiento de sus círculos sociales y familiares, embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual, entre otras. Además, la OMS denuncia que sufrir violencia en un noviazgo a tan temprana edad aumenta el riesgo de sufrir violencia en la vida adulta que puede terminar, en el peor de los escenarios, en feminicidios.
Victor Nodal Silva, responsable de la Unidad de Primer Contacto (UPC) del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la UdeG (CUCS), declaró que la violencia que más se replica dentro de las relaciones de noviazgo joven es la psicológica, que puede consistir en manipulación emocional, desvalorización, aislamiento social, control y vigilancia, entre otros.
“La naturalización de la violencia y lo fácil que es ocultar este tipo de violencia hace que sea la más común dentro de las relaciones entre dos personas que deciden tener una relación. Esta violencia suele confundirse con otras formas de relacionarse. Además, la violencia psicológica se puede integrar de diferentes formas materiales, como insultos, menosprecio, el ignorar, entre muchas otras. Una manera de identificar que estás siendo víctima de violencia es el malestar, el dolor, porque la violencia siempre incomoda”, comentó.
Muchas mujeres que son víctimas de violencia permanecen con sus agresores hasta por varios años; sin embargo, los factores que enganchan a las víctimas jóvenes a sus abusadores son varias: “En una espiral de violencia podemos entender que el agresor comienza a condicionar a la víctima, por ejemplo, a distanciarla de su familia y amigos para después generar otras violencias, es decir, va en ascenso y en transición, lo que incluye formas de convencimiento, donde la persona abusadora hace creer a la víctima que lo que viven es normal y que es por amor”, subrayó Nodal Silva.
En la mayoría de los casos, las víctimas de violencia no logran identificar que están siendo agredidas, puesto que están acostumbradas a vivir en un ámbito hostil dentro de casa, por lo que normalizan las conductas nocivas de sus parejas; es por esto que se recomienda a los padres estar muy alertas a los comportamientos de sus hijos, así como a la manera en la que convive con su pareja.
Desafortunadamente, existen casos donde los menores de edad no cuentan con el respaldo de sus padres o de algún tutor; sin embargo, ellos y ellas pueden acudir de manera personal a realizar una denuncia en contra de su abusador sin necesidad de contar con una identificación que compruebe su mayoría de edad y tras realizarla, tienen derecho a ser acogidos y defendidos por el estado.
“Los padres, adultos y tutores tenemos la responsabilidad de cuidar a los jóvenes y de otorgarles respeto para que rápidamente puedan identificar si están siendo abusados por otra persona. El caso de las personas que ejercen la violencia, es necesario que desde casa y en la familia sean educadas con amor y respeto, puesto que en el hogar es donde los jóvenes aprenden a relacionarse con las otras personas”, informó Nodal Silva.
En Jalisco se puede denunciar la violencia de género directamente al 911; también existe la Red de Centros de Justicia para la Mujer, la cual se encarga de atender de manera integral a mujeres que son víctimas de lesiones, violencia familiar, violación, abuso sexual, incesto, hostigamiento y acoso sexual, amenazas, entre otros ilícitos por los cuales la víctima podría interponer una denuncia.
