Se tiene que enfrentar esta problemática de manera constante y articulada, a partir de la coordinación entre gobierno, academia y sociedad civil, señala investigadora
El problema del trabajo infantil se ha abordado de manera fragmentada y no de una forma integral, entendiendo el contexto completo, lo que propicia dar pasos pequeños, incompletos y en la dirección contraria, a lo que se suma la polarización social y el poco trabajo conjunto entre diferentes instancias, consideró la investigadora del Departamento de Políticas Publicas del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), Patricia Murrieta Cummings.
“Hay gente muy valiosa que ha trabajado y tratado de lograr cosas, el problema es que siempre vemos este tipo de situaciones de manera fragmentada, nos enfocamos en el tema de condiciones inadecuadas y sólo pensamos en cómo proteger que no estén en condiciones insalubres, de riesgo para su salud, pero no lo vemos en las políticas públicas de manera integral entendiendo el contexto completo y las diferentes interacciones”.
Explicó que incluso se han hecho muy pocos análisis donde se pueda revisar qué está pasando en la educación, en el trabajo infantil, en la economía de los hogares y cómo se da la relación entre los tres e incluir qué está pasando en términos culturales, además de que no se trabaja de manera colaborativa y eso se ve hasta en la investigación.
Destacó que en lo últimos años los cambios, en materia de políticas, no son significativos y se reducen al cambio de la edad mínima para trabajar que pasó de 14 a 15 años. Posteriormente se trabajó con la definición del trabajo agrícola que sigue siendo restringido para los menores y no hay mayores cambios.
“Con el cambio de edad me preocupa que no estamos solucionando el problema fundamental, que es la necesidad de que los niños trabajen, entiendo que el objetivo es limitar las alternativas laborales, el problema es que habiendo la necesidad los niños encontrarán la forma para seguir trabajando y si no los estás protegiendo van a estar peor”.
Explicó que a esto se suma que la gran mayoría de los niños dejan la escuela no por la necesidad de trabajo, sino porque se aburren y quieren estar trabajando y en ocasiones lo laboral no es una necesidad.
“El problema es que si ese niño deja la escuela porque no le gusta la situación económica del hogar, que tiene que trabajar y les urge el dinero, la posibilidad de estar en una situación de alto riesgo es mayor. La ley va a proteger esos niños que no tienen la urgencia de trabajar y habrá más limitantes para que puedan entrar en condiciones no adecuadas, pero no va a proteger y va a poner más en riesgo a quienes verdaderamente lo necesitan”.
Ante este panorama señaló que además de buscar mejores maneras para erradicar la pobreza también tiene que modificarse el sistema educativo.
“Las escuelas de tiempo completo tenían un impacto positivo en la medida de que a los niños les brindaban alimentos, los tenían más tiempo ahí y los papás podían estar trabajando sin preocuparse, pero no estamos haciendo nada porque verdaderamente la escuela mejore, los atrape, los atraiga y mientras no demos ese giro vamos a lograr muy poco”.
Dijo que la propuesta desde la academia sería una mayor colaboración, bien articulada con instancias como el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, entre universidades y dependencias de gobierno que están trabajando para poder realmente, fuera de cualquier con cuestión política, encontrar las soluciones.
“La invitación es a que se trabaje de manera constante y articulada, y no se aborde solo cuando se acerque el Día Mundial contra el Trabajo Infantil”.