Las mujeres que cubren altos cargos directivos en gobiernos e instituciones ponen la diversidad y las desigualdades en el centro hacia una democracia plural, pese a los estereotipos de género, raciales y sociales en una jerarquía administrativa dominada por estigmas patriarcales.
Así lo plantearon cuatro mujeres líderes en la mesa “Liderazgo institucional: acceso a la toma de decisiones y a altos mandos”, integrada por mujeres con cargos de decisión de primer nivel en gobiernos e instituciones internacionales. Ellas participaron en la Plataforma para el Diálogo “Líderes mujeres en espacios de poder. Experiencias desde América Latina y Europa”, que organiza el Centro María Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales CALAS (por sus siglas en inglés), con sede en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
En el auditorio José Cornejo Franco de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola, mujeres líderes, moderadas por la Rectora de Centro Universitario de los Altos (CUAltos), Karla Planter Pérez, compartieron sus experiencias para asumir el liderazgo y el ejercicio del poder.
Las participantes coincidieron en que para ocupar un espacio de liderazgo, deben decidir o no participar en esos puestos y asumir las pérdidas y ganancias de tal determinación.
La directora de Políticas de Género, del Ministerio de Defensa de la República de Argentina, Laura Masson, destacó como clave la decisión de poner en juego los recursos profesionales para ejercer los cargos.
Otro factor relevante es el apoyo externo a la institución que, en su caso, fueron las referencias feministas para alcanzar objetivos de una política con perspectiva de género en un ámbito jerárquico como las fuerzas armadas en Argentina.
“Es, sin lugar a dudas, de gran ayuda, y también un apoyo interno que es necesario para sostener mi posición de liderazgo; en mi caso, no es solamente la posición del liderazgo, sino también la propuesta que se quiere implementar”, agregó Masson.
Rasgos como las redes feministas, lo académico y la experiencia en gestión estatal en el ámbito de los derechos humanos, además de asumir prácticas militares como dar órdenes, el código de vestimenta y la formalidad que la milicia estiman, fueron importantes para hacer cambios en su administración, dijo.
La integrante de la Comisión de la Verdad de la Organización de las Naciones Unidas de Guatemala, Otilia Lux de Cotí, asumió que su enfoque en el poder es el reclamo por la justicia y la pasión política de las mujeres que durante sus cargos han tenido el apoyo y el rechazo de la sociedad guatemalteca; este último signado por el racismo, el patriarcado y la violencia.
“La colonización ha dejado una herencia que no ha sido erradicada. Estas experiencias están inspiradas en la forma en cómo se sustentó, conformó y estructuró el sistema de gobierno en América Latina y que, por supuesto, se han reproducido hasta estos días”, explicó.
El motor de Lux de Cotí fue su formación en el movimiento indígena de Guatemala, que derivó en la Comisión del Esclarecimiento de violaciones de derechos humanos y un plan de trabajo intercultural, incluyente y no racista.
“La participación política no es sólo para hombres, sino para humanos, hombres y mujeres, indígenas y no indígenas, afrodescendientes, para todos, y aunque no nos dejan a nosotras, hay que participar porque las mujeres tenemos muchos retos”, dijo.
La Directora del Instituto Ibero-Americano Berlín, Bárbara Göbel, coincidió en que su participación en cargos de primer nivel radicó en la decisión de participar e impulsar el cambio.
“La cuestión es cómo asumir un cargo, llevar a la realidad una idea y cómo hacer la diferencia; cómo poder cambiar las instituciones porque, aunque yo soy una persona defensora de las instituciones públicas, no hay que perder el alma y las utopías”, dijo Bárbara Göbel.
Para la funcionaria alemana, su oficio de investigadora le enseñó técnicas que, combinadas con una mirada analítica y el interés por el detalle, le permiten desarrollar estrategias en negociaciones, un ejercicio del poder para lograr metas colectivas.
“Ejercer el poder sin hacer algo con él, sin lograr objetivos colectivos requiere una frontera para no enamorarse del poder y con énfasis en el aprendizaje; no tomar sólo lo que funcionó o descartar lo fallido, porque esto requiere redes de confianza y cooperación en lo institucional”, detalló la investigadora.
La Presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, de México, Claudia Morales Reza, por medio de una participación virtual, abundó en los obstáculos de las mujeres para acceder a cargos de mando.
“Buena parte de la discriminación estructural que enfrentamos las mujeres se manifiesta en los roles de género y en lo que se espera que seamos en el hogar, el trabajo, el espacio comunitario; nuestra vida personal se complica si somos mujeres con diversas identidades”, explicó la funcionaria.
Sobre la estética del poder, las líderes compartieron estrategias para conseguir metas políticas, además de ajustarse a los protocolos, zapatos nuevos y traje sastre, a través de símbolos y gestos de resistencia ante machismos que obedecen a una lógica del poder que les exige una posición estereotipada.