Cada día que pasa escuchamos nuevas malas noticias y nos estamos acostumbrando a ellas. Un buen número de estas tiene que ver con la disolución de estructuras, instituciones y fondos, recortes de presupuesto o suspensión de proyectos en todas las áreas de la economía, salud, educación y cultura, seguridad y justicia. Sin embargo, la semana pasada nos tomó por sorpresa que, en esta ocasión, Jalisco abone a la lista de desencantos con un revés al magnífico y ansiado proyecto del Museo de Ciencias Ambientales de la UdeG.
El asunto es que el Congreso de Jalisco y el Ejecutivo estatal intentan recortar 140 millones de pesos al Museo, noticia muy desafortunada por las implicaciones que tiene retrasar una obra tan esperada y casi concluida. Además, el recorte se pretende justificar por la necesidad de concluir, dentro de dos años, el Hospital Civil de Oriente.
Contraponer de esta manera dos prioridades inaplazables: la educación y el medio ambiente vs la salud, no solo confunde, sino que también polariza.
Vivimos tiempos convulsos y la pandemia ha visibilizado la mala relación entre las sociedades humanas y la naturaleza. Necesitamos mitigar, hasta donde sea posible, y adaptarnos de la mejor manera a los cambios globales inminentes que se expresarán aún más dramáticamente en pocos años. Sin transformaciones, haciendo más de lo mismo, en una o dos décadas, habremos comprometido y coartado las oportunidades de la actual juventud, de los que están por venir y de los grupos más vulnerables. Un reto impostergable es el cambio de actitud de las sociedades; la construcción de una cultura de comprensión de que los humanos somos parte de la naturaleza. Posponer esta apuesta nos llevará, irremediablemente, a serias catástrofes humanitarias. No hay tiempo que perder, vamos ya con mucho rezago y vivimos una condición de emergencia climática, de pérdida de la biodiversidad y de deterioro del bienestar.
Cuando la UdeG decidió construir el Museo, centenas de personas nos sumamos en su diseño y conceptualización, bajo la espléndida y entusiasta dirección de un grupo de profesionistas de la Universidad del más alto nivel y compromiso. El Museo combina la investigación científica, la educación ambiental, la difusión de la cultura y el desarrollo vecinal, en el entorno de parques en dónde concurrirá la ciudadanía. Está enfocado, principalmente, a los jóvenes y ofrece una perspectiva urbana. El anhelo es el de que, quien viva la experiencia del Museo, adquiera, al final de su recorrido, una visión diferente de su entorno natural y urbano, y la esperanza de que las cosas pueden cambiar.
Postergar la terminación del Museo es posponer las prioridades y retrasar la formación de jóvenes con una nueva cultura.
Esto contrasta con los sustantivos avances que el gobierno de Jalisco está logrando en materia ambiental, de integración de políticas para la sustentabilidad del desarrollo, entre otras iniciativas innovadoras; por ello la noticia sobre el Museo sorprende y desalienta.
Qué reconfortante sería amanecer con la buena nueva de que el Congreso y el Gobierno de Jalisco reconsideraron su pretensión y van, tanto por el Hospital, como por el Museo, en una política integrada que garantiza derechos humanos y abona a un planeta más saludable; no debe ser uno o el otro: son los dos, sin retrasos y con urgencia.